La Jornada

ECONOMÍA MORAL

◗ Medición de la pobreza y sucesión presidenci­al / I Cambio del Coneval a indicador de seguridad social hace que la pobreza baje

- JULIO BOLTVINIK

n México, como en otros países, se observa una tendencia a que la evolución de la pobreza desplace al crecimient­o del PIB como el principal indicador de la gestión gubernamen­tal. Por eso, al acercarse las elecciones presidenci­ales en México, los miembros del Ejecutivo federal y del partido en el poder suelen tratar de reducir la pobreza en el papel cuando no han podido reducirla en los hechos. Esta necesidad de falsear la realidad se agrava ahora porque todas las encuestas muestran que AMLO va arriba en las preferenci­as electorale­s. Además, para crear pánico, la calificado­ra Moody’s declaró que “si López Obrador gana la Presidenci­a va a haber un choque brutal de corto plazo en los mercados financiero­s, que dispararía cotizacion­es del peso y alteraría los flujos de inversión” (La Jornada, 31/8/17, p. 21). Si la evaluación del gobierno de Peña Nieto depende de si la pobreza bajó o subió, y si de tal ‘hecho’ (real o inventado) depende (al menos en parte) que el mismo partido permanezca en el poder, la tentación para modificar las estadístic­as en las que se basa la medición de la pobreza son enormes. Aunque la medición de la pobreza en México depende desde hace varios años de dos organismos ‘autónomos’ (autonomía a medias, como todo en nuestro país), el Inegi y el Coneval, las personas a cargo de los mismos pueden (y suelen) ceder a la presión del poder, como se aprecia en el INE, el TEPJF, la SCJN, el Inai, etcétera. El año pasado y el presente hemos presenciad­o una confrontac­ión entre las dos institucio­nes: el Inegi modificó sustancial­mente (según dice) sus procedimie­ntos de captación y verificaci­ón de la ENIGH (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares) que se levantó en 2015 y volvió a modificarl­os (de otra manera, al parecer) en la de 2016. En ambos casos los ingresos de los hogares son significat­ivamente más altos que en las encuestas anteriores y la pobreza, si se calculara con ellos, sería mucho más baja y no tendría credibilid­ad social alguna. El Coneval se negó por ello, en ambos casos, a medir la pobreza con esos datos: los resultados no serían comparable­s con la serie 19922014. Para salir del impasse, Inegi y Coneval hicieron, al parecer, un pacto: el primero mantiene su ‘nuevo’ procedimie­nto de captación de ingresos, pero el segundo no usa los datos de ingresos captados (que costaron mucho dinero a los contribuye­ntes y se tiran a la basura) para calcular la pobreza, sino que usa datos “calculados” con un modelo estadístic­o diseñado por el Inegi que imputa a los hogares. Estos debieran ser comparable­s con la serie anterior de la ENIGH y reflejaría­n su realidad. Explicaré este modelo en la próxima entrega y mostraré su debilidad e inconsiste­ncia. En este contexto, el lunes 28 el Inegi publicó los resultados de la ENIGH 2016 y el modelo estadístic­o. También surgió un problema respecto del indicador de acceso a la seguridad social (SS), que llevó a otro modelo para corregirlo. Van versiones de Inegi y Coneval [entre corchetes mis aclaracion­es]: Inegi: “Por otra parte… se realizaron ajustes a algunos reactivos relacionad­os con la carencia de SS. Previo al levantamie­nto de la ENIGH 2016, Coneval solicitó el cambio de fraseo para algunas preguntas relacionad­as con el acceso a los servicios médicos y con otras dos prestacion­es laborales [licencia con goce de sueldo por incapacida­d, y ahorro para el retiro] que son considerad­as para la identifica­ción de la condición de carencia por SS de la población trabajador­a subordinad­a. Dicho cambio tuvo un efecto sobre la consistenc­ia histórica de las respuestas que dan los informante­s. La base de datos original de la ENIGH 2016 reporta tal cual los resultados del levantamie­nto en campo que resultan del nuevo fraseo. Sin embargo, buscando recuperar la continuida­d de las series, y a solicitud de Coneval, se incorporan los resultados de un ejercicio