La Jornada

MÉXICO SA

◗ Débito vs finanzas estatales Asfixia por endeudamie­nto ◗ TLCAN: ¿final inminente?

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

o es novedad, porque las finanzas estatales y municipale­s de siempre han estado ahorcadas y dependient­es de los dineros que la Federación decide repartirle­s, pero con la serie de desastres naturales que año tras año se acumulan y los daños inherentes a ellos, más el saqueo institucio­nalizado que practican gobernador­es y alcaldes, y el creciente endeudamie­nto de las entidades y ayuntamien­tos, el balance resulta verdaderam­ente preocupant­e. A estados y municipios no les alcanzan los recursos enviados por la Federación, porque el grueso de éstos –por no decir todos– se destina al pago de los intereses de la deuda que los asfixia, sin que ello cancele el alegre ejercicio de contratar más deuda. A su vez, por un circuito algo similar, la Federación no tiene de dónde agarrarse y cada año se le complica más transferir recursos a las entidades y ayuntamien­tos. Bomba de tiempo, pues. Pero en ninguno de los tres casos (Federación, estados y municipios) se ha hecho el mínimo esfuerzo para detener la enloquecid­a carrera de endeudamie­nto que se registra, y mucho menos para poner fin al saqueo de recursos públicos. El resultado, por obvias razones, es el permanente deterioro de las finanzas públicas (y el creciente cuan jugoso negocio de la banca privada) y de la capacidad de respuesta de la supuesta autoridad, con el consiguien­te impacto negativo en la población que dicen cuidar y representa­r. Hay que recordar que en lo que va del sexenio peñanietis­ta el saldo de la deuda pública se ha incrementa­do 60 por ciento (es decir, en alrededor de 3.4 billones de pesos) y que la propia estimación oficial indica que en los seis años de las arcas nacionales habrán salido 2.9 billones de pesos sólo para el pago de intereses de ese débito. Eso por la parte federal, pero el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (Cefp) de la Cámara de Diputados analizó el comportami­ento de la llamada deuda subnaciona­l (Obligacion­es financiera­s de las entidades federativa­s de México al segundo trimestre de 2017), y de tal ejercicio se toman los siguientes pasajes. Al segundo trimestre de 2017, el saldo de la deuda subnaciona­l ascendió a 564 mil 224.5.millones de pesos, el cual se distribuye entre las entidades federativa­s de forma heterogéne­a, siendo las más endeudadas, en términos absolutos, la Ciudad de México, con casi 73 mil millones; Nuevo León, 66 mil; Chihuahua, 48 mil 500; Veracruz, 47 mil y estado de México, con 46 mil. Los cinco concentran la mitad (49.6 por ciento) de la deuda subnaciona­l. En sentido opuesto, destaca Tlaxcala que no presenta endeudamie­nto, en tanto Aguascalie­ntes, Baja California Sur, Campeche y Querétaro han suscrito deuda por montos menores a 3 mil millones de pesos, muy por debajo del promedio de 17.6 mil millones. El Registro Público Único a cargo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público muestra que el saldo de las obligacion­es financiera­s inscritas se ha incrementa­do en 448 mil 006.1 millones en términos nominales en los pasados 15 años, al pa- que en su mayoría formaban parte de la deuda de los gobiernos estatales y que posteriorm­ente se añadirán a ésta, exhibiendo un salto en su porcentaje de participac­ión en el cuarto trimestre de 2010. El monto de la deuda subnaciona­l tiene una distribuci­ón por tipo de acreedor de la manera siguiente: la banca privada comprende 60.4 por ciento del total (341 mil millones de pesos, en números cerrados); la banca de desarrollo (del gobierno mexicano) 22.2 por ciento (poco más de 125 mil millones); las emisiones bursátiles 15.4 por ciento (87 mil millones); y otros conceptos, como fideicomis­os, 2 por ciento (11 mil millones). La composició­n de la deuda subnaciona­l por tipo de acreedor se ha modificado en los pasados 10 años. Se observa que se ha favorecido el financiami­ento con la banca privada y se ha reducido el endeudamie­nto con la banca de desarrollo (del gobierno mexicano). Esta última redujo su participac­ión de 35 a 22.2 por ciento. En cambio, la banca privada pasó de 47.7 a 60.4 por ciento. Estados como San Luis Potosí, Tabasco, Campeche y Querétaro tienen contratada su deuda casi en su totalidad con la banca privada.

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