MÉXICO SA
◗ TLCAN: arranca el show México: ¿con qué fichas? ◗ Trump impone; EPN acata
e inició el show teleciano impuesto por Donald Trump (oficialmente “primera ronda de negociaciones para la modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN”), y para el caso mexicano la pregunta es la misma desde el principio, es decir, desde que el salvaje de la Casa Blanca anunció su decisión de desintegrar el mecanismo trilateral: ¿con qué fichas jugarán Enrique Peña Nieto y sus “aprendices”? Estados Unidos tiene agenda propia y la impondrá sin importar las consecuencias para las otras dos naciones (de hecho agradecería el rechazo de ambas, pues facilitaría la ruptura), porque de lo contrario cancela su participación; igual Canadá, que entre sus condiciones está la de no desaparecer el capítulo 19 del propio mecanismo trilateral (relativo a la revisión y solución de controversias), aunque se muestra más flexible; ¿y México? Al primer no se le desploma 80 por ciento de su comercio exterior; a la primera negativa pierde la posibilidad de importar para poder exportar; al primer rechazo huye el grueso de la inversión extranjera directa (es decir, la gringa), etcétera. Entonces, ¿con qué negociará? ¿Con “buena voluntad” y la “certidumbre de ser socios y amigos”? Desde 1994 el gobierno mexicano –como le llaman– puso todos los huevos en la misma canasta y con el correr de los años los vecinos del norte los han quebrado uno a uno… con la sonriente cuan decidida colaboración de los presuntamente encargados de cuidar el interés de nuestro país, quienes abrieron las piernas… perdón, las puertas de par en par: diplomacia, política migratoria, república maquiladora, “seguridad energética” (para Estados Unidos), política económica, “cancerberos” de la frontera con Centroamérica, “creciente competitividad” (léase política de salarios miserables), etcétera. Lo anterior, desde luego, como parte de la teleciana novela rosa gubernamental, que el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, resumió ayer con una bella frase: “desde su entrada en vigor el TLCAN ha sido más que un acuerdo comercial (porque) nos permitió vernos como una región. Entonces, estamos aquí una vez más, como lo hicimos en 1991, cara a cara; dispuestos a renovar nuestra alianza norteamericana”. Ya, ¿pero los gringos han tratado a los mexicanos como sus pares, con igualdad y respeto? Mientras gringos y canadienses ponen los puntos sobre las íes, hacen públicas sus respectivas agendas y delimitan sus rangos de tolerancia, los “representantes” de México –así les llaman– se dedican a la oratoria: “desde la perspectiva de México, para ver hacia el futuro, debemos considerar las siguientes prioridades en el proceso de negociación: fortalecer la competitividad de América del Norte; avanzar hacia un comercio regional más inclusivo y responsable; aprovechar las ventajas de la economía del siglo XXI, para que podamos abrazar la innovación y no detenerla, así como promover la certeza para el comercio y las inversiones en América del Norte. Por parte de México, estoy aquí para, una vez más, ofrecer la disposición de mi país para trabajar de la bandera tricolor y dijo que “ni un paso atrás” en materia teleciana. Pero del “no nos moverán” cómodamente pasó al “no se trata de mirar al pasado sino al futuro”, mientras otro aprendiz, Luis Videgaray, se aventó la puntada –en abril– de afirmar que “ante las circunstancias inéditas en la relación México-Estados Unidos, y llegado el caso, el gobierno (peñanietista) está dispuesto a revisar todos y cada uno de los tratados internacionales, empezando por el ominoso tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848” (aquel por medio del cual a nuestro país le robaron más de la mitad de su territorio tras la invasión gringa). Y por esa fecha el ex “ministro del (d) año” blofeaba: “no vamos a aceptar cualquier renegociación; siempre existe la posibilidad de abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte ante condiciones desfavorables para el país”, mientras Ildefonso Guajardo aseguraba que “México romperá pláticas del TLCAN si Estados Unidos grava productos. En el momento en que digan vamos a fijar un arancel de 20 por ciento a los autos, me levanto de la mesa”. Qué valientes, pero llegó la hora de la verdad, y es de esperar que el dúo dinámico procederá como sólo está acostumbrado a hacerlo: a todo dirá que sí, acatará y se inclinará. Nada más, nada menos.