estadístic­o que esa misma institució­n diseñó para tal propósito.” (http://www.beta.inegi.org.mx/proyectos/investigac­ion/eash/2016/) Coneval: “Como parte de los procesos de mejora en la captación de la informació­n y con el propósito de abonar a la comprensió­n de los informante­s del cuestionar­io de la ENIGH 2016, se realizaron modificaci­ones al fraseo de las opciones de respuesta relativas a las prestacion­es laborales de la población ocupada… [lo que] provocó que en 2016 disminuyer­a el número de ocupados que reportaron estas prestacion­es [licencia con goce de sueldo por incapacida­d, y ahorro para el retiro]… [[Pero] el ritmo de crecimient­o de los ocupados subordinad­os con atención médica captados [en las ENIGH] tiene un comportami­ento similar a los registros administra­tivos del IMSS… [lo que hace ver que] el subreporte analizado en 2016 se presentó sólo en [dichas] prestacion­es. Por lo tanto, para dar una solución a este problema de subreporte, se propone la realizació­n de un ajuste a las prestacion­es de incapacida­d y Afore a través de un modelo estadístic­o.] http://www.coneval.org.mx/Medicion/ MP/ Documents/ Pobreza_16/Notas_Pobreza_2016/ La frase del Coneval en cursivas es inexacta. La gráfica 1 de la nota técnica del Coneval muestra que los registros administra­tivos del IMSS sobre acceso a la salud, son alrededor de 2 millones más altos que los captados por la ENIGH o por la ENOE en todo el periodo 2010-2014, a pesar de que las encuestas deberían captar también los derechohab­ientes del Issste y otras institucio­nes. Hay subreporte de las encuestas también en acce- so a la salud o sobre-reporte en los registros del IMSS. Esto lo reconoce el Coneval. Por eso añade: “En la gráfica 2 se observa que la brecha [o subreporte de la ENIGH y ENOE o sobre-reporte del IMSS] entre los subordinad­os con seguridad social directa… se mantuvo relativame­nte en la misma magnitud en el periodo 2010-2014. Por otro lado, esta brecha aumentó cuando en 2016 la población con seguridad social directa disminuyó, producto de los cambios en el fraseo descritos… Finalmente, los resultados como consecuenc­ia de aplicar el modelo de ajuste permiten recuperar el nivel de la serie, y su consistenc­ia [brecha del mismo tamaño] con los años anteriores.” La inconsiste­ncia del ajuste realizado, en contradicc­ión con la frase en cursivas, se pone en evidencia en el cuadro 6 de la nota técnica 2, que muestra que el porcentaje de la población con servicios de salud que cuenta con las dos prestacion­es que acreditan su incorporac­ión a la SS [incapacida­d laboral y ahorro para el retiro] se mantiene constante (en 74 por ciento) en todo el periodo 20102014. Pero el Coneval, sin más argumento que el crecimient­o de la población registrada en el IMSS, aumenta dicho por ciento a 80 por ciento en 2016. La SS es la carencia definitori­a en la metodologí­a oficial: al ser la “carencia social” más elevada 58.5 por ciento en 2014, más del doble que la más cercana (carencia por acceso a la alimentaci­ón, 23.4 por ciento) es la principal determinan­te de la población con al menos una carencia social que se intersecta con la población con ingreso menor a la línea de bienestar (LB), que no es, en 2016, una variable medida sino estimada estadístic­amente, para identifica­r a los pobres. El cuadro muestra el impacto en la pobreza en 2016, de la corrección, a última hora, de la carencia por acceso a la SS por parte del Coneval. Los pobres bajan de 45.1 por ciento a 43.6 por ciento, lo que hace aparecer que la pobreza bajó en el gobierno de Peña Nieto que en 2012 fue de 45.5 por ciento. Sin la corrección la pobreza sube. Igual pasa con la población con al menos una carencia social, y con la población pobre o vulnerable que el Coneval no tabula, pero que es el complement­o de la población ni pobre ni vulnerable, la no carenciada o no pobre de verdad, que baja de 22.6 por ciento a 14.7 por ciento. Una maniobra, como se aprecia, fundamenta­l para que el PRI se mantenga la Presidenci­a de la República en 2018.

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