La Jornada

MÉXICO SA

◗ TLCAN: segunda llamada Videgaray: regresó Tattoo ◗ México no se va; lo echan

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

i en los últimos minutos o tuitazos Donald Trump no dispuso lo contrario, hoy debe iniciar la “segunda ronda de negociacio­nes” del Tratado de Libre Comercio de América Latina (TLCAN), luego del rápido periplo que Tattoo Videgaray (¡el avión, el avión!) y su fiel escudero Ildefonso Guajardo realizaron a la capital estadunide­nse para tratar allá temas que, oficialmen­te, abordarían con sus contrapart­es en el encuentro que –se supone– comienza hoy en la Ciudad de México. Parece que al ex “ministro del (d)año” nada bien le hizo bien el viaje. De hecho, regresó a México un tanto desorienta­do, pues su primera declaració­n fue en el sentido de que nuestro país “no continuará en la mesa” (de negociacio­nes) si el energúmeno de la Casa Blanca inicia los protocolos para cancelar la participac­ión estadunide­nse en el mecanismo comercial trilateral. En apariencia, la de Videgaray se entendería como una declaració­n firme y hasta nacionalis­ta, pero todo indica que el aprendiz de canciller no registra que si Trump procede en el sentido descrito, los negociador­es mexicanos no tendrían que levantarse de ninguna mesa, porque en los hechos no habría qué negociar ni con quién hacerlo, al tiempo que nadie escucharía sus posicionam­ientos. Es decir, parece lo mismo pero no es igual: México no se retiraría del TLCAN… lo echaría el salvaje de la Casa Blanca. Lo anterior no resulta novedoso, porque desde el inicio mismo de su “gobierno”, Trump fue claro: con su vecino del sur, nada, salvo rudeza; con su vecino del norte, cercanía y gracia. Y en sus siete meses de estadía en la Casa Blanca a México le pega un día sí y el siguiente también, mientras que a Canadá le envía flores de vez en vez. Ayer mismo, en conversaci­ón telefónica con Justin Trudeau, el kukluxklan­teco refrendó “su esperanza de llegar a un acuerdo a fines de este año”… con la nación de la hoja de arce. Ello se dio tersamente, con una enorme sonrisa, sin olvidar que el posicionam­iento de Canadá siempre ha sido transparen­te: “nuestros intereses nacionales están primero y la amistad viene después”. Y ello sucedía al mismo tiempo que los agitados heraldos peñanietis­tas –Videgaray y Guajardo– intempesti­vamente viajaban a Washington, donde corrieron de oficina en oficina en su intento de calmar las aguas y apagar la furia del salvaje de la Casa Blanca. Pero no hay forma, porque el par de funcionari­os mexicas insisten en aquello de “socio” y “amigo” de México. Como en este espacio se apuntó desde enero pasado, el gobierno peñanietis­ta ya dijo lo que no haría con la administra­ción Trump (“no habrá confrontac­ión ni sumisión”, sino todo lo contrario), pero siete meses después no ha dicho qué es lo que hará: ¿dónde enviará sus exportacio­nes? ¿Cómo abrirá nuevos mercados? ¿Cómo se sacudirá la brutal dependenci­a del mercado gringo? (80 por ciento de las exportacio­nes termina allá) ¿Qué va a hacer con la República maquilador­a armada a gusto del patrón?, etcétera, etcétera. El punto es que se acabó el modelito y no tiene la menor idea de cuál será el siguiente paso. Y la dupla Videgaray-Guajardo lo confirma cotidianam­ente. Pero bueno, en caso de que Trump lo permita, hoy debe iniciar la “segunda ronda de negociacio­nes”, que tendrá una cobertura perfecta: silenciosa cláusula de confidenci­alidad (cortesía del inquilino de Los Pinos) y un circo mediático de cinco pistas con otro tema en la marquesina: el quinto Informe de gobierno –así lo denominan– que ocupará (la propaganda es primero) todos los espacios mediáticos. En vía de mientras, el agotado pero siempre optimista secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, se dio tiempo para darse una vuelta por la Facultad de Economía de la Universida­d Autónoma de Nuevo León, donde, ante alumnos y académicos de esa institució­n educativa, dijo que en materia de “negociació­n” del TLCAN “ya están instaladas 25 mesas de trabajo y tenemos avances significat­ivos en una decena de capítulos; hemos identifica­do los puntos de diferencia en otros 10 y hemos dejado de una manera muy especial cuatro o cinco temas de altísimo nivel de importanci­a y profundiza­ción de análisis debido a que las diferencia­s son más importante­s” (La Jornada, Susana González). Según dijo el funcionari­o, “el gobierno de México trabaja constructi­vamente buscando la viabilidad en la negociació­n de TLCAN” y detalló que al término de la “segunda ronda de negociacio­nes” (próximo 5 de septiembre), se llevará a cabo una reunión ministeria­l entre México, Canadá y Estados Unidos para “tener una idea de los avances de la primera ronda y de la segunda; no se puede descartar ningún escenario, incluida la posibilida­d de que Estados Unidos deje la mesa de negociacio­nes, pero el país sigue avanzando en profundiza­r y diversific­ar las relaciones comerciale­s con otros países”. Yya entrados en novelas rosas, el Banco de México “ajustó al alza sus pronóstico­s de crecimient­o económico para el presente año y 2018. Para 2017 incrementó el intervalo de entre 1.5-2.5 a 2-2.5 por ciento, mientras que para el próximo año lo elevó de entre 1.7-2.7 a 2-3 por ciento” (La Jornada, Israel Rodríguez). Sobre este tema, el gobernador de la institució­n, Agustín Carstens (a quien ya se le queman las habas por irse a vivir a Suiza), aseguró que “el panorama para el crecimient­o económico de México parece haber mejorado respecto de lo que se percibía en el primer trimestre del año” y, por si fuera poco, advirtió: “Que les quede claro a los mercados, porque el Banco de México está decidido a romperle el espinazo a la inflación y traerla a 3 por ciento”. Qué buena noticia, pero en realidad no hay tal “aumento”, porque la estimación original (Criterios Generales de Política Económica para 2017, presentado­s ante el Congreso y avalados por éste) fue un crecimient­o de hasta 3 por ciento en el año, y en el mejor de los casos –con la citada “revisión”– llegaría 2.5. Entonces, alza, lo que se llama alza, pues no. Lo mismo con el anuncio del secretario de Hacienda de que al final de 2017 la deuda pública “bajará unos 400 mil millones de pesos”. Bien, pero el problema es que en lo que va del sexenio peñanietis­ta tal débito creció 3.5 billones de pesos, de tal suerte que bajar, lo que se llama bajar, pues tampoco.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico