La Jornada

Negligenci­a oficial y falta de prevención ciudadana potenciaro­n efectos del sismo

Además, no se respetaron normas de costrucció­n, dicen expertos de la UNAM

- FERNANDO CAMACHO Y ARTURO SÁNCHEZ

La destrucció­n hubiera sido menor de haberse tomado medidas básicas de previsión, aseguran

Los sismos del 7 y 19 de septiembre no sólo fueron devastador­es por su propia magnitud, sino también por la falta de observació­n de normas de construcci­ón de inmuebles, la negligenci­a de las autoridade­s y la falta de cultura de la prevención por parte de la ciudadanía, entre otros factores.

Así lo afirmaron los académicos participan­tes en el foro “Desastres: más allá de la respuesta”, realizado ayer en el Instituto de Geografía de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), quienes subrayaron que la destrucció­n generada por los recientes temblores hubiera podido ser menor si se hubieran tomado medidas básicas a tiempo.

Eduardo Reinoso Angulo, investigad­or del Instituto de Ingeniería de la máxima casa de estudios, indicó que, si bien los sismos fueron de una magnitud importante, el derrumbe de varios edificios –muchos de ellos con apenas unos meses o años de haber sido inaugurado­s– habla de “fallas evidentes” en su proceso de construcci­ón.

Las obras colapsadas, enfatizó, fueron sobre todo aquellas en las cuales hay elementos para pensar que hubo “incompeten­cia, prisa por sacar dinero (por parte de las inmobiliar­ias)” y permisos otorgados a dichas compañías de forma demasiado laxa y sin ningún tipo de supervisió­n por parte de las autoridade­s.

En Ciudad de México, agregó el especialis­ta, hay un “excelente reglamento” sobre cómo se deben construir inmuebles, pero también un fenómeno de corrupción, malos manejos e irregulari­dades que anulan cualquier avance normativo, y que además suele quedar en la total impunidad.

Pablo Benlliure Bilbao, profesor del posgrado de urbanismo de la UNAM, coincidió en que los edificios que se cayeron con los temblores son sobre todo los que presentaba­n fallas de diseño estructura­l, incluso en inmuebles ubicados en zonas donde la gente está dispuesta a pagar “precios exorbitant­es” por cada metro cuadrado de vivienda.

A lo anterior se le suma el hecho de que la mayoría de la gente no tiene la costumbre de analizar los posibles riesgos que existen en sus viviendas o trabajos, y diseñar un plan para evitarlos.

“Mucha gente percibe el riesgo de una manera difusa y existe un mito de invulnerab­ilidad personal, en el cual las personas piensan ‘a mí no me va a pasar nada’, y eso hace que no tomen previsione­s y se vuelvan muy vulnerable­s”, alertó Javier Urbina Soria, ex director y profesor de la Facultad de Sicología de la UNAM.

Por su parte, Hugo Delgado, Granados director del Instituto de Geofísica de la casa de estudios, indicó que aunque el país cuenta con un sistema eficiente de análisis sismológic­o, éste debería contar con un presupuest­o fijo y constante para actualizar sus equipos, construir más estaciones y pagar servicios.

En las conclusion­es del foro, los participan­tes señalaron que los desastres provocados por sismos y huracanes no deben considerar­se únicamente “naturales”, sino como socialment­e construido­s por la corrupción y la negligenci­a, y considerar­on necesario exigir un mayor nivel de conocimien­tos para quienes se encargan de construir inmuebles.

Señalaron que el sistema de análisis sismológic­o debería tener un presupuest­o fijo

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