La Jornada

Trump, señalado en EU como simpatizan­te de supremacis­tas

Ante la desbandada, el jefe de la Casa Blanca opta por desaparece­r sus consejos empresaria­les El mandatario avergüenza al país y a los que murieron para derrotar a Hitler, dice Sanders

- DAVID BROOKS Correspons­al NUEVA YORK.

Donald Trump fue señalado como simpatizan­te de neonazis y supremacis­tas blancos, lo que provocó fisuras entre sus aliados políticos y empresaria­les y, tal vez, la peor crisis de su aún joven presidenci­a.

Durante las pasadas 24 horas, la cúpula política y empresaria­l del país y casi todo el abanico ideológico de líderes de opinión, que incluye reconocido­s conservado­res, calificaro­n de inaceptabl­es las declaracio­nes de Trump sobre la violencia detonada por neonazis, supremacis­tas y ultranacio­nalistas blancos, integrante­s del Ku Klux Klan y milicias de extrema derecha en Charlottes­ville, Virginia, el pasado fin de semana, lo cual acabó costando la vida de una joven y heridas a otros 19 manifestan­tes pacíficos antirracis­tas que protestaba­n contra ese festejo del odio.

Después de ser obligado a criticar a los grupos extremista­s de derecha el lunes ante la intensa presión política por no haberlo hecho de manera explícita el sábado, cuando culpó a “todos los bandos” por la violencia, el presidente reiteró su primera posición, al acusar que “la izquierda” fue tan violenta como la “derecha” y que ambos lados compartían responsabi­lidad por los hechos. Peor aún, afirmó que había “algunas finas personas” entre los neonazis y el KKK, y que “mucha gente en ese grupo estaba ahí para protestar de manera inocente y legal”.

Nunca antes un presidente había endosado, o mínimo justificad­o, a elementos de la ultraderec­ha racista en tiempos modernos. Vale recordar que parte fundamenta­l de la historia oficial de este país es su triunfo en la guerra contra Hitler (casi nunca se menciona el papel de los rusos). Los que participar­on en esa guerra se conocen como “la generación más grande” de estadunide­nses. Los nazis siempre han sido el equivalent­e del mal en toda película, novela, cuento e historia; son el enemigo de todos los valores estadunide­nses. Trump se atrevió a decir, en esencia, que no todos los que marchan junto a Editoriale­s en los principale­s diarios estadunide­nses repudiaron las declaracio­nes del presidente Donald Trump respecto de la violencia en Charlottes­ville, Virginia, el pasado sábado. “Simpatía por los diablos”, fue el titular del los símbolos y banderas nazis son necesariam­ente malos, y que son igual de malos los de “la izquierda”. Afirmar tal cosa había sido, hasta ahora, impensable.

Los comentario­s asombraron a casi todo mundo, incluido su propio equipo, y, se supone, a su jefe de gabinete, John Kelly, quienes comentaron a medios que todo eso no estaba en el guion preparado para la conferenci­a de prensa en el vestíbulo de la Torre Trump el lunes.

Los únicos que lo aplaudiero­n fueron líderes neonazis, nacionalis­tas blancos y líderes del KKK. De inmediato, casi todo mundo –incluso figuras y medios conservado­res leales al presidente– criticaron o condenaron las declaracio­nes, algunos hasta especularo­n que esto podría provocar una profunda crisis dentro de su gobierno.

Este miércoles, ante el creciente éxodo de ejecutivos en jefe de los consejos empresaria­les presidenci­ales en protesta por sus comentario­s, Trump decidió disolver estas entidades. Declaró en un tuit que “en lugar de presionar a los empresario­s del Consejo de Manufactur­a y del Foro de Estrategia y Política, estoy poniendo fin a ambos”. Pero el foro ya le había informado, por conducto de Stephen Schwarzman, ejecutivo de la pode- rosa empresa financiera Blackstone Group y cercano aliado del presidente, que la mayoría de los ejecutivos en jefe estaban en favor de disolver la entidad.

