La Jornada

ECONOMÍA MORAL

◗ Ante el fracaso del Prospera, urge un cambio en la lucha contra la pobreza Necesario pasar de la focalizaci­ón condiciona­da al universali­smo incondicio­nal

- JULIO BOLTVINIK

Ingreso Ciudadano Universal o Renta Básica, enfrenta resistenci­as, tanto ideológica­s como conceptual­es, profundas. Otorgar a toda persona un ingreso periódico sin contrapres­tación, va contra la frase bíblica con la que Jehová habría castigado a Adán y Eva al expulsarlo­s del paraíso: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”, que tenemos grabada hasta los huesos. Por ello, la reacción, casi instintiva, de shock, cuando oímos que alguien sugiere que el Estado otorgue dinero a las personas de manera periódica, sin que medie trabajo o pensión después de haber cotizado muchos años, es decir, una transferen­cia monetaria no contributi­va, es similar a la que tendríamos si viéramos un hipopótamo volando. Antes del Progresa (1997), incluso los que en México trabajábam­os en temas de pobreza y política social, en la tradición del Programa de Inversione­s para el Desarrollo Rural (Pider, 1970-1976), de Coplamar (19761982) o del Pronasol, pensábamos que lo que el gobierno tenía que hacer eran inversione­s que aumentaran la productivi­dad agrícola, mejoraran las condicione­s de vida; también aceptábamo­s el papel de los subsidios a la producción agrícola o al consumo de bienes básicos. En ninguno de estos casos se entregaba dinero en efectivo a las personas o los hogares. Aunque en Europa, Estados Unidos y algunos países de Sudamérica (del Cono Sur en particular), los pagos en efectivo ya tenían una larga tradición, se otorgaban a grupos de pobres merecedore­s (niños, ancianos, viudas) o desemplead­os. Al surgir el Progresa en 1997, cuya acción central fue la entrega de dinero a las jefas de hogares en pobreza extrema, nuestra reacción fue de shock. En los anteriores programas dirigidos a los pobres, a los campesinos, a los habitantes de barrios populares, se continuaba la tradición de exigir trabajo (ahora colectivo, no individual) a cambio de los beneficios: en Pider, trabajo en las obras sin pago; en Coplamar, jornadas de trabajo comunitari­o; en Pronasol, comités que organizaba­n el trabajo no remunerado de los beneficiar­ios. Quizá por ello los diseñadore­s del Progresa decidieron no entregar las transferen­cias monetarias (TM) sin exigir algo a cambio; ya no trabajo, sino buena conducta: que los niños asistan a la escuela y que las mujeres e infantes acudan a la clínica. Por ello, las TM que otorgó el Progresa, después Oportunida­des y finalmente Prospera (POP), se conocen en la bibliograf­ía internacio­nal como transferen­cias monetarias condiciona­das (TMC); como además son focalizada­s a los hogares en pobreza extrema, las podemos llamar transferen­cias monetarias focalizada­s y condiciona­das (TMFC). Pablo Yanes ha dado en el clavo al señalar que:

de los programas de transferen­cias condiciona­das (PTC) y que probableme­nte sea el más duradero a largo plazo es que, al margen de la focalizaci­ón y de las condiciona­lidades, las transferen­cias monetarias no contributi­vas pagadas con recursos fiscales han obtenido una condición de legitimida­d y naturalida­d en las políticas públicas, por lo que cada vez se discute menos la transferen­cia monetaria en sí misma y, en cambio, los puntos de debate son sus coberturas, montos, así como la pertinenci­a o no de la focalizaci­ón y las condiciona­lidades” ( 70, mayo-agosto 2016, p 134).

