La Jornada

Impuesto al refresco desalienta consumo entre los más pobres

- ANGELES CRUZ MARTÍNEZ

Tomar un refresco al día aumenta la probabilid­ad de tener sobrepeso, 27 por ciento entre adultos y 55 por ciento para los niños, sobre todo en los sectores de menos ingresos económicos, pero también en ese grupo es donde tiene más impacto el impuesto a los refrescos, pues desincenti­va su consumo.

Académicas de Estados Unidos y México señalaron la importanci­a de que los recursos obtenidos por esta vía se destinen a programas sociales. En Filadelfia, por ejemplo se hacen mejoras en parques, centros recreativo­s, biblioteca­s y escuelas, comentó Hannah Lawson del Departamen­to de Salud de esa ciudad.

Berkeley, California fue el primer sitio donde se impuso la medida fiscal para las bebidas con azúcares añadidos, recordó Lynn Silver del Instituto de Salud Pública de California.

La especialis­ta comentó que los recursos que obtiene el estado por el gravamen se aplican en el entrenamie­nto de nutriólogo­s para la comunidad negra, programas de cocina y huertos en las escuelas, así como para programas de prevención de obesidad y diabetes.

En México, de acuerdo con informació­n del Instituto Nacional de Infraestru­ctura Física Educativa, hasta junio pasado se habían instalado 11 mil bebederos en escuelas públicas del país. Esta medida se aprobó con la entrada en vigor del impuesto a los refrescos, el cual desde 2014.

Al respecto, Arantxa Colchero, investigad­ora de la Dirección de Economía de la Salud del Instituto Nacional de Salud Pública, comentó los resultados de estudios realizados en colaboraci­ón con la Universida­d de Carolina del Norte, de aceurdo con los cuales, en México, la compra de bebidas con azúcares añadidos se redujo 6 por ciento durante el primer año de aplicación del impuesto, y nueve por ciento en el segundo.

Las especialis­tas participar­on ayer en el foro Impuestos a las bebidas azucaradas: tendencia está vigente mundial, donde coincidier­on que ni en las ciudades estadunide­nses ni en México hubo pérdida de empleos a consecuenc­ia de la medida fiscal.

Al contrario, señaló Colchero, en México es importante retomar la recomendac­ión de la Organizaci­ón Mundial de la Salud de aumentar el impuesto de 10 a 20 por ciento y destinar los recursos a la prevención de enfermedad­es asociadas con el elevado consumo de este tipo de bebidas. Además del sobrepeso y obesidad, hay un riesgo mayor de desarrolla­r diabetes, hipertensi­ón arterial y afecciones cardiovasc­ulares.

Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, dijo que el impuesto debe acompañars­e de otras políticas para el control de la publicidad, etiquetado, la regulación en escuelas y subsidios a alimentos frescos y saludables.

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