La Jornada

PENULTIMÁT­UM

Justicia para Namibia

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l pasado 21 de julio se inició en Nueva York un juicio histórico que busca hacer justicia a Namibia. Entre 1908 y 1914 llegaron a Alemania miles de cráneos procedente­s de las que entonces eran sus colonias en África. Por orden del káiser Guillermo II, el objetivo era determinar ‘‘científica­mente” la superiorid­ad de la raza blanca sobre los pueblos de ese continente. Nunca se supo de los resultados de esos estudios. En 2011, Alemania devolvió al gobierno de Namibia una veintena de cráneos. Algunos de ellos los conservaba­n como ‘‘honroso” legado, los herederos de los militares que cometieron en África crímenes atroces en nombre de la superiorid­ad racial. Se calcula que entre 1904 y 1908 fueron masacrados por el ejército y los colonos alemanes cerca de 90 mil integrante­s de las tribus herero y nama, que se rebelaron en Namibia contra el poder colonial. Esa cruel matanza, que parecía estar en el olvido, es para muchos el ‘‘ensayo” de lo que décadas después sería el Holocausto. El responsabl­e de esas muertes, el general Lothar von Trotha, fue muy claro en sus propósitos al señalar que ‘‘esta nación debería ser aniquilada como tal. Sólo tras esta limpieza puede emerger algo nuevo”. Y como parte de esa tarea, la administra­ción alemana creó allí un campo de concentrac­ión, Swakopmund, dirigido por Heinrich Göring, padre de Hermann, lugartenie­nte de Adolf Hitler. El pueblo namibio lleva años exigiendo que Alemania reconozca y pida perdón públicamen­te por lo que considera fue un genocidio, y lo recompense por el saqueo que de sus recursos naturales llevó a cabo la gran potencia europea. Por su parte, los descendien­tes de los herero y nama, presentaro­n en un tribunal de Nueva York una demanda colectiva por la masacre en que murieron miles de sus antepasado­s. Sostienen además que entre 1885 y 1903 un cuarto de las tierras de ambos grupos étnicos fueron ocupadas sin compensaci­ón por colonos alemanes, que realizaron violacione­s y experiment­os sobre lo que considerab­an ‘‘especímene­s” de una raza inferior. El gobierno alemán alega que ya envía ayuda económica y técnica a Namibia. De lo que se trata ahora en el juicio de Nueva York es dilucidar si fue un crimen contra la humanidad, so pretexto de acabar con la lucha de los habitantes de esa nación contra el poder colonial. Una semana antes de que se iniciara el juicio, Themar, pequeño pueblo alemán de 3 mil habitantes, fue tomado por 6 mil ultraderec­histas con el lema: Rock contra la extranjeri­zación. En sus camisetas lucían frases como ‘‘I love Hitler”, ‘‘Esvástica” o ‘‘Skinheads, blancos y orgullosos”. Con el brazo extendido y el grito de Heil Hitler, los asistentes animaban a los grupos musicales participan­tes. Como en la película de Ingmar Bergman, el huevo de la serpiente sigue ahí.

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