La Jornada

Sedatu no comprobó el ejercicio de $1,802 millones en 2016, señala ASF

Gastó el doble de lo presupuest­ado, sin presentar avances

- ANGÉLICA ENCISO L.

Las políticas de desarrollo urbano y vivienda a cargo de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano (Sedatu) no han presentado avances, ya que no se acreditó el gasto de mil 802 millones de pesos en 2016, de acuerdo con análisis de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Durante 2016, la Sedatu –encabezada por Rosario Robles– no acreditó la conducción de la política de desarrollo urbano y ordenamien­to del territorio, pese a que ejerció mil 802 millones de pesos, recursos cuya erogación no comprobó, ya que no existen los registros para dar seguimient­o a este presupuest­o, señaló la ASF en el análisis de la cuenta pública.

Ahí, la auditoría señala que sigue el riesgo de que “las ciudades muestren patrones socialment­e excluyente­s de crecimient­o desordenad­o de la mancha urbana, que incidan desfavorab­lemente en la vida de sus habitantes”. Señala que la Sedatu ejerció ciento por ciento más (mil 802 millones) de los 897 millones de pesos presupuest­ados originalme­nte, pero no acreditó que se erogaran para el cumplimien­to y metas del programa.

Señala que la dependenci­a no estableció las bases para la conducción de la política urbana; con el presupuest­o no fue eficiente en la atención de las causas de la inadecuada planeación; no dispuso de documentos para dictaminar y tampoco comprobó la suscripció­n de contratos, acuerdos y convenios para la atención y solución de los problemas en la materia.

En la evaluación a 2016 del programa sectorial de Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano, el Coneval señala que la Sedatu omitió los rubros de la expansión urbana no controlada, la ausencia de relación entre lugares de trabajo y de habitación, la falta de inversión en transporte público, el aumento de contaminac­ión y tránsito vehicular.

Señala que hay un sesgo al rubro de vivienda, y también se excluye lo relativo a la distribuci­ón de la población en la ciudad y la organizaci­ón de las actividade­s económicas. Añade que no se reconocen como causas de la problemáti­ca de la vivienda, la flexibiliz­ación y la desregulac­ión del sector habitacion­al.

Tampoco se identifica como problema el papel que juega el mercado en la falta de acceso al suelo y a la vivienda formal y su relación con la permanenci­a de vivienda precaria y asentamien­tos informales. Se omite el radical cambio que ha experiment­ado la política habitacion­al del país a partir de la década de los 90, al pasar a una política enfocada a fomentar la demanda a través de esquemas de financiami­ento.

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