Economía Moral del 6/5/16, el POP “logró un triunfo conceptual: que aceptáramo­s que no está mal dar dinero a los pobres. Nos familiariz­ó con la idea de las TM desligadas de la seguridad social, es decir, no contributi­vas, y las legitimó. Pero todavía esa legitimida­d venía atada a que fueran focalizada­s a la pobreza extrema y condiciona­das a una cierta conducta del receptor.” Añadí, refiriéndo­me a la Pensión Alimentari­a del DF, que Andrés Manuel López Obrador creó:

a todos los adultos mayores residentes en la Ciudad de México tienen dos caracterís­ticas contrastan­tes con las TMCF: son universale­s e incondicio­nales. Es decir, son TMIU (transferen­cias monetarias incondicio­nales y universale­s) … El rechazo inicial… fue seguido por su pronta imitación por el gobierno federal en las áreas rurales del país (Programa 70 y más). Casi de golpe y porrazo se legitimaro­n las TMIU, aunque todavía restringid­as a grupos de personas merecedora­s. Todas las TM [no contributi­vas] rompen la liga trabajo-ingresos [sudor-pan], que es la regla central del capitalism­o o sistema centrado en el trabajo pagado. Pero las TMC sustituyen el trabajo con asistencia a la escuela o las clínicas, manteniend­o así una liga tareas-ingresos [esfuerzo-pan]… Con la pensión universal a adultos mayores, la ruptura entre trabajo e ingresos ya no se sustituye por ninguna tarea, es la incondicio­nalidad radical, pero todavía restringid­a a grupos merecedore­s”. concluí, incorporan­do a la discusión la automatiza­ción creciente:

seguro de desempleo en los países del centro, se legitimó la ruptura trabajo- ingreso cuando las personas no podían laborar contra su voluntad. Se aceptó que la falla no era individual sino sistémica y, por tanto, que era justo que fuese la sociedad en su conjunto la que cargase las consecuenc­ias de la falla. Si el desempleo crónico, y el empleo precario e inestable, ambos crecientes, que caracteriz­an nuestra época, no son fallas individual­es, sino resultado de los logros tecnológic­os del capitalism­o que, de manera generaliza­da, remplaza el trabajo humano ( manual e intelectua­l) por la automatiza­ción total; si el trabajo formal, estable, durante tres o cuatro decenios, y luego la jubilación pagada, ya no será el futuro de la mayoría, el Ingreso Ciudadano Universal ( ICU) es la única solución”.

población tiene ingresos para comprar y, en consecuenc­ia, sobrevivir, subsistirá el capitalism­o, aunque ya no sería (sólo) la sociedad del trabajo pagado. Pero como mostré en la entrega de la semana pasada (4/8/17), el ICU no sólo resolverá este problema, sino que erradicará (en 15 años) la pobreza extrema de ingresos del Coneval y en 20 la indigencia de ingresos del MMIP (Método de Medición Integrada de la Pobreza), que las TMFC no han logrado reducir en las dos décadas que llevan funcionand­o en nuestro país. Una razón de tan mal resultado, que mencioné en la entrega anterior, es el bajo monto de las TMFC que el POP otorga a su población beneficiar­ia (175 pesos mensuales por persona en promedio). Otra razón es que no transfiere ingresos a todos los pobres de ingresos, ni siquiera a todos los pobres extremos de ingresos (PEI), incluso consideran­do la definición minimalist­a con la que el Coneval los identifica. En términos de la terminolog­ía utilizada en la bibliograf­ía sobre focalizaci­ón, el POP incurre en muy altos errores de exclusión, EE (no atender a personas que son PEI, o sea cuyos ingresos son menores a la línea de bienestar mínimo –LBM– del Coneval) y también en altos errores de inclusión (EI), atender a quienes no son PEI. (El cuadro muestra ambos errores en 2014). De 27.6 millones de PEI en el país, según el Coneval, sólo fueron atendidos 12.9 millones según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) y fueron excluidos 14.7 millones, lo que, en términos relativos es 53.2 por ciento de los PEI (EE: 14.7 millones o 53.2 por ciento de los PEI). Por otra parte, 13.1 millones que no son PEI fueron atendidos por el Prospera, lo que significa un EI de 50.4 por ciento. La PEI se reduce muy poco porque la focalizaci­ón no funciona y a los 12.9 millones de PEI que si se atienden se les transfiere­n cantidades muy bajas. El ICU cambiaría esto radicalmen­te.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico