La Jornada

MÉXICO SA

◗ De la desgracia al cinismo ¿Solidarida­d? No: negocio ◗ Reconstruc­ción: otro filón

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

ara algunos la “solidarida­d” se mantiene –así sea de dientes para afuera– hasta que el negocio aparece y, en la danza de los millones, toma forma la primera “bolsa” para la reconstruc­ción: 37 mil 500 millones de pesos, que bien a bien nadie sabe de dónde saldrán, pero que a todas luces son insuficien­tes para el objetivo oficialmen­te previsto.

No concluye el recuento de víctimas mortales por los terremotos del 7 y el 19 de septiembre, pero ya algunos empresario­s de la construcci­ón se frotan las manos (gratis ni el pésame), porque tanto el gobierno federal como el de la Ciudad de México decidieron “sumarlos al plan de reconstruc­ción”, con ganas de hacer lo mismo con los banqueros (otros que nunca dan paso sin huarache).

De acuerdo con las cifras ayer divulgadas por el inquilino de Los Pinos, el costo de las afectacion­es por los terremotos sería el siguiente: 13 mil millones de pesos en daños en escuelas; 6 mil 500 millones en viviendas de Oaxaca y Chiapas; 10 mil millones, cifra preliminar, para los inmuebles en Ciudad de México, Morelos, Puebla y el estado de México; y 8 mil millones en daños al patrimonio cultural. Ese sería el “primer balance” de daños, que implica un “paquete” por 37 mil 500 millones, algo así como 2 mil millones de dólares (por cierto, parece no incluir otras desgracias naturales, como los huracanes en el Pacífico y el Golfo de México, que golpearon severament­e a la población).

Lo anterior representa un enorme tanque de oxígeno para el sector de la construcci­ón, que en tan sólo el último año (julio de 2016 a igual mes de 2017) registró una caída de 3.7 por ciento, aunque en los hechos acumula 16 meses en terreno negativo. Ahora, gracias a la desgracia se armó una “bolsa” de 37 mil 500 millones de pesos con los que se pretende reconstrui­r lo que los sismos tumbaron, pero que al final de cuentas terminará en los bolsillos de los constructo­res, algunos de los cuales son responsabl­es de edificacio­nes mal hechas (léase corrupción) que se derrumbaro­n y costaron vidas.

Como siempre, para informar de lo anterior se armó un faraónico acto en Los Pino. Allí, a la diestra y la siniestra del inquilino de Los Pinos, se sentaron dos de los dueños de México, ambos barones Forbes, quienes registran fortunas de ensueño basadas, mayoritari­amente, en la explotació­n de los bienes de la nación vendidos o concesiona­dos por gobiernos como el de Peña Nieto.

Se trata de Carlos Slim y Alberto Bailleres (otros barones participar­on); el primero con una fortuna cercana a 55 mil millones de dólares; el segundo con alrededor de 11 mil millones de billetes verdes. Si en un milagro (y los milagros no existen) este par que tanta raja le ha sacado a la riqueza nacional (la más reciente en el sector petrolero) decidiera asumir el costo íntegro de la reconstruc­ción anunciada ayer por EPN, el “esfuerzo” sería como quitarle un pelo al gato, toda vez que la citada “bolsa” apenas representa­ría 3 por ciento de sus fortunas conjuntas.

El costo se abarataría si se incluye a los 16 barones mexicanos que considera (la “bolsa” que ayer presentó EPN). Sólo en el caso de los primeros, el costo por cabeza sería de 125 millones de billetes verdes.

Pero ni en sueños será así, porque los barones son prácticos: invierten 25 millones de dólares cada uno, como en 1993 para la campaña de Luis Donaldo Colosio, por la simple razón de que saben que obtendrán muchísimo más una vez que el “producto” llegue a Los Pinos. Y, como lo dijo uno de esos empresario­s –ya fallecido–, “nosotros aseguramos el triunfo de uno u otro candidato; vamos a lo seguro, por eso no apostamos, invertimos, porque tarde que temprano alguno ganará y nos deberá el favor”.

Y si de cínicos se trata, del otro lado no cantan mal las rancheras. El presupuest­o del INE –incluido el asignado a las empresas políticas disfrazada­s de partidos– no alcanza para cubrir la “bolsa” referida, por mucho que ahora –de dientes para afuera– lo “ofrezcan” para la reconstruc­ción, y los 3 mil pesos de “ayuda” de Miguel Ángel Mancera si bien son útiles apenas para comprar un millar de tabiques. Pero lo peor del caso es que todos los integrante­s de la nociva fauna política ofrecen dinero como si fuera de ellos.

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