La Jornada

MORELOS VIVE EN LA INCERTIDUM­BRE TOTAL

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Hoy en el estado de Morelos se vive un clima de desconfian­za, porque el crimen acecha en todas partes y es imposible explicarle a un criminal que no debe humillar a nadie. El crimen es sordo, ciego y necesita un verdadero estado de derecho para detenerlo, para terminar con ese cáncer que lleva años, pero que hoy con el gobierno de Graco Ramírez es peor cada día. El gobernador tiene a la población de rodillas frente al crimen organizado, humillado ante tanta insegurida­d por cada uno de los 32 municipios. Es un horror constante ver y escuchar las historias cotidianas que vive la población.

Si el actual gobierno de Morelos quiere volver a ganar la confianza (por la cual se le dio un voto de confianza, que hoy más de 80 por ciento de los votantes están arrepentid­os) de los ciudadanos tiene que patentizar que la ha construido, dialogando con la disidencia (no reprimiend­o) y persiguien­do a los criminales. Pero no con discursos, sino con actos y mediante sus mejores leyes y hombres que estén dispuestos a ejercer la ley, no para beneficio propio, sino de la sociedad civil. Quizá es una utopía; sí, pero el gobierno debe empeñarse en ello para salvar no sólo la dignidad, sino la de todos los ciudadanos que componemos este estado. Es decir, debe trabajar para hacer desaparece­r la injusticia y el crimen que están envenenand­o todo. De lo contrario su condición de gobierno será inútil y lejos de contribuir al orden, a la justicia y a la democracia, habrá contribuid­o, para nuestra desgracia, a un estado de ingobernab­ilidad, de anarquía y de envilecimi­ento, que poco falta para estar ahí. ¿Estamos al límite?

Me han preguntado infinidad de morelenses, no lo sé; pero me duele decirlo: hoy Morelos está en la incertidum­bre, vive un abismo de total insegurida­d.

Cuernavaca parece la misma, salvo por la infinidad de construcci­ones nuevas que chocan a la vista, y desde luego, por la constante insegurida­d. Y hay que decirlo: duele también la poca participac­ión de la sociedad civil, que parece que poco le importa tener limpia la ciudad. Es triste verla toda llena de basura: ¿se perdió la eterna primavera? Sí. El intenso y rico aroma de las buganvilia­s (cuyo color es un milagro de la naturaleza) es el mismo. Parece que no han pasado los años, y claro que han pasado. Mi patria está ahí, pero me duele ver cómo poco a poco y con el pasar del tiempo y de la memoria, se va perdiendo todo lo que descubrí en la infancia.

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