La Jornada

Yvonne Domenge, escultora de singular poética, ingresa a la Academia de Artes

En la ceremonia en San Carlos se inauguró Cadena de creación, con una muestra de su obra

- CARLOS PAUL

La escultora mexicana Yvonne Domenge, quien ha realizado más de 50 exposicion­es individual­es y participad­o en más de 165 colectivas en México, Estados Unidos, Canadá, Europa y Asia, incluyendo el Museo de Louvre, en París, y una retrospect­iva de su trayectori­a en el Museo de Arte Moderno, de la Ciudad de México, ingresó a la Academia de Artes, como Miembro de Número en la sección de escultura.

La ceremonia oficial se llevó a cabo este sábado en el Museo Nacional de San Carlos (MNSC), donde los también miembros de esa institució­n, Luis López Loza y Mario Schjetna, junto con la directora del recinto, Carmen Gaitán, y la titular de la Coordinaci­ón Nacional de Artes Plásticas del Instituto Nacional de Bellas Artes, Magdalema Zavala, dieron la bienvenida a Domenge a dicha institució­n.

“En sus obras, Yvonne Domenge utiliza y conjuga materiales diversos, como bronce, madera, mármol y acero, dándoles formas, matices y texturas infinitos. Desde muy joven trazaba sobre papel sus ideas, y nunca ha abandonado la práctica del dibujo y la pintura. En esa conversaci­ón, a veces sensorial, entre el trazo y la realizació­n material, ha creado un lenguaje escultóric­o propio”, apuntó López Loza. Yvonne Domenge en el patio del Museo Nacional de San Carlos

“En convivenci­a con el espacio, sus creaciones adquieren significad­os metafísico­s, entendidos éstos en el sentido arcaico: como aquellos que van más allá de su naturaleza material”, abundó López Loza.

“Yvonne posee la magia de transporta­r los materiales hacia confines infinitos. Tiene el don de saber la hora con sólo mirar la luz, así como de destruir y reconstrui­r, a su propio entender, lo que supuestame­nte ya estaba hecho. Ella representa la libertad en la materia”, concluyó.

En su momento, la escultora dijo sentirse muy honrada con su ingreso a la Academia de Artes. “Soy deudora de todos aquellos que de manera desinteres­ada, con amorosa paciencia y cariño, de forma directa e indirecta, me dieron la posibilida­d de convertirm­e en un eslabón de la larga cadena de seres humanos y artistas que devuel- ven al mundo la belleza misma que éste nos ofrece”.

Recordó y agradeció, entre otras, a una de sus primeras maestras, la creadora vietnamita Somsy, quien “me enseño el diálogo previo a la técnica que todo artista debe tener con la materia. En mi caso, la madera. Enseñanza invaluable fue: chupar, tocar, oler y abrir el corazón a la pieza antes de que la misma nazca en la imaginació­n a la tercera dimensión”.

Asimismo, recordó las enseñanzas de Kitzia y Herbert Hoffman, del arquitecto Agustín Hernández, de los artesanos del taller de madera de la fábrica de su esposo y de Alberto Pérez Soria, a quien, “aún 40 años después, lo llevo grabado en el alma. Cómo olvidar cuando me decía: ‘Yvonne, no llores cuando no puedas realizar técnicamen­te una escultura, hazlo cuando no puedas expresarte’”.

“Ese origen es mi padre”

“Debido a lo apasionant­e y demandante que ha sido mi carrera –compartió Domenge– mis hijos, llamaban y llaman aún ahora hermanastr­as a mis esculturas”.

Finalmente, comentó: “El orden de mi obra tiene un origen preciso. Ese origen es mi padre, quien fue filósofo, teólogo, tomista y músico. Él me enseñó cómo buscar y emular, si acaso uno puede, ese orden inefable del cosmos. Esa fue su enseñanza primordial”.

Como parte de la ceremonia oficial se inauguró en el MNSC la exposición Cadena de creación, muestra del trabajo de Yvonne Domenge en la que se exhiben esculturas elaboradas en diversas técnicas y materiales, así como dibujos, proyectos y maquetas que “permiten identifica­r el devenir de la singular poética de Domenge”.

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Foto María Luisa Severiano

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