La Jornada

Terremotos

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III

En la familia todos nos hemos esforzado para que Guillermo supere el trauma. A veces nos da muestras de haberlo conseguido, pero de pronto, por cualquier motivo, resurgen los recuerdos y su terrible sentimient­o de culpa. Hace mal en torturarse de ese modo; él no causó la muerte de Santiago. Guillermo cree que sí, por haber obligado a su hermano a buscar trabajo en vez de pasársela cambiando de una escuela a otra, pidiéndole dinero para inscripcio­nes y materiales que terminaban arrumbados en el cuarto de la azotea.

El desacuerdo entre Santiago y Guillermo los hacía discutir violentame­nte, y muchas veces terminaban a golpes. Después de esas peleas mi cuñado se iba de la casa jurando que no iba a regresar; pero antes de una semana volvía, dócil y cariñoso, con la promesa de enmendarse. Me parece que lo oigo decir: “Juro que esta vez sí voy a echarle ganas al estudio...” “Esta vez sí voy a usar el dinero en la inscripció­n...”

Yo sabía que sólo eran buenos propósitos. Guillermo, en cambio, confiaba en su hermano, por quien siempre tuvo inmenso cariño. Quería para él lo mejor. Cuando Santiago obtuviera su título de contador, como regalo, iba a ponerle un despacho en forma. Para no destruir sus ilusiones nunca le pregunté con qué dinero pensaba hacerlo.

IV

No pasó mucho tiempo sin que Guillermo se diera cuenta de que Santiago, nuevamente, lo había engañado. Se hartó del juego y decidió ponerle fin. Le recordé la cantidad de veces que me había dicho lo mismo sin que nada cambiara. Contestó: “Esta vez te juro que no será así. Se acabó.”

Nunca lo había oído tan contundent­e y, sin embargo, no le creí. Me equivoqué. Esa noche, cuando Santiago volvió supuestame­nte de la escuela, Guillermo le reclamó sus abusos, mentiras y burlas. No iba a tolerarlo más: de ahora en adelante no le daría un centavo. Si necesitaba dinero, que buscara un trabajo de lo que fuera.

Avergonzad­o y confuso, Santiago juró que ya no iba a ser una carga para nosotros: a partir de la mañana siguiente se pondría a buscar trabajo. Para nuestra sorpresa, mi cuñado lo hizo y con empeño. Antes de cuatro meses consiguió el puesto de velador en una fábrica de tintes para calzado. Cubrió su primer turno el l4 de septiembre de l985; cinco días después, el último.

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