Publicarán la novela de...
con lo que se elimina la necesidad de comer. En Yellow Blue Tibia, Stalin reúne a un grupo de escritores rusos de ciencia ficción después de la Segunda Guerra Mundial para desarrollar un escenario hipotético de invasión alienígena… la cual puede ocurrir o no. En Bete, los animales hablan, pero aun así nos los comemos. Su libro más reciente, The Real-Town Murders, está situado en un futuro próximo en el que todos están conectados con El Resplandor, y en la cajuela de un auto aparece un cuerpo recién salido de una línea de producción automatizada… idea que fue sugerida inicialmente nada menos que por Alfred Hitchcock.
Así pues, innovar no es algo extraño para Roberts. Aun así, ¿le causó algún escrúpulo escribir algo en lo que aparecerá su nombre al lado de Anthony Burgess?
‘‘La respuesta breve es: sí. Es un novelista británico importante, y yo intentaba hacerle justi- cia, mantenerme fiel a su estilo y ethos, jugarle limpio”, dice Roberts. ‘‘Era mucho pedir. El reto técnico era en verdad muy específico: necesitaba escribir una prosa que capturara el sabor de Burgess capturando el sabor de Dos Passos, lo cual significaba ahumar los arenques de mis capítulos en el humo del verdadero Burgess: de ahí mi lectura de todo su catálogo. Pero había un peligro real de que el resultado fuera un desastre, una especie de muerte. Obviamente espero que no haya sido así.”
Y entonces, ¿es esta una novela de Adam Roberts o de Anthony Burgess?
‘‘Es una novela de Adam Roberts, pero basada en una idea de Burgess, que incorpora tanto del verdadero Burgess como me fue posible, y que le es todo lo fiel que pude ser. Espero que no parezca que soy evasivo… En verdad viví y respiré Burgess durante todo el tiempo que la escribí, y espero que eso aparezca en el resultado final.”
¿Y cuándo veremos el producto terminado? Volvemos en redondo a la idea de que todas las novelas son experimentales, no sólo en su escritura, como sin duda ocurre con El Príncipe Negro, sino también en su publicación.
Nuevo paradigma de edición
El Príncipe Negro será publicada por un sello relativamente recién llegado al mundo editorial británico, Unbound. El editor tiene un modelo progresista de negocios, basado en el financiamiento colectivo. Los proyectos se publican en el sitio de Unbound y tiene que haber un nivel determinado de promesas de personas interesadas para que el libro entre en producción. A diferencia de Kickstarter, por ejemplo, no hay una carrera de un mes para llegar a la meta y si no se logra se elimina el proyecto; los suscriptores de Unbound son más civilizados y pacientes. Al momento de su escritura El Príncipe Negro está financiada en 54 por ciento, a menos de la mitad de llegar a ser un libro de verdad, y no sólo con ejemplares reservados para los suscriptores, sino en plena producción para que cualquiera pueda adquirirlo.
‘‘La industria editorial en conjunto pasa por un periodo desafiante: el ascenso de los e-books, la proliferación de la autopublicación y otras formas de edición, han causado cierto desorden en el viejo modelo de negocios”, dice Roberts. ‘‘Como escritor, aún valoro todo lo que un editor apropiado puede añadir a lo que hago, y como lector aún confío en los editores como guardianes de la calidad. Pero Unbound es también un editor apropiado, aunque con un modelo de negocios diferente”.
Y, desde luego, no hay nada nuevo bajo el sol. Unbound se anuncia como el nuevo modo de publicar, pero tiene raíces en la forma en que antes hacíamos las cosas.
‘‘En cierta forma es un regreso a un modelo mucho más antiguo: el modelo del siglo XVIII y principios del XIX consistía en atraer a una lista de suscriptores, o patrocinadores, que aportaban el dinero para que el libro se publicara”, comenta Roberts. ‘‘Es de preverse que habrá un retorno a ese modelo. Será interesante ver a largo plazo hasta dónde llega este nuevo paradigma de edición”.
The Black Prince, de Anthony Burgess y Adam Roberts, será publicado por Unbound si se cumple la meta de financiamiento. Para suscribirse: unbound.com/books/theblack-prince © THE INDEPENDENT TRADUCCIÓN: JORGE ANAYA