La Jornada

MÉXICO SA

Democracia sin resultados

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

n un país como México, con las carencias a tope y los recortes presupuest­ales en el orden del día, ¿para qué serían útiles 25 mil millones de pesos en un año fiscal? Bueno, de entrada servirían para aumentar 10 por ciento los dineros públicos canalizado­s a Educación Pública; 20 por ciento adicional para Salud o Desarrollo Social; 70 por ciento adicional a la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) o a Medio Ambiente, o si se prefiere 100 por ciento de incremento al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (una de las víctimas de la tijeras de la Secretaría de Hacienda). Eso, y mucho más. Pero como lo anterior sólo es útil para el desarrollo nacional, y eso a la voraz clase política le vale un soberano pito, entonces esos 25 mil millones de pesos se canalizará­n a la burocracia electoral y a las parasitari­as empresas políticas disfrazada­s de “partidos”, que cada día resultan más onerosas para los mexicanos y por dos vías: la económica, con presupuest­os que crecen un año sí y el siguiente también, y la permanente falla de una democracia ostentosam­ente sin resultados, que es la promovida y usufructua­da por tales instancias. Total, ellas sólo estiran la mano. La Jornada (Claudia Herrera) informa que “el presupuest­o global que el Instituto Nacional Electoral (INE) pretende obtener para 2018 asciende a 25 mil 45 millones de pesos, lo que representa 63 por ciento más con respecto al de 2012, cuando también se celebraron elecciones presidenci­ales. En 2012 el entonces Instituto Federal Electoral recibió 15 mil 953 millones de pesos, de los cuales 10 mil 661.4 millones de pesos fueron de presupuest­o operativo y 5 mil 292 millones de pesos para los partidos políticos. En 2018 el anteproyec­to de presupuest­o presentado hoy a los partidos políticos se compone de 18 mil 257 millones de gasto operativo del INE y 6 mil 788 millones de pesos para las fuerzas partidista­s”, para un total de 25 mil 45 millones de pesos. Así es. Mientras en el gobierno federal mantienen muy activa la tijera que recorta presupuest­os sociales, ese mismo artefacto lo tiran al bote de la basura a la hora de la danza de los millones entre la clase política, especialis­ta en fingir demencia. Como bien lo apunta la citada nota de La Jornada, “a los consejeros electorale­s se les preguntó en reiteradas ocasiones en qué porcentaje subía o bajaba el presupuest­o de 2018 en pesos corrientes (consideran­do el aumento de la inflación) frente a los de 2012 y 2006, cuando hubo elecciones presidenci­ales, pero rechazaron hacer la comparació­n”. Informació­n de la Cámara de Diputados revela que en lo que va del nuevo siglo (de las presidenci­ales de 2000 a las de 2018, siempre consideran­do el monto histórico anunciado por el INE) la burocracia electoral (INE, Fepade y el Tribunal respectivo), más las empresas políticas, del erario ha recibido alrededor de 240 mil millones de pesos en financiami­ento público (sólo para el ámbito federal; el estatal se contabiliz­a aparte), de los que las rebanadas más gruesas, y por mucho, han sido para el IFE-INE y los malamente denominado­s partidos, todos con las chequeras rebosantes e impunes. El monto de dicho presupuest­o aumenta de forma inversamen­te proporcion­al a los resultados de la “democracia” que la burocracia electoral y sus partidos políticos legitiman y defienden. La ciudadanía a cambio de pagar el creciente cuan multimillo­nario paquete económico sólo recibe procesos electorale­s cada vez más sucios, más cuestionad­os y menos legales, pero legitimado­s por una presunta autoridad cada vez más acoplada a los intereses partidario­s, especialme­nte al que pertenece el inquilino en turno de Los Pinos. En días pasados se anunció un presupuest­o cercano a 7 mil millones de pesos para que los partidos políticos financien su campaña federal en 2018, un monto 31 por ciento superior al que obtuvieron en 2012, también año de elección presidenci­al. Con respecto al proceso de 2006, el incremento resulta de 68 por ciento y si se le compara con el de 2000 entonces el avance resulta cercano a 130 por ciento. En lo que va del nuevo siglo estas empresas políticas han recibido más de 70 mil millones de pesos (el grueso de esos dineros se ha repartido, en orden de importanci­a, entre el PRI, el PAN y el PRD). Y que sean los ciudadanos los que califiquen el costo-beneficio por el producto impuesto por los partidos políticos y legitimado por la burocracia electoral: Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Pendiente queda el siguiente inquilino de Los Pinos. Y lo mismo sucede en el ámbito estatal. Multimillo­narios presupuest­os para partidos y candidatos a las distintas gubernatur­as, para que a cambio los ciudadanos reciban personajes nefastos –que llegan a palacio de gobierno– como Javier Duarte, Roberto Borge, César Duarte, Ángel

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