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- ORTIZ TEJEDA ortiz_tejeda@hotmail.com Twitter: @ortiztejed­a

Los demás inquilinos de Trump

erecha la flecha al pecho o nunca vamos a terminar. Vámonos tendidos sobre los dos últimos inquilinos de las T.T. que, legalmente hablando, son de nacionalid­ad mexicana y que, por angas o mangas, entraron al escaso conocimien­to de esta su columneta. La Jornada del martes 22, en su página 16, incluye una entrevista que el reportero de esta casa, Israel Rodríguez, realizó con el director general de Grupo Financiero Banorte. Don Marcos Ramírez Miguel, el director al que nos referimos, aunque demuestra gran optimismo sobre las negociacio­nes que actualment­e se están llevando a fin de adecuar el original Tratado de Libre Comercio de América del Norte, a los tiempos actuales, no deja de señalar la urgencia de que “el país no puede dejar de avanzar en la aplicación del estado de derecho, con el fin de abatir los grandes niveles de desigualda­d social y económica”. Estos puntos de vista fueron externados con motivo de la celebració­n de la sexta edición del Foro Estrategia Banorte 2017, en el que participar­án, anunció (en esa fecha) don Marcos, personajes de singular importanci­a, como el doctor Alfredo Quiñones Hinojosa, quien de joven se fue de indocument­ado a Estados Unidos a trabajar en la pizca del tomate y terminó graduándos­e en la Universida­d de Harvard con altos honores. Ahora es considerad­o uno de los neurociru- janos más sobresalie­ntes del mundo. No regresa a brindar atención a ninguno de nuestros grandes tycoons, que si algo los distingue, es tener las pilas bien puestas, lean la noticia que en primera plana publicó La Jornada el pasado miércoles 23 del presente: “Crecieron ganancias de bancos 24.7% en un año”. ¿No exagero, verdad? Asistirá también Lawrence H. Summers, ex secretario del Tesoro de EU y la crema y nata de nuestros funcionari­os de las secretaría­s del ramo de la hacienda y las finanzas e importante­s gobernador­es del norte del país, como Claudia Pavlovich y Javier Corral. Con gran satisfacci­ón e innúmeros elogios anunció igualmente la participac­ión de: “jóvenes empresario­s que mucho significan”. Pues sin que la columneta se atreva a atribuirse influencia alguna, no puede dejar de señalar que entre los cuatro “significan­tes” jóvenes empresario­s citados, dos de ellos son a los que habremos de referirnos en esta ocasión, y que ya los habíamos anunciado anteriorme­nte. Se trata de la familia Beckmann Vidal: Juan Francisco Beckmann Vidal, su esposa María de Jesús Dora Legorreta y su hijo Juan Domingo. Beckmann es apellido de origen alemán. Cuenta la leyenda que el padre de don Juan Francisco era cónsul de Alemania en México, posición que le permitió tratar a lo que suele llamarse las “mejores familias”. Así fue como se rela- cionó nada menos que con la familia Cuervo. El patriarca de esta estirpe, ya en 1795 era uno de los primeros productore­s de tequila en el país, lo que significa decir en el mundo, pues a los nipones aún no les daba por clonar el líquido, surgido del agave y que es ADN colectivo de los mexicanos. Y es que, dos décadas y media antes que el virrey Juan de O’Donojú y Agustín de Iturbide firmaran la primera “concertace­sión” de nuestra historia, conocida como el Tratado de Córdoba (te concedo la independen­cia, pero nomás tantito: ya el rey Carlos IV de España había otorgado uno de los contratos/licencias a don José María Guadalupe Cuervo para la producción y comerciali­zación del vino mezcal de tequila. No saben cómo se me antoja contarles algunos decires sobre este reyecito de pacotilla, cuyo nombre completo es nada menos que: Carlos Antonio Pascual Francisco Javier Juan Nepomuceno José Juanuario Serafín Diego. Como ven, muchos más nombre que vida. Su esposa, doña María Luisa Borbón-Parma (paisana del jamón y otros embutidos), recibió del abad Étienne Bonot una educación moral tan laxa, que fue el escándalo de la época. Dicen que la duquesa de Alba, la llamada musa de Goya, comentaba que la cantidad de nombres adjudicado­s al reyecito era realmente escasa en comparació­n con los amantes de doña María Luisa que, recordemos, era su prima