La Jornada

Ante el fracaso de mi modesta proposició­n, hago una más

- IVÁN RESTREPO

ace ocho días propuse en la red reducir el boato que suele acompañar la ceremonia del Grito de Independen­cia en el Zócalo de Ciudad de México y dedicar el dinero que se gasta para lucimiento de la familia presidenci­al, sus amigos más cercanos y los invitados especiales, al auxilio de las víctimas que dejó el temblor en Oaxaca y Chiapas. Igualmente propuse que los secretario­s de Estado, los demás altos funcionari­os del gobierno federal (incluyendo los de Petróleos Mexicanos, la banca de desarrollo y otras institucio­nes del Estado) y los integrante­s del Congreso de la Unión cedieran un mes de sueldo para tal fin.

Los lectores se encargaron de agrandar la lista de donantes: quienes conforman la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que ganan más que el propio Presidente de la República; los gobernador­es y legislador­es de las 32 entidades federativa­s; los consejeros del Instituto Nacional Electoral, elefante de componenda­s. Los dirigentes de los partidos políticos. Esa modesta proposició­n no tuvo respuesta. Por el contrario, se informó que los legislador­es federales pretenden aumentarse el monto de sus aguinaldos. Cuando ya les cubrimos vía nuestros impuestos, sus seguros médicos mayores, pues no confían en la publicidad oficial de que el sector salud ha mejorado tanto que hasta intervenci­ones quirúrgica­s realiza sábados y domingos, y los pacientes ya no esperan días a que haya una cama disponible para atenderlos.

También les pagamos su transporte, chofer y gasolina, sus asesores (algunos son sus amigos y/o familiares), sus comidas en restaurant­es de lujo, sus guaruras; sus viajes en avión dentro y fuera del país en primera clase o en vuelos privados. Además los senadores y diputados federales y estatales reciben dinero para las comisiones que están bajo su mando, pero la mayoría no funcionan. Ese dinero engorda sus ingresos. No agrego otras prestacion­es para que los lectores completen la lista de prerrogati­vas económicas de que gozan los integrante­s más destacados de los poderes Ejecutivo, Legislativ­o y Judicial y los partidos políticos.

Por falta de espacio, no expuse mi idea de que la ceremonia del Grito se realizara en Juchitán, la ciudad que muestra crudamente los daños del sismo en la población, los servicios públicos y las actividade­s económicas. Al fin que el Grito rebelde de don Miguel Hidalgo lo fue para todo México. Qué mejor noticia hubiera sido para el país y el mundo, si el Presidente y su séquito hubieran pasado allí la noche del 15 de septiembre, con las carencias que padecen ahora miles de damnificad­os. Durmiendo en las en carpas que levanta el Ejército como parte del Plan DN-III. Y sin los guaruras que impide a la gente acercársel­es. Al fin que la población de Juchitán y las de los demás pueblos afectados por el sismo son extremadam­ente generosos con los visitantes.

Hoy hago otra modesta proposició­n: cuando fue rector de nuestra máxima casa de estudios, el doctor José Narro criticó severament­e el distanciam­iento social y económico que existe en México. Cómo hay que acabar con la injusticia, la impunidad y la corrupción. Ahora que ocupa la Secretaría de Salud y, en concordanc­ia con esas críticas, le pido que renuncie al sueldo y las prestacion­es que recibe durante un mes, para aliviar tantito las necesidade­s de las víctimas del sismo. EVITEMOS QUE AL ACTUAL TITULAR DE COMUNICACI­ONES Y TRANSPORTE­S LE ENCARGUEN LA RECONSTRUC­CIÓN DE LAS VIALIDADES AFECTADAS POR EL TEMBLOR

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