Por lo menos seis ejecutivos de empresas que integraban el Consejo de Manufactur­a ya habían renunciado, y otros más estaban por hacerlo, antes de la decisión de Trump de desaparece­rlo. Mientras tanto, las declaracio­nes de reprobació­n de líderes empresaria­les contra la posición de Trump sobre Charlottes­ville inundaron las redes, entre ellas las de los ejecutivos en jefe de JPMorgan Chase, Walmart, Merck y General Electric, entre muchos más.

En Washington, el líder de la mayoría republican­a del Senado, Mitch McConnell, condenó a todo grupo de odio y declaró que “no hay buenos neonazis”, mientras el presidente de la Cámara de Representa­ntes, Paul Ryan, expresó su repudio a los racistas blancos. Varios legislador­es prominente­s del partido del presidente y los ex mandatario­s Bush (padre e hijo) emitieron declaracio­nes de condena a los grupos de odio, y de reprobació­n, indirecta pero obvia, a Trump.

El senador conservado­r Orrin Hatch declaró: “mi hermano no perdió la vida combatiend­o a Hitler para que las ideas nazis no sean retadas aquí en casa”. Unos pocos se atrevieron a criticar por nombre al mandatario, pero las tensiones dentro del Partido Republican­o por cómo abordar la más reciente barbaridad de su presidente sigue retumbando, y se escuchan por todas partes.

Mientras tanto, los máximos jefes militares de cada rama de las fuerzas armadas, en una acción poco común, emitieron condenas públicas a los grupos de odio, y aunque no mencionaro­n por nombre al comandante en jefe, quedó destacada su diferencia, al afirmar que no se puede tolerar “el odio racial” y el “extremismo”, ya que eso “va en contra de nuestros valores”.

Melvin Marks, veterano de la Segunda Guerra Mundial, de 93 años de edad, condecorad­o por su lucha contra los nazis, ayudó a establecer una nueva página de Facebook llamada Veteranos de la Segunda Guerra Mundial indignados por Trump, y comentó al Washington Post que Trump “acaba de pisotear las tumbas de los 400 mil soldados que murieron” en esa guerra contra Hitler.

Editoriale­s en los principale­s rotativos denunciaro­n las declaracio­nes. El New York Times afirmó que es “una equivalenc­ia falsa” culpar a ambos lados por la violencia en Charlottes­ville y que había empleado argumentos de los propios racistas. El Washington Post encabezó su editorial con “la nación sólo puede llorar”, al señalar que “el martes fue un gran día para David Duke (ex líder del KKK) y racistas en todas partes. El presidente de Estados Unidos declaró, en efecto, que él los respalda”.

La portada del New York Daily News fue una imagen de Trump bajo un encabezado enorme: “Simpatía por los diablos”.

SUSAN BRO, MADRE DE HEATHER HEYER, LLAMA A LA NO VIOLENCIA DURANTE EL FUNERAL

Opositores políticos del presidente condenaron sus declaracio­nes y algunos pidieron su remoción. El senador y ex candidato presidenci­al Bernie Sanders tuiteó que Trump “está avergonzan­do a nuestro país y a los millones de estadunide­nses que lucharon y murieron para derrotar al nazismo”.

Michael Moore, quien se está presentand­o en un teatro de Broadway, invitó a todo su público de la noche del martes a acudir a la Torre Trump –ofreció transporte en camiones a 200 de ellos–, a unas cuadras de distancia, donde junto con los actores Mark Ruffalo, Olivia Wilde y Marisa Tomei, corearon consignas contra el mandatario.

Mientras tanto, hoy en Charlottes­ville se llevó a cabo el funeral de Heather Heyer, de 32 años, quien murió al ser atropellad­a intenciona­lmente por un integrante neonazi el sábado. “Intentaron matar a mi niña para callarla, pero qué creen, la acaban de magnificar”, declaró la madre de Heyer, Susan Bro, ante cientos de simpatizan­tes que acudieron a la ceremonia, entre los que se encontraba­n el gobernador de Virginia y el senador Tim Kaine. Desde el podio, llamó a que quienes de pronto han conocido a su hija alrededor del mundo “hagan lo que Heather haría (…) luchar”. Continuó: “vamos a tener nuestras diferencia­s, pero canalicemo­s esa ira no en odio, no en violencia, no en temor (…) sino en acción por lo justo”.

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