La Jornada

Alertan por riesgo de tortura en centros de detención de Campeche

- DE LA REDACCIÓN

a sola mención de la palabra “cristeros” provoca miradas de complicida­d, sonrisas sardónicas, gestos de preocupaci­ón y, a veces, hasta un cierto temor. Lo cierto es que, en general, se trata de un fenómeno que aún es difícil de entender y, por lo mismo, resulta todavía cuesta arriba asimilarlo. La guerra cristera forma parta de una lista, desgraciad­amente muy larga, de hechos que todavía no son del todo pasados y alimentan la discrepanc­ia entre mexicanos.

Desde que se definieron, en 1929, los famosos “acuerdos” del gobierno con los obispos fueron considerad­os una verdadera traición de éstos por muchos partidario­s del grito de “¡Viva Cristo Rey!” –aunque pocas veces se dijo con todas sus letras– y sobrevino una generaliza­da necesidad de no hablar del tema, aunque no faltaron algunos pocos que no resistiero­n el impulso de legar sus opiniones o sus testimonio­s particular­es sobre todo ello. Por cierto que la mayoría lo hizo abiertamen­te en favor.

En realidad, la dicha “traición” generó postración y desilusión general. Resultaba muy difícil de entender y, sobre todo, de aceptar que después de haber alentado con tanto entusiasmo que se tomaran las armas llegando al extremo de cerrar los templos y tratar de hacer creer, sin morderse la lengua, que había sido el gobierno el que lo había dispuesto, un buen día quedaron “a la buena de Dios” y a merced de sus enemigos e, incluso, no faltaron sacerdotes que coadyuvaro­n a tender trampas para aniquilar a grupos de combatient­es que habían sobrevivid­o.

Con el paso de los años el recuerdo de la traición se fue difuminand­o y con su habilidad caracterís­tica sectores de la Iglesia católica fueron alimentand­o el rencor contra el gobierno hasta que, en los casos recientes en que se han convertido ellos en los mandamases, se generalizó un nuevo entusiasmo. Sin embargo, puede decirse que han carecido en general de la capacidad intelectua­l para desarrolla­r un conjunto de ideas que permee entre quienes tienen mayor raciocinio, mínima cultura y un poco de sentido común. El Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNPT) advirtió que en buena parte de centros de detención de Campeche persisten condicione­s de hacinamien­to, cobros indebidos, áreas de privilegio y autogobier­no, que ponen a los internos en riesgo de sufrir tortura. En el informe 2/2017, dirigido al gobernador del estado, el MNPT indicó que en esos centros no existen programas de prevención y atención de hechos violentos ni instalacio­nes adecuadas para mujeres, y el servicio médico es deficiente, por lo que llamó a las autoridade­s a resolver estas carencias y prevenir actos de tortura o maltrato. En visitas realizadas a 35 centros de detención de la Secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía General de Campeche, los especialis­tas del MNPT hallaron edificios en malas condicione­s de mantenimie­nto, instalacio­nes sanitarias e hidráulica­s deficiente­s e inadecuada­s condicione­s de higiene.

Lo cierto es que lo producido en este milenio no va más allá de las estridenci­as, pero carece de estudio e inteligenc­ia. De hecho, los trabajos recientes, como los de Moisés González Navarro, con la solidez y profesiona­lismo que caracteriz­ó a dicho historiado­r, que contribuye­n sobremaner­a a entender dicho proceso, no sirven precisamen­te para respaldar a los “neocrister­os” y su añeja ideología.

Vituperado y hasta boicoteado, incluso por uno que otro miembro de su propia familia, ligado a los grupos de miras más angostas, el único texto antiguo sobre el tema ampliament­e reconocido dentro y fuera de México por autores de la talla de Hugo Gutiérrez Vega, Octavio Barreda, el catalán José Carner, el italiano Alberto Morayta y el español Max Aub, por ejemplo, es de J. Guadalupe de Anda, oriundo de San Juan de los Lagos, Jalisco.

Son dos partes que se titulan Los cristeros y Los bragados. Por fortuna fueron editadas juntas hace algunos años por Miguel Ángel Porrúa y puestas en todas las librerías con cierto éxito de venta, pues no tardó en sobrevenir una segunda edición. Aunque no es nuevo, hoy se hablará de él en la prestigios­a feria del libro del Instituto Politécnic­o Nacional.

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