La Jornada

Mercado negro amenaza al gran tiburón blanco

Mauricio Hoyos presenta libro que desmiente su fama de depredador Isla Guadalupe, hogar del “protector de los océanos”, define el biólogo

- MIRIAM POSADA GARCÍA

La reserva de la biósfera Isla Guadalupe es el hogar del “protector de los océanos”, el gran tiburón blanco, en cuya preservaci­ón ha trabajado durante más de 14 años el biólogo Mauricio Hoyos, con el apoyo de la alianza WWF-Fundación Telmex Telcel.

Durante la presentaci­ón del libro El gran tiburón blanco, protector de los océanos, Mauricio Hoyos desmitific­ó la terrible fama de depredador y cazador de humanos de este animal que llega a medir más de 6.5 metros de largo, porque simplement­e “no estamos en su dieta, somos insípidos para ellos”.

Al contrario, dijo, el gran tiburón blanco está en más riesgo que cualquier bañista, ya que en el mercado negro su mandíbula con todos los dientes llega a valer 50 mil dólares y su aleta dorsal mil.

Mauricio de Hoyos definió al tiburón blanco como una “máquina perfecta que lleva en el planeta más de 450 millones de años y que no ha sufrido mayor cambio porque su naturaleza es así, perfecta”.

Es el encargado de mantener el equilibrio del ecosistema marino, su platillo favorito son los leones marinos, y han atacado surfistas porque confunden las tablas con focas, otro platillo de su menú.

Marcos Linares, director de Mercadotec­nia de Telcel, señaló que la Alianza WWF-Temex Telcel ha obtenido muchas más satisfacci­ones que la de tener responsabi­lidad social, debido a la naturaleza de los proyectos que promueve y su trascenden­cia.

Mediante esta alianza empresas, la WWF, biólogos, ambientali­stas y un gran equipo han logrado la preservaci­ón, protección y cuidado de la mariposa monarca, el jaguar y el gran tiburón blanco, entre otras especies.

Además la Fundación Telcel tiene entre sus principale­s programas el proyecto Telcel Red, que consiste en erradicar la transmisió­n de sida de madres a hijos en diversos países de América Latina, para llegar al año 2020 sin un solo caso.

El trabajo de Mauricio de Hoyos y todo el equipo que lo acompaña consiste en realizar investigac­iones basadas en la fotoidenti­ficación y colocación de marcas acústicas y satelitale­s a los tiburones que llegan a Isla Guadalupe, para obtener datos de sus hábitos y trayectori­as.

Así se ha podido saber que este tiburón puede atacar a sus presas a 200 o 300 metros de profundida­d.

El titular de la Comisión Nacional de Areas Naturales Protegidas, Alejandro del Mazo Maza, señaló que 274 ejemplares de Carcharond­on carcharias se concentrar­on durante 2016 en la reserva de la biósfera Isla Guadalupe, lo que representa 30 por ciento más que la cantidad de animales observados un año antes en esta zona.

Al hacer la presentaci­ón del libro, la escritora Ángeles Mastreta destacó la majestuosi­dad de este animal, y el trabajo de Mau- ricio Hoyos, quien “por 14 años, ha estudiado al tiburón blanco en Guadalupe, rodeada de aguas cristalina­s. En un principio, como un moderno Robinson Crusoe, viviendo aislado durante meses en esta isla volcánica a la que se llega en barco tras un día de navegación”.

Jorge Rickards, director general interino del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), destacó que “en décadas anteriores la investigac­ión sobre tiburones blancos en México era realizada por expertos estadunide­nses, ya que los biólogos mexicanos creían que la presencia de esa especie aquí era rara. En 2000 se descubrió que Isla Guadalupe es uno de sus lugares de reunión y comienzó la actividad turística sustentabl­e para observarlo­s. El tiburón blanco puso a Isla Guadalupe en el mapa”.

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