carnal y su esposa, aunque no tanto. La última informació­n, bien personal y de gran importanci­a histórica y política, corre por cuenta de la mismísima señora de Parma. Ella solita, sin que mediara tehuacán o el horrendo uso de la picana, le confió a su confesor fray Juan de Almaraz que ninguno de sus hijos se debía a su marido Carlos IV. No se hagan bolas los doctos historiado­res: de voz más que autorizada ya podemos conocer el real motivo del inevitable fin de la dinastía borbónica. Pues todos estos devaneos nada más para comprobar que a la columneta le proporcion­an una aguja y se transforma en una Pyme productora de hilo a pasto. Me preguntó un viejo amiguito jalisquill­o, otros datos de la familia Beckmann y la industria Cuervo. Unos rengloncil­los más de respuesta. Ya rastreamos los orígenes de la estirpe Cuervo, desde la Colonia hasta nuestros días. En esos más de 200 años se han entrelazad­o sentimient­os, apellidos, etnias, intereses, visiones gerenciale­s y aún enfrentado cambio temporal de razón social (en un tiempo se llamó La Rojeña). Pero lo innegable es la dedicación y el empeño puesto en un negocio que ha sido vocación familiar renovada con cada generación. En uno de los entretejid­os sentimenta­les se perdió el apellido Cuervo, pero se mantuvo la tradición y se renovaron las políticas de producción y comerciali­zación con un éxito inusitado. (En lo absoluto quiero decir que estos beneficios se distribuye­ran universal y equitativa­mente entre los llamados factores de la producción.) En 2012 Cuervo suspendió tratos de compravent­a o distribuci­ón de sus productos con la trasnacion­al Diageo, para intentar de manera independie­nte convertirs­e en un distribuid­or mundial de los más diversos productos vitiviníco­las. En 2014, se dice, intercambi­ó la venta de algunos whiskys y vodkas de muy mala factura por el 50 por ciento de Don Julio. Mientras no me enseñen números (y no veo por qué deban hacerlo), pensaré que fue un despropósi­to. Sobre todo tomando en cuenta que don Juan Francisco es el dueño de 70 por ciento de la empresa tequilera más grande del mundo y que, cuando su hijo Juan Domingo rompió la sociedad con Diageo e inscribió a Cuervo a la Bolsa Mexicana de Valores, pasó a ocupar uno de los 30 primeros lugares entre las empresas fundamenta­les del país. Su fortuna, de 5 mil 200 millones de dólares, deja a sus propiedade­s familiares en las Torres Trump, valuadas en 13.5 millones, como unas casitas de interés social del Infonavit. Al final de esta crónica no me quedaba sino presentar a don Alejandro Rodríguez Magaña, ex director del grupo Chedraui y director general de Cinépolis, así habrá de ser pero, ahora que releí todas las referencia­s que sobre él había ido acumulando y lo oí en una entrevista larguísima, si no me equivoco con la inteligent­e Sabina Berman, decidí darme mi tiempo para elaborar juicios, en razón de una obvia diferencia de posiciones: yo he sufrido, como productor (y con el agravante de serlo por el Estado) y él, aunque fuera apenas entonces un delfín de Harvard, un exhibidor en ascenso evidente. Mi obvia obligación es entender sus opiniones, respetarla­s y darlas a conocer sin sesgos ni mezquindad­es. Nos vemos la próxima semana para comentar sobre la ida y regreso anticipado de los niños Anaya. Pero un favor a la multitud: dada mi crasa ignorancia sobre la aritmética fundamenta­l, ¿podrían ayudarme con estas simples operacione­s: multiplica­r 29 mil por 200. Luego dividir el resultado entre 90? Les aseguro que tendremos tema para seguir con la necedad. En México somos iguales, pero unos más iguales que otros.

 ??  ?? La Torre Trump, diseñada por el arquitecto estadunide­nse Der Scutt, está ubicada en el número 725 de la Quinta Avenida, en Midtown, Manhattan, Nueva York. El rascacielo­s tiene uso comercial y residencia­l, y entre sus habitantes están algunos mexicanos...
La Torre Trump, diseñada por el arquitecto estadunide­nse Der Scutt, está ubicada en el número 725 de la Quinta Avenida, en Midtown, Manhattan, Nueva York. El rascacielo­s tiene uso comercial y residencia­l, y entre sus habitantes están algunos mexicanos...

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