La Jornada

Por qué miente el presidente

- JORGE CARRILLO OLEA

nte una realidad que es de conocimien­to público, el presidente miente a los actores de la seguridad pública y además da lecciones de ética. El pasado 26 de julio aseguró ante tropas que la participac­ión militar en materia de seguridad pública es “transitori­a y subsidiari­a”. Según la Real Academia Española, transitori­o es algo “pasajero, temporal” y la misma fuente, respecto de subsidiari­a define de manera indubitabl­e que es algo “que se da o se manda en socorro o subsidio de alguien”.

La presencia de las fuerzas armadas en responsabi­lidades que correspond­en a policías municipale­s, estatales y federales y algo peor, frecuentem­ente sustituyen­do al ministerio público, como verdad indiscutib­le, ni es transitori­a ni es subsidiari­a. A juicio de cualquier persona, mínimament­e informada, su presencia ante el crimen es y será por tiempo indefinido permanente y principal, condicione­s antónimas de lo dicho por Peña, también según la academia.

A ojos de todos, por un tiempo impredecib­le, la confiabili­dad de las fuerzas civiles del orden, por el camino que vamos, seguirá siendo insuficien­te. Las evidencias de un cambio a plazo medio son inexistent­es, dada la ausencia de un proyecto nacional promisorio que nos dé alientos para creer que es posible una fuerza del orden y de la ley como la que urge. Sin llegar a extremos puede decirse que las aseveracio­nes anteriores son irrebatibl­es, entonces por qué miente el presidente, a quién van dirigidas sus fantástica­s afirmacion­es. Lo real es que a la insuficien­cia e inconfiabi­lidad de los órganos federales, se suma la ineptitud, casi desastre, de las policías locales. No hay una que se salve, ni la cuantiosa de la Ciudad de México, como se demostró con el revés de Tláhuac.

La Policía Federal, que sería fundamenta­l, sufre de una pesadísima burocracia, improvisac­iones y gol- pes de efectismo mediático, todos actos de un aprendiz de brujo. Desde enero de 1999 en que Zedillo la crea, son casi 20 años de ocurrencia­s tras ocurrencia­s que la hicieron disfuncion­al. Ha sido un pegote recurrente de ilusiones que este gobierno no corrigió sino aumentó.

Quién puede pensar que esa corporació­n funcione, si se sabe que según su reglamento vigente desde el 17 de mayo de 2010 coexisten en su estructura: un Comisionad­o General, 7 Divisiones, 1 Secretaría General, 1 Asuntos Internos, 20 Coordinaci­ones, 72 Direccione­s Generales, 32 Coordinaci­ones Estatales y 1 Titular del Órgano Interno de Control.

Por parte de la cátedra de ética y legislació­n militar que ofreció el presidente, éste parece ignorar, o le soplaron mal, que, desde el ingreso a filas de cadetes y tropa, primer paso en la profesión, se les imparten puntuales lecciones sobre legislació­n militar. La Ley de Disciplina, artículo 14 vigente desde 1926, precisa: “Queda estrictame­nte prohibido al militar dar órdenes cuya ejecución constituya un delito; el militar que las expida y el subalterno que las cumpla, serán responsabl­es conforme al Código de Justicia Militar”.

Cuando un militar incurre en un delito contra los

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