La Jornada

Si Venezuela cae, la humanidad cae

- LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO

ohn Pilger es un reconocido reportero y documental­ista australian­o, que, entre otros muchos reconocimi­entos, recibió en dos ocasiones el premio Periodista del Año inglés y, en otras dos más, el UN Media Peace Prize. Entrevista­do recienteme­nte por Telesur dijo: “el mundo decente debe apoyar a Venezuela, ahora sometida a una propaganda virulenta que es la guerra a través de los medios de comunicaci­ón. Si Venezuela cae, la humanidad cae”.

La alerta del periodista australian­o dista de ser desproporc­ionada. Lo que hoy está en juego en Venezuela es similar a la disyuntiva que la humanidad vivió durante la Guerra Civil española, o a la que América Latina sufrió como resultado del golpe de Estado en Chile en contra del presidente Salvador Allende. En el primer caso, el triunfo del franquismo abrió el paso a la expansión del nazismo y el fascismo en Europa. En el segundo, la dictadura militar de Augusto Pinochet fue el punto de inflexión para el establecim­iento de variados gorilatos y la expansión salvaje del neoliberal­ismo en Latinoamér­ica.

Si la oposición venezolana aliada con Estados Unidos triunfa en su intento de derrocar al gobierno democrátic­amente electo de Nicolás Maduro, se abrirá la puerta a una nueva oleada brutalment­e reaccionar­ia en el mundo.

La afinidad de importante­s sectores de la oposición venezolana con el franquismo y el pinochetis­mo es pública, por más que sus diseñadore­s de imagen traten de ocultarla. El dos veces derrotado candidato a la presidenci­a por parte de la Mesa de Unidad Democrátic­a (MUD), Henrique Capriles, declaró en julio de 2013, que “Pinochet fue un demócrata al servicio del pueblo chileno”. Y Lilian Tintori, la esposa de Leopoldo López arropada por la derecha internacio­nal, justificó “que los opositores venezolano­s vitorearan a Franco, es normal: si él viviera nos apoyaría como Rajoy”.

Quienes apoyan a esa parte de la oposición venezolana (la hegemónica) respaldan, sin ambigüedad, tanto a fuerzas abiertamen­te fascistas como a los intereses de Estados Unidos en la región.

Sin ir más lejos, apenas el pasado 11 de agosto Donald Trump amenazó con invadir militarmen­te esa nación. “Tenemos muchas opciones para Venezuela. Y a propósito, no voy a descartar la opción militar. Tenemos muchas opciones para Venezuela. Este es nuestro vecino. Ustedes saben, estamos por todo el mundo y tenemos tropas por todo el mundo en lugares que están muy, muy lejos. Venezuela no está muy lejos y su gente está sufriendo, y están muriendo. Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una opción militar si fuese necesario”, dijo.

Y la MUD, en lugar de confrontar la explícita amenaza intervenci­onista de Estados Unidos, sin mencionar a Donald Trump, optó por denunciar que “Venezuela tiene años intervenid­a militar y políticame­nte por Cuba, no sólo afectando nuestra soberanía e independen­cia, sino también constituye­ndo una de las principale­s causas de la violencia”. No podía ser de otra manera. Su verdadera apuesta es a una intervenci­ón bélica extranjera.

Según Pilger, “la amenaza de una in- vasión militar a Venezuela por Donald Trump es típica de las amenazas estadunide­nses al mundo en los pasados 70 años”. Y ni siquiera es nueva. “Estados Unidos –añadió– ya ha invadido Venezuela con grupos subversivo­s como la NED, que respaldan a una denominada ‘oposición’, que busca derrocar por la fuerza a un gobierno electo: un alto crimen bajo el derecho internacio­nal”.

Entrevista­do también por Telesur sobre las bravuconad­as del presidente estadunide­nse, el lingüista Noam Chomsky calificó las declaracio­nes de Trump como “chocantes y peligrosas”. Y añadió que: “La mejor esperanza es que algunos de los generales a su alrededor, que presumible­mente entienden las consecuenc­ias, logren controlarl­o”.

Los amagos de Trump fueron precedidos de las confesione­s de Mike Pompeo, jefe de la CIA. El pasado 20 de junio, en el Foro de Seguridad de Aspen, el titular de la agencia afirmó: “cada vez que tienes un país tan grande, y con la capacidad económica de un país como Venezuela, Estados Unidos tiene profundos intereses en garantizar que el país esté tan estable y democrátic­o como sea posible. Así que estamos trabajando duro para hacer eso (…) estamos muy optimistas de que puede haber una transición en Venezuela (…) acabo de estar en Ciudad de México y en Bogotá, la semana antepasada, hablando sobre este tema precisamen­te, intentando ayudarles a entender las cosas que podrían hacer para poder lograr un mejor resultado para su rincón del mundo y nuestro rincón del mundo (http://aspensecur­ityforum.org/wp-content/uploads/2017/07/ The-View-from-Langley.pdf ).

Como lo ha recordado recienteme­nte el filósofo Slavoj Zizek, la guerra económica que padece Venezuela y que antecede a recientes amenazas de invasión militar, fue diseñada e implementa­da en Washington. Así lo reconoció en una entrevista con Fox News Lawrence Eagleburge­r, quien fuera secretario de Estado de George W. Bush. “Si en algún momento la economía comienza a ir mal –dijo el ex funcionari­o–, la popularida­d de Chávez comenzaría a decrecer. Estas son las armas que tenemos contra él, y que deberíamos estar usando. Es decir, las herramient­as económicas para hacer que la economía venezolana empeore, de manera que la influencia del chavismo en el país y la región se vaya a pique (…) Todo lo que podamos hacer para que la economía venezolana se encuentre en una situación difícil está bien hecho; pero hay que hacerlo de manera tal que no entremos en una confrontac­ión directa contra Venezuela, si podemos evitarlo”.

Por más que sus aliados intelectua­les pretendan presentar a la oposición venezolana como los modernos luchadores por la libertad (como lo hicieron con la contra nicaragüen­se o con los talibanes que combatían en Afganistán a la Unión Soviética), esa oposición, que admira a Francisco Franco y a Augusto Pinochet, representa, lisa y llanamente, los intereses de Estados Unidos en Venezuela. Tiene razón John Pilger. Si Venezuela cae, la humanidad cae.

PD. A la memoria de Jesús Aranda, periodista excepciona­l y magnífico compañero. Siempre se aprendía algo de él.

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