ARTE Y POLITIZACIÓN
La intolerancia cabalga de nuevo. El pasado 14 de agosto fue inaugurada la escultura Sincretismo, situada en el barrio del Refugio, en la calzada del Federalismo. Ante este acontecimiento no se hicieron esperar comentarios: por un lado, el arzobispo de Guadalajara, monseñor Francisco Robles Ortega, manifestó que no se ofende a la fe de la grey católica; por la otra parte, el cardenal jubilado Juan Sandoval Iñiguez afirmó lo contrario, pero además azuzó a la feligresía con el argumento de que ese monumento atenta contra la Virgen de Guadalupe. No es casual que a una semana de que se celebre la revocación de mandato del presidente municipal de Guadalajara, le estén atizando al fuego para politizar este asunto.
Aprovecho la oportunidad para recomendar a los inconformes de este hecho que sincretismo significa armonizar o atemperar dos corrientes o posturas de pensamientos opuestos. La cultura mexica consideraba a Coatlicue la diosa de la vida y la muerte; más tarde esta misma se equiparaba con Tonantzin. El primer dominico que intentó conciliar (sincretizar) la cosmovisión azteca con la religión católica en México fue fray Servando Teresa de Mier, quien afirmaba que la Virgen de Guadalupe ya era venerada antes de la llegada de los españoles, que nuestros antepasados la adoraban como Tonantzin, razón por la cual fue prisionero, perseguido y exiliado de nuestro país.
Si la escultura fuera un foro de debate cabrían las diferentes conmociones en la historia de las ideas políticas. Desafortunadamente para quienes pretenden convertir en arena de discusión este asunto, les aclaro que el arte, sin duda alguna, refleja la realidad enriquecida