La Jornada

Poco a poco hay más camas desocupada­s en los albergues

Adultos mayores y discapacit­ados, muchos de los allí alojados

- JESSICA XANTOMILA

En entrevista con La Jornada, Marisela Sánchez, residente de Benito Juárez y testigo de cómo ocurrieron los hechos en el número 714 de Saratoga, narró que luego del colapso del inmueble, llegaron elementos de la Marina, quienes le confirmaro­n a los vecinos que Candy –como la conocían sus familiares y amigos– estaba viva entre los escombros.

Sin embargo, poco después el Ejército acordonó el área y Corral Arriaga ya no permitió el paso de las decenas de rescatista­s y voluntario­s que se encontraba­n en el lugar. Al ser cuestionad­a sobre las razones de que impidiera el paso, respondió que tenía “órdenes de muy arriba” de demoler el edificio y no poner en riesgo la vida de nadie más.

Una burócrata con poder

“Había pruebas de que (Candy) seguía con vida y nos pareció lo más absurdo que esta funcionari­a lo negara. ¿Quién era ella?, ¿experta en estructura­s?, ¿experta en seguridad? Era una burócrata con poder, que todo el tiempo tuvo una actitud prepotente y evitó la ayuda de los topos”, denunció.

Para la vecina, el hecho de que no se rescatara a la víctima “está relacionad­o con que Candy era trabajador­a doméstica, migrante y madre soltera. La discrimina­ción tuvo mucho que ver con esto, porque si hubiera sido un funcionari­o el que hubiera estado adentro, te juro que en dos horas lo sacan”.

Sánchez destacó que en tres horas y 50 minutos los topos lograron sacar a Tovilla de entre los escombros, luego de entrar al lugar casi por la fuerza, y reiteró que muchos vecinos responsabi­lizan a Olivia Corral, “porque su negligenci­a, arbitrarie­dad, cerrazón y prepotenci­a, hicieron que Candy estuviera allí tres días y se asfixiara”. Adultos mayores, madres solteras y personas con discapacid­ad permanecen en albergues con un futuro incierto. Angie tiene 65 años de edad, llegó el viernes pasado al Deportivo Cuauhtémoc, ubicado en la colonia Buenavista, con sólo dos bolsas de mano, luego de un peregrinar, pues tras el sismo del 19 de septiembre el hermano con el que vivía la corrió del departamen­to.

Mientras se encontraba en su clase de manualidad­es, narró que el sismo de magnitud 7.1 le tocó afuera de las oficinas de la Secretaría de Educación Pública, en José María Izazaga. Como pudo se dirigió a la colonia Doctores, donde se encuentra el edificio que habitaba con su hermano Benjamín desde hace nueve años. Tras una discusión que incluso involucró golpes, contó que la sacó.

La noche del martes durmió en un parque, no recuerda el lugar exacto, pues dijo que estaba en shock, después “alguien del DIF me encontró y me llevó al Deportivo Mina”, ubicado también en la colonia Buenavista.

De ese lugar la trasladaro­n al de Cuauhtémoc, donde hasta ayer sumaban 150 personas alojadas, entre ellos 20 adultos mayores y 60 niños. Angie aún no sabe qué será de ella, no localiza a su hermano David, y aunque lo que más desea es visitar a su único hijo que vive en Tabasco, no sabe si lo logre, pues aseguró que él no la quiere ver.

En ese mismo albergue viven ahora las hermanas López, de 25 y 26 años, ambas son madres solteras, originaria­s de Chiapas. Retomar sus vidas tampoco les será fácil, pues la única que trabajaba fue despedida antes del sismo, y Margarita cuida a las tres niñas que tienen. La familia rentaba un departamen­to en el Centro.

Tras el sismo las desalojaro­n y lo que alcanzaron a tomar de sus pertenenci­as es ropa de sus hijas menores de tres años. Sus familiares en Chiapas no les pueden proporcion­ar ayuda, porque “prácticame­nte no tienen dinero ni para ellos mismos. Se conforman con saber que estamos bien y juntas”.

Julio Maldonado, de 52 años, es discapacit­ado. Hace dos meses le amputaron la pierna derecha. Desde el martes pasado llegó con su hermana al albergue del Deportivo Mina, y lo que más desea ahora es regresar a Tamaulipas, su tierra, “aquí ya no hay más qué hacer”, asegura.

Sentado en una silla de ruedas que le fue obsequiada en este lugar, narró que al momento del sismo se encontraba en el departamen­to de su hermana, ubicado en el tercer piso de un edificio en la colonia Guerrero. Decidió salirse también “porque si hay otras réplicas no podré bajar rápido”.

Al menos en los albergues de los deportivos Mina y Cuauhtémoc principalm­ente quienes se encuentran ahí son mujeres y niños. En ambos, se informó que aún tienen víveres y se brindan diversos servicios, pero la ayuda se necesitará todavía por varios meses. Otros sitios, sobre todo particular­es, donde también se daba alojamient­o han ido cerrando.

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Familias que vivían en los edificios ubicados en Canal de Miramontes, entre Calzada del Hueso y la Alameda del Sur, enfrentan días de incertidum­bre. Sus viviendas se encuentran desalojada­s y mientras esperan los dictámenes estructura­les sobreviven en...

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