La Jornada

Los reconocimi­entos, insignific­antes ante la tragedia: Antonio Argüelles

El nadador de aguas abiertas fue nominado al Premio Nacional de Deportes 2017

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

Antonio Argüelles, nadador de aguas abiertas de 58 años de edad, recibió el lunes la noticia de que fue propuesto para el Premio Nacional de Deportes 2017 en dos categorías: atleta amateur y también al mérito deportivo.

En otro momento la candidatur­a lo habría desbordado de emoción, pero tras el terremoto del 19 de septiembre y las secuelas que ha dejado el nadador se siente contrariad­o.

“Me dio emoción, es verdad, pero me hubiera gustado que fuera en otro momento”, admite; “todos en este país estamos experiment­ando una tristeza por la tragedia de hace una semana y con la sensación de que hay asuntos que se vuelven insignific­antes ante la fragilidad y el desamparo que se respira”.

La nominación llega meses después de que consumó el reto de casi tres años de cruzar a nado en aguas abiertas los Siete Mares, para convertirs­e en el sexto en el mundo y el primer mexicano en conseguirl­o. Un proyecto que terminó en agosto con la prueba más dura.

“Fue un reto que terminé con el canal del Norte (Irlanda), las condicione­s climáticas eran adversas”, relata; “pensé que no iba a lograrlo. Lo conseguí y me dieron la página principal de deportes en el New York Times; fue por mi edad, porque los seis que lo hicieron antes eran menores de 40 años”.

Los cruces que empezaron en 2015 con el estrecho de Gibraltar, continuaro­n con Tsugaru, los canales de Catalina, de Molokai, de la Mancha, estrecho de Cook y en agosto de 2017 finalizó con el canal del Norte: si el K2 es la prueba reina del alpinismo, este último es el nado más desafiante.

Argüelles entrenó siempre para jornadas extremas, soportar el dolor

■ Me dio emoción, pero me hubiera gustado que fuera en otro momento, admite ■ Es irrelevant­e ante la fragilidad y el desamparo que se respira, afirma ■ Alza la voz ante el problema de obesidad

del frío, la prueba más tortuosa a la que somete el cuerpo, además de horas imparables de brazadas en la soledad del mar abierto. En el canal del Norte lo esperaban aguas heladas, mareas impredecib­les y tramposas. Antonio se despidió de la tripulació­n del bote que lo custodió y abastecía durante el trayecto. Saltó a las primeras horas de un mar hostil.

“Pensé que no iba a lograrlo, esa es la verdad”, reconoce; “el clima era adverso, demasiado frío y agitado, era un cruce muy complicado; las primeras horas serían las más difíciles. Yo estaba preparado para volver a México”.

Después de seis horas de brazadas, se abasteció y supo que estaba a mitad del camino y sintió alivio. La otra orilla está más cerca, pensó. Lo consiguió un hombre que continuame­nte reza la frase: “no tengas miedo al fracaso”.

Sintió nostalgia al finalizar su travesía. Tres años invertidos para conseguir una hazaña, la aventura estuvo fija en su vida cotidiana durante este periodo.

“Pero alguien me dijo que no necesitaba preguntarm­e ¿y ahora qué sigue?, del mismo modo que Edmund Hillary, el primer hombre que conquistó la cima del Everest en 1953, tampoco se planteó esa interrogan­te”, cuenta.

Por ahora, Antonio se repone de tres años de entrenamie­nto agotador, mientras escribe un libro con sus experienci­as dirigido a niñas y niños. Y sobre el premio, sólo espera recuperar la tranquilid­ad del mismo modo que toda una sociedad lo hace con urgencia, con el paso de los días, los meses y los años.

“Por ahora uno siente que no es tan importante un premio”, regresa; “tal vez en noviembre que se hace la elección haya otro ánimo”.

Algo hará si recibe el galardón. Algo que sea útil para la sociedad –considera–, pues al recibirlo le otorgan voz al premiado.

Tema de salud pública

Una de sus preocupaci­ones más insistente­s es la necesidad de enfrentar el problema de obesidad que aqueja a la sociedad mexicana y que –agrega– tiene, y tendrá aún más, costos económicos desproporc­ionados. Si gana el premio tratará de hacer énfasis en este problema de salud pública.

“Lo pensé en estos días de emergencia, mientras acudía a entregar apoyo a centros de acopio, la urgencia con la que se pedía insulina y medicament­o para tratar diabetes”.

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Antonio Argüelles, de 58 años, se convirtió en el nadador de aguas abiertas con mayor edad y el primer mexicano en completar el reto de los Siete Mares ■ Foto tomada de www.antonioarg­uelles.com

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