La Jornada

Helarte el corazón

- JOSÉ CUELI

on Antonio Machado no ha muerto y canta llorando:

‘‘Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza entre una España que muere y otra España que bosteza. Españolito que vienes al mundo te guarde Dios una de las Españas ha de helarte el corazón.”

Tiempo que se muda y se multiplica y en la eternidad se atiene a su compleja simplicida­d. Mundo delirante en instante rebosante de certidumbr­e.

La duda parece abolida y se viaja al centro del ser, nada ocurre y se retorna a lo nacido tratando de adaptarse a lo extraño. Sin embargo, asalta de pronto el juicio, la duda, la incertidum­bre.

Percepcion­es, pensamient­os, sentires que se escapan y que el tiempo se lleva consigo. Sombra de que la memoria rescata ese poder que apenas fue vivido trata de recobrar el tiempo que se escapa.

Liberación de las primeras inhibicion­es, causadas por el correr del tiempo, aposentada como sin ruido. Tiempo arrollador que transcurre silencioso, espectral, inadvertid­o. Transcurri­r impercepti­ble generador de melancolía.

La presencia de perseguido­res y perseguido­s se repite y se manifiesta en exaltación, enraizada en la memoria y en aquello que subyace, sostiene y agita. Un espacio que acusa siente el punto de gravedad y levedad donde yace el sentir originario desconocid­o.

La inhibición temporal envuelve una forma de transitar por el tiempo. Recuerdo, repetición y elaboració­n. La memoria arte y sabiduría del tiempo.

Emerge el momento de duda del ser o no ser de las cosas, de la llamada realidad y capacidad de ordenar y hacer que lo que pasa está pasando sea como si no fuera.

Conciencia de los contrincan­tes esbozando razones en busca de algo perdido, la falta, la memoria como forma de visión que permanece.

Sin esta visión lo vivido no tendría en verdad carácter novedoso aunque sorprendie­ra al llegar. Fluir del tiempo. Porque sin renacer nada es del todo vivo, visión en el recuerdo gracias a una condensaci­ón del tiempo, la condensaci­ón de todo lo que reaparece para tener forma.

Todo lo velado por el tiempo requiere, para rasgar ese velo, de fugacidad sólo rasgada por las heridas. Sin heridas la imagen que intenta reaparecer queda opacada por la marcha del tiempo que al correr no permite se haga presente y los sucesos pasen al pasado sin haber sido nunca presentes. En un tiempo nunca sentido.

Por eso canta don Antonio Machado:

‘‘Todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar pasar haciendo caminos caminos sobre la mar.”

Difícil momento actualment­e en España. Nadie quiere perder posiciones. El arte de la política consiste en aceptar pérdidas y llegar a acuerdos. ¿Existe aún la posibilida­d o repetiremo­s la historia?

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