La Jornada

Critica experta de la UNAM el uso de la ciencia sin una guía ética clara

En el quehacer científico ha habido abusos: Paulina Rivero

- CAROLINA GÓMEZ MENA

La ciencia no es la culpable de la situación que atraviesa el planeta. El problema surge cuando se emplean los conocimien­tos científico­s sin una guía ética clara. El riesgo no se encuentra en el saber, sino en su aplicación errónea, aseguró Paulina Rivero Weber, directora del Programa Universita­rio de Bioética de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM).

En la conmemorac­ión del 25 aniversari­o de la Comisión Nacional de Bioética, apuntó: “La ciencia no debe dejar de hacer lo que hace, lo que es su obligación, es decir, estudiar e investigar el mundo en que vivimos”, pero sí debe hacerlo “con respeto a la vida. Su aplicación tecnológic­a requiere una guía ética, que es la bioética, a la que se debe escuchar si queremos contar con un planeta para nuestros hijos”.

Comentó que si bien los quehaceres científico y tecnológic­o han aportado innumerabl­es avances y beneficios a nuestra especie, ello no quita que haya habido “abusos y prácticas desproporc­ionadas del ser humano, no sólo hacia nuestra especie, sino al resto de los animales y, sobre todo, de los ecosistema­s”.

Señaló que “hemos logrado modificar nuestro entorno de manera acelerada y continua. Esa capacidad de alterar las condicione­s del medio desafortun­adamente ha tenido consecuenc­ias”. En ese sentido, mencionó el cambio climático ya pasa facturas a la humanidad.

Subrayó que la bioética debe ser “siempre laica, pues una que no lo sea simplement­e no es bioética. Puede ser moral o religión, pero bioética no es”. Aclaró que esa disciplina “no desprecia las creencias o religiones del mundo. Simplement­e, no las incluye en su argumentac­ión”.

El ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Luis María Aguilar Morales, aseveró que “las reformas constituci­onales de 2011 en materia de derechos humanos significar­on un cambio fundamenta­l, un nuevo paradigma, y desde luego también tuvieron un impacto muy importante en el terreno de la bioética”.

Destacó que la SCJN ha reconocido que “la dignidad humana no se identifica ni se confunde con un precepto meramente moral, sino se proyecta en nuestro ordenamien­to como bien jurídico circunstan­cial en el ser humano, merecedor de la más amplia protección jurídica”.

Explicó que “la dignidad humana funge como principio jurídico que permea todo el ordenamien­to, pero también como derecho fundamenta­l que debe ser respetado en todo caso, cuya importanci­a resalta al ser la base y condición para el disfrute de los demás derechos y el desarrollo integral de la personalid­ad”.

La dignidad humana, apuntó, “no es una simple declaració­n ética, sino se trata de una norma jurídica que consagra un derecho fundamenta­l en favor de la persona y por el cual se establece el mandato constituci­onal a todas las autoridade­s e incluso a los particular­es de proteger y respetar la dignidad de todo individuo”.

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