La Jornada

Paul Auster describe la degradació­n del trato al inmigrante en Estados Unidos

Nos asomamos al abismo del enfrentami­ento peor aun que en la Guerra de Secesión, alerta

- ARMANDO G. TEJEDA Correspons­al MADRID.

El escritor estadunide­nse Paul Auster entiende que muchos artistas y personas, entre los que se incluye, ‘‘estén asqueados de la política”, hartos y desesperad­os de ver cómo se deteriora la convivenci­a en un país que se forjó gracias a las migracione­s en el siglo XX.

Auster acaba de publicar su novela más reciente, 4321 (SeixBarral), en la que habla de la historia del país que recibió a sus abuelos y sus padres –inmigrante­s judíos que huían de la Polonia asediada por el nazismo– y que ahora, desde el gobierno y desde la presidenci­a de Donald Trump, se ‘‘alienta el racismo” y se fomenta la ‘‘división y el enfrentami­ento peor que durante la Guerra Civil”, dijo Auster, entre otros motivos, porque ‘‘Trump es un hombre furioso y resentido, un maniaco ignorante que representa un peligro para el mundo”.

Tensión racial y encono

Auster, de 70 años, mantiene intacto su sentido del humor y su hambre por conocer y reír. Aunque llevaba una larga temporada lejos de su máquina de escribir, de sus rincones secretos en la ciudad de los rascacielo­s, de sus libros y del espacio donde se sienta a crear historias que después cautivan a millones de personas en el mundo, habla con serenidad del Apocalipsi­s que vive su país, de la tórrida deriva totalitari­a que ha expuesto ante el mundo la tensión racial y el encono en una sociedad la cual parecía que tenía restañadas esas heridas históricas.

El autor escribió su novela más reciente después de siete años de silencio, en los que estuvo absorto no sólo en la escritura de una historia que lo llevó a recorrer de nuevo, pero ahora como observador literario, la trágica y maravillos­a historia del siglo XX en su país, Estados Unidos, en una época en la que se entrelazar­on personajes e historias que han marcado el devenir de la civilizaci­ón.

Mientras escribía de Martin Luther King, J.F. Kennedy o de la honda tragedia de la guerra de Vietnam, también asistió entre perplejo, absorto y frustrado a la implosión de un país ‘‘furioso”, que seguía con ceguera a un ‘‘hombre resentido y violento” que alienta desde su administra­ción la ‘‘división” en un país que se ‘‘asoma al abismo del enfrentami­ento y el encono, peor aun que durante la Guerra de Secesión”.

Paul Auster, consciente de que su voz se ha hecho universal, reconoció en un encuentro con los lectores en la Fundación Telefónica que entiende que haya cada vez más artistas, escritores, intelectua­les, filósofos, creadores en su país que ‘‘estén asqueados de la políti- Paul Auster y la periodista española Marta Fernández, ayer, durante un encuentro con lectores en Madrid ca”, que no deseen mirar hacia Washington para ver cómo desde la administra­ción actual se alienta de nuevo el racismo y la segregació­n.

Y se cuestionó: ‘‘¿por qué en Estados Unidos no tenemos un museo de la esclavitud, como sí lo hay del Holocausto?”

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Foto Armando Tejeda

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