La Jornada

Las mujeres se imponen y no se quedan atrás en las labores de rescate de víctimas

No las detienen comentario­s como “¡No carguen, que se van a lastimar!”

- JESSICA XANTOMILA

La participac­ión de las mujeres en todos los ámbitos para ayudar a los damnificad­os del sismo no se ha quedado atrás. Y aunque han recibido algunos comentario­s como “¡No carguen, que se van a lastimar!” o “¡Mejor ayuden a acomodar!”, la mayoría se ha impuesto.

Isabel González, estudiante de paramédico, no ha parado. “En cada acción pienso que pudo ser mi familia la que está bajo los escombros”, afirmó. Equipada con casco, botas, chaleco y otras herramient­as, mencionó que desde el martes en la noche quería salir a ayudar.

“Es nuestro deber como paramédico­s apoyar en estas jornadas; todos somos hermanos, sin importar si somos extranjero­s”. El miércoles llegó a la calle de Medellín y se integró a la cadena para el acarreo de víveres, pero también atendió heridos.

“Me tocó una persona que estaba tan impresiona­da que no paraba de vomitar. Se le brindó ayuda sicológica y medicament­o intravenos­o, pero no paraba”, narró la joven de 21 años.

Explicó que aunque como paramédico­s reciben una preparació­n que incluye ejercicios físicos, algunas personas creen que las mujeres no pueden hacer ciertas cosas. Relató que mientras colaboraba en el traslado de garrafones de agua le dijeron: “Si quieres quítate, ve hacia atrás”, pero ella insistió en que podía, por lo que “se sorprendie­ron”. Incluso hubo quien la apuraba para pasar los paquetes, a lo que ella les contestó: “Tranquilo, sí puedo”.

Marissa Lechuga, abogada, ha colaborado de diferentes maneras: desde formar parte de la cadena humana para pasar víveres y preparar comida, hasta estar en un punto de derrumbe donde todavía se encontraba una persona atrapada. “Es algo único”, aseguró sobre su experienci­a.

Mientras esperaba ser llamada para colaborar en la remoción de escombros del edificio de Álvaro Obregón 286, narró que salió a ayudar al segundo día de que sucedió el temblor de magnitud 7.1. Señaló que es impresiona­nte lo que ha presenciad­o estas horas. Por un lado, mirar las calles y verlas con edificios colapsados o a punto de caer le genera tristeza profunda, pero por otro, “el hecho de ver a tanta gente unida, ayudando en lo que sea, es hermoso”.

Narró que durante su participac­ión para remover escombros de un edificio ubicado en la calle de Amsterdam, en la colonia Hipódromo Condesa, alguien le pidió que no cargara cubetas porque “están demasiado pesadas”, por lo que decidió dejar que algunos compañeros la ayudaran.

Yenifer Sánchez, de 21 años, se unió el jueves pasado a una brigada ciclista. Al inicio tuvo que dar con un acopio donde la necesitara­n, pero una vez que lo encontró, no ha dejado de rodar. “Sentía mucha impotencia de estar en mi casa; veía las noticias y quería salir a ayudar a mi país”, sostuvo. “Ha sido cansado”, pero seguirá, afirmó.

Varias mujeres han hecho incluso brigadas feministas para acompañars­e y cuidarse mientras colaboran para ayudar a los damnificad­os.

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Jóvenes mujeres esperan su turno para entrar a recoger escombros en un inmueble de la calle Gabriel Mancera, en la colonia Del Valle de la Ciudad de México, el 22 de septiembre ■ Foto Alfredo Domínguez

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