Entre la remoción de escombros, Jojutla intenta retomar su vocación comercial
Vendedores tratar de “mover” su mercancía para no enfrentar más pérdidas
Hundida en sus pensamientos, la mujer lleva horas, días, a las afueras de lo que fueran su hogar y su negocio. Aunque ningún pariente murió, su futuro luce negro, porque la devastación de su patrimonio fue total: casa, negocio y, por añadidura, el despacho donde laboraba su marido. Por eso no sale de su atormentada pregunta, ¿qué vamos a hacer?
A pesar de tanta calamidad agradece que el destino por lo menos la dejó vivir. Salvó su vida de milagro, pues, junto con su cuñada, fue rescatada de los escombros por vecinos y familiares en el centro de Jojutla. En apenas un minuto se transformó radicalmente el panorama que ahora luce desolador.
Cuando fue rescatada de entre las ruinas, Jojutla ya no era igual. Buena parte de las viviendas y comercios habían desaparecido, convirtiéndose en un montón de piedras.
Han pasado días desde el terremoto, y la mayoría de los jojutlenses continúan empeñados en descifrar qué solución le van a dar a sus necesidades inmediatas, en resolver los destrozos de sus casas y asegurar lo esencial: donde comer, dónde dormir. retomar su actividad económica para garantizar el sustento.
Aunque se ordenó el cierre del mercado, algunos marchantes han reabierto sus negocios porque los perecederos no aguantan más. Urge vender la mercancía antes de que se acumulen más pérdidas.
Con 10 años en su puesto de frutas y legumbres, Luis Alberto reabrió ayer su negocio. Aunque su casa está a medio tirar, con derrumbes parciales, ha dedicado la mañana para vender, aunque “así nomás de cálculo, he vendido sólo 20 por ciento de lo normal”. Esa proporción parece ser la media de ventas entre quienes han reabierto los puestos.
Rodeada de casas destrozadas, del interminable bullicio de trascabos y cuadrillas que no paran, Irma ha vuelto a sus labores de expendedora de pollos rostizados en una de las esquinas de la colonia Zapata. Las ventas están desplomadas, pues ha vendido 25 pollos, cuando en un fin de semana normal prepara más de un centenar.
Para mayor desgracia, su giro comercial no parece muy lucrativo en estos días. Toneladas de alimentos recolectados por ciudadanos solidarios de todo el país fluyen diariamente para que, al menos, comida no falte.