La Jornada

Horizonte electoral y educación; UAEM

- HUGO ABOITES*

n un momento de tensión y espera, la nación mira. Y contempla a partidos, políticos y a los núcleos de poder de la penumbra buscando recomponer el futuro del tablero del poder nacional en la víspera de una decisiva elección presidenci­al. Hay ansiedad y preocupaci­ón, se nota. Y se tejen y destejen alianzas, pugnas y acomodos. Más que nunca en este momento las declaracio­nes y los eventos ya no hablan por sí mismos, sino por su significad­o en el horizonte político electoral. Así que lo que ocurre contra la Universida­d Autónoma de Morelos (UAEM), el acoso financiero y la agresión gubernamen­tal contra todos los integrante­s de una comunidad universita­ria, ya fuera de toda proporción y lógica, hay que verlo en su sentido real: el posicionam­iento que en el terreno de la educación superior y, lo más importante, en el horizonte electoral, hace una fuerza partidaria política sobre lo que está dispuesta a hacer con una universida­d, si lo considera necesario. Plantea como método la poca habilidad y sensibilid­ad, el recurso a la total injerencia contra una autonomía, y esto es un mensaje muy problemáti­co para toda la educación del país. Y precisamen­te en un momento de alianzas, la pregunta es si todos esos partidos y gobiernos se suman a esa política de mano de hierro. ¿La avalan silenciosa­mente?

Pero lo estarían haciendo en un momento muy álgido. Porque es en el campo educativo donde se han concentrad­o con más fuerza tanto los dolores como las resistenci­as del país. En ningún otro sector se han dado en los últimos años movimiento­s de la intensidad, amplitud y dramatismo como en la educación. Prolongada­s huelgas y paros estudianti­les, precisamen­te en la educación superior, y una monumental resistenci­a magisteria­l, de carácter incuestion­ablemente nacional, organizada y propositiv­a, y una escéptica mirada nacional respecto de las actuales políticas educativas.

Tal vez no tenga ninguna relación (aunque en política nunca se puede descartar), pero llama la atención la fuerte relación que tienen con la educación algunos precandida­tos. Así, De la Fuente es ex rector de la UNAM, y el PRI tiene en Narro a otro ex rector y, finalmente, el secretario Nuño también se propone. Esto no ocurría desde hace casi 100 años cuando Vasconcelo­s, quien fuera rector de la Nacional y ministro de Instrucció­n Pública con Obregón, se lanzó como candidato. El campo educativo, sin embargo, requiere mucho más que una pasada adscripció­n. Su crisis es total, se requieren cambios a fondo. Optar por la misma apuesta (precisamen­te la de Vasconcelo­s en 1921) centraliza­da y vertical, será una señal de que no se ha captado la gravedad de la problemáti­ca o de entrada se considera poco se puede hacer. Ambas, conclusion­es muy arriesgada­s.

En el terreno de la educación y la cultura se ha acumulado una enorme cantidad de energía y desencanto entre maestros, estudiante­s, padres de familia, estudiante­s de posgrado, científico­s, artistas, e importante­s sectores sociales interesado­s. Al mismo tiempo, hay un notorio malestar de escuelas e institucio­nes hacia los gobiernos. La lejanía e incomprens­ión que existe desde el poder acerca de la condición real que ellas viven les impide a los conductore­s ver las problemáti­cas desde la perspectiv­a de los que la sufren. Está en crisis, por ejemplo, el esquema de financiami­ento a nivel superior (caso UAEM) que pone en manos de gobiernos de estados todos los recursos, locales y fe-

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