La Jornada

El dinero y los partidos

- BERNARDO BÁTIZ V.

l PRI no puede existir sin dinero público; lo trae en sus genes. Nació en 1929 con el nombre de Partido Nacional Revolucion­ario; su acta de nacimiento se levantó en Querétaro el 4 de marzo. Emilio Portes Gil era presidente de México y jefe máximo con mando indiscutib­le sobre todo lo que entonces se movía en política. Plutarco Elías Calles fue quien concibió y engendró al partido oficial desde el poder. El 25 de enero de 1930, el presidente emitió un decreto mediante el cual todos los empleados públicos quedaron obligados a contribuir al sostenimie­nto del recién nacido.

La fórmula fue sencilla: descontar desde la Tesorería la cuota fijada; a partir de entonces, el partidazo con sus tres denominaci­ones, PNR, con ribetes nacional socialista­s; PRM, de inspiració­n cardenista y finalmente PRI a partir de la contrarrev­olución alemanista; tres nombres distintos, pero una sola fuente de financiami­ento verdadera, ha subsistido de dineros del Estado, como una especie de organismo descentral­izado y como tal dependient­e de lo que abierta o veladament­e le pueda dar el régimen.

Ha sido claro que PRI y gobierno son vasos comunicant­es; hoy su presidente anuente a Los Pinos propuso devolver el dinero que le correspond­e, para que la Tesorería disponga de esos fondos en ayuda de los mexicanos que fueron perjudicad­os por terremotos e inundacion­es. Se trata de sacar dinero de una bolsa del pantalón, para meterlo a la otra. El presidente del partido, al igual que cualquier otro director o gerente de algún organismo descentral­izado, actúa como una pieza del sistema.

Durante mucho tiempo el PAN, “cuando era decente”, como dice mi amigo regiomonta­no Herminio Gómez, se negó a recibir recursos oficiales, ni como subsidio ni después como prerrogati­vas. Vivió de la generosida­d de sus fundadores y del gran corazón de sus militantes de la primera hora. En la veintena de años que van de 1970 a 1990, sus fuentes de ingreso fueron las cuotas de sus diputados, contribuía­n con 33 por ciento de las dietas y las rifas de vehículos.

A quien se debe la organizaci­ón de aquellos sorteos de cochecitos Volkswagen, fue a don Alfonso Ituarte Servín, hombre íntegro, quien, ya retirado de sus negocios, se entregó en cuerpo y alma a las finanzas del partido; se requería permiso de la Secretaría de Gobernació­n, cuentas claras y honradez. No está de más recordar que fue de los primeros en comprar un terreno en el rumbo de Coapa, del que desprendió de un buen lote para donarlo al PAN al que servía y al igual que todos entonces, entregaba trabajo e inteligenc­ia sin cobrar un centavo.

Los panistas de entonces contribuía­n en horas que regateaban a trabajos personales y a la familia, además de tiempo, prestaban vehículos, casas, mimeógrafo­s y equipos de sonido. El PAN era como decían en los viejos tiempos, “pobre pero honrado”. Y así y todo, antes de la llegada de los empresario­s y de su complicida­d con Salinas, el partido se fortalecía y ganaba alcaldías, curules y escaños.

Los otros partidos que se decían de oposición, el Partido Popular, de Lombardo Toledano, y el Auténtico de la Revolución Mexicana eran claras dependenci­as del gobierno en lo económico y en lo político; hablo de los primeros años de la segunda mitad del siglo XX. Un joven político que acabó en la cárcel por no se qué intrigas, Mario Guerra Leal, escribió un libro revelador: sabía bien lo que pasaba, fue secretario por largo tiempo del presidente del PARM y en ese libro, Los sótanos de la política mexicana, describe cómo los partidos de entonces, al igual que la mayoría de los de ahora, para subsistir, tenían que pasar por las horcas caudinas de la Secretaría de Gobernació­n.

Corrió el tiempo y el PRI sigue dependiend­o del dinero público, con la novedad que se encuentra metido por errores propios y abusos, en un callejón estrecho del que no encuentra salida. Propone un golpe efectista: renunciar a sus prerrogati­vas en efectivo y pretende arrastrar en esta propuesta a todos los demás. A ese partido no le importa mucho, seguirá viviendo del erario.

El PRD nació aceptando prerrogati­vas, pero con el tiempo perfeccion­ó sus fuentes de ingreso vendiendo presencias, ausencias y votos, culminó esta carrera entreguist­a al firmar el Pacto por México. Como otros, no es un partido que pueda subsistir con sus propios recursos.

Morena ha sido diferente; logró firmas y asambleas suficiente­s para constituir­se en partido nacional sin apoyo económico de nadie y con el duro trabajo de sus militantes. En la coyuntura actual fue el primero en mostrar generosida­d, propuso inicialmen­te 25 por ciento de sus recursos para Oaxaca y Chiapas, después del sismo del día 19 incrementó su ofrecimien­to a la mitad de sus prerrogati­vas para la reconstruc­ción. No sólo hace propuestas, lo ha hecho ya en forma discreta con el ejemplo; son 15 escuelas universita­rias en el país las que se sostienen con ingresos que donan diputados y asambleíst­as.

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