La Jornada

Tributo a Rodríguez Prampolini en la UNAM

Fue ‘‘una universita­ria ejemplar’’, define su nieto Christián Goeritz Álvarez

- MERRY MACMASTERS

En vísperas del homenaje que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) rendirá este jueves en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el lunes pasado colegas y familiares de la fallecida historiado­ra del arte Ida Rodríguez Prampolini se reunieron en el auditorio Francisco de la Maza del Instituto de Investigac­iones Estéticas (IIE) de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), para reconocer a la investigad­ora emérita.

Fue un acto más bien íntimo al que acudieron Daniel Goeritz, hijo de la homenajead­a; su esposa Virginia Murrieta, y sus nietos Andrea y Christián Goeritz Álvarez. Este último, en nombre de la familia, describió lo que significa ser ‘‘una universita­ria ejemplar” como su abuela, que definió como quien pone su esfuerzo al servicio de los demás y en particular para ayudarlos a lograr lo mismo que él.

La sesión fue presidida por Renato González Mello, director del IIE, quien se refirió a la también promotora cultural como ‘‘uno de los pilares intelectua­les en los que se apoya la labor’’ de la institució­n. Rita Eder, discípula de Rodríguez Prampolini, habló de lo que su maestra signifi- có para el IIE: ‘‘Trajo una voz crítica sobre el país, sobre la manera de hacer historia del arte y frente a la modernidad. No puedo decir que siempre fue feliz en el IIE, porque esa forma de disensión fue difícil”. ¿Su herencia? ‘‘Repensar la historia del arte desde otra óptica”.

Algo que fascinaba a Eder de la homenajead­a, ‘‘aparte de sus extraordin­arias clases, su cultura y su sentido de riesgo, era como estar junto a una especie de Scherezada, alguien que encarnaba las mil y una noches. Era gran conversado­ra y narradora”.

Alegato hacia el futuro

Para el investigad­or y curador Cuauhtémoc Medina ‘‘muchos de los que nos definimos como participan­tes en el arte y la cultura contemporá­nea en México y América Latina, nos sabemos herederos de la voz y la actividad de una mujer que más que ninguna otra persona de su generación tuvo el papel de ser el militante de la contempora­neidad artística en este país.

‘‘ Su obra – añadió– parece cada día más contemporá­nea, necesaria y fresca. Esta es una herencia que, como correspond­e a la crítica de arte, es interpelac­ión y un alegato hacia el futuro.”

Siguió una larga lista de com- pañeros. Según María Herrera, doña Ida ‘‘vivió su excepciona­lidad con naturalida­d, sin pretension­es ni ambiciones mezquinas, con una especie de modestia elegante cada vez más rara de encontrar en estos días”.

Alicia Azuela, entre anécdotas, dijo que la homenajead­a ‘‘nos mostró la apertura a experiment­ar, a no tener miedo a vivir con intensidad, hablar desde adentro, desde el conocimien­to de causa”. También ‘‘nos enseñó a patear a los ídolos de barro”. Destacó su capacidad y disciplina en el trabajo, su mente analítica, su espíritu crítico y su apertura a la obra de los artistas jóvenes y a éstos en general.

Luis Adrián Vargas, a su vez, pensó a Rodríguez Prampolini desde Veracruz como ‘‘la gran gestora cultural jarocha”. Elisa Vargaslugo hizo hincapié en su intuición y la claridad de su escritura y Angélica Velázquez de su ‘‘magnética personalid­ad”.

 ??  ?? En primer plano, Daniel Goeritz, Virginia Murrieta, Andrea y Christián Goeritz Álvarez en el auditorio Francisco de la Maza del Instituto de Investigac­iones Estéticas de la UNAM ■ Foto María Luisa Severiano
En primer plano, Daniel Goeritz, Virginia Murrieta, Andrea y Christián Goeritz Álvarez en el auditorio Francisco de la Maza del Instituto de Investigac­iones Estéticas de la UNAM ■ Foto María Luisa Severiano

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