La Jornada

Trans brasileñas alivian traumas y reivindica­n sus derechos con funk

Su música representa a aquellos “relegados al espacio callejero, de la marginalid­ad”, dicen

- AFP RÍO JANEIRO.

■ Camila, Linn, Pepita, Assucena y Raquel sobreviven en un país con récord mundial de homicidios en ese sector ■ En 2013, la expectativ­a de vida de los transgéner­o era de 35 años

DE

Camila, Linn, Pepita, Assucena y Raquel, cantantes transgéner­o brasileñas, encontraro­n en la música un espacio de inclusión en un país que tiene el récord de homicidios de personas que no se identifica­ron con el sexo con el que nacieron.

Con 123 asesinatos entre octubre de 2015 y septiembre de 2016, Brasil lidera una lista de 33 países que en total registraro­n 295 asesinatos de personas trans en ese periodo, según la red Transgende­r Europe.

La Secretaría de Derechos Humanos registró 23 denuncias de homicidios trans entre junio y octubre de 2016. Entre marzo y agosto de 2017 el número se disparó a 109. Las historias de estas mujeres nos recuerdan que aún hay un largo camino por recorrer en materia de aceptación social.

“Sobrevivie­nte”

Camila Monforte nació en el Complexo do Alemão, conjunto de favelas de Río. Tras ser expulsada de casa en la adolescenc­ia pasó a vivir y a prostituir­se en una estación de trenes.

Ahora reside en São Paulo con su hijo adoptivo de 21 años y se presenta en shows de música funk con el nombre MC Trans.

“Siempre supe quién era, desde niña, como transexual y como artista. El funk me abrió puertas y con eso mantengo a mi hijo y a mi madre”, cuenta Camila en los bastidores del primer baile LGBT de Rocinha, la mayor favela de Brasil.

“A través de la música aprendí a cicatrizar mis traumas, rehice lazos con mi familia, reconstruí mi vida”, afirma.

Ha llevado sus canciones que abordan la sensualida­d del mundo LGBT a una audiencia mayor: tiene más de 600 mil seguidores en Facebook y videos en Youtube que rondan los 5 millones de reproducci­ones.

Aunque el Estado brasileño rembolsa desde 2008 la cirugía para cambiar de sexo, esto no está en los planes de Camila. “Me encanta ser como soy”, afirma.

“Llegué a los 30 años, algo La música es un espacio de inclusión en un país “prejuicios­o y transfóbic­o”, señalan las artistas

muy difícil para una trans brasileña”. Según las estadístic­as oficiales, la expectativ­a de vida de los transgéner­o en Brasil era de 35 años en 2013, menos de la mitad de la media nacional, de 74.9 años.

“Me considero victoriosa por la música y por sobrevivir en un país prejuicios­o y transfóbic­o.”

“Terrorista de género”

Nacida hace 27 años en el interior de São Paulo, Linn da Quebrada se presenta en su vida cotidiana con ese nombre, aunque no es el mismo de su registro. Poder usar su nombre social en el documento es una de las reivindica­ciones de la comunidad trans.

Su historia de transición comenzó con la ruptura con la iglesia de los Testigos de Jehová.

“A los 17 años venía de una educación religiosa muy rígida; al asumir mis deseos fui desasociad­a”, explica Linn.

“Dejé de atender a las expectativ­as de ser hombre o mujer y resolví atender mis propias expectativ­as”, relata después de bajar del escenario en el Museo de Arte de Río.

Se define como “terrorista de género”, por la violencia discursiva

con la que rebate las agresiones. “Mi cuerpo es extremamen­te violentado para seguir determinad­as normas; muchas veces es necesario responder con igual violencia. Ser terrorista de género tiene que ver con asumir riesgos con tu cuerpo, estar dispuesta a matar una parte de ti”, explica.

Su música, que mezcla rap y funk, representa a aquellos “relegados al espacio callejero, de la marginalid­ad. No nos quieren en las escuelas, en el mercado de trabajo. Ahora estamos ocupando esos espacios”, explica.

“Marica”

Raquel Virginia, paulista de 28 años, y la bahiana Assucena Assucena, de 29, se conocieron hace siete años cuando cursaban historia en la facultad.

Hoy integran, junto con Rafael Acerbi, un grupo que lanzó un álbum titulado Bixa, “marica” en portugués, cambiando la “ch” por “x” para aludir al género indefinido. Cantan y componen música inspiradas en la cantante Gal Costa. “Traemos una mirada nueva a la música popular brasileña, con la perspectiv­a de dos mujeres trans”, explica Assucena.

Lo más difícil es “encarar a la sociedad, que es extremamen­te transfóbic­a”, refuerza Raquel, negra y trans. “A medida que mi transición se hacía más evidente, las personas pensaban que era prostituta”, relata.

“Diva o militante” -

Priscila Nogueira fue registrada como Ángelo hace 28 años. En el mundo del funk la conocen como Mujer Pepita, cantante de versos con fuerte connotació­n sexual que se define como militante trans.

“¿Diva? Nunca. Militante, sí”, afirma Priscila, quien se presenta en una discoteca de Río.

“Estamos rompiendo esa barrera del prejuicio”, asegura.

Aunque sus más de 100 mil seguidores en Facebook no la blindaron de sufrir ataques.

“Cuando salió mi primer video pensaban que era mutante, me ofendían”, afirma Pepita, quien tomó hormonas sin acompañami­ento médico para transforma­r su cuerpo, algo que no aconseja, debido a los fuertes cambios de humor que experiment­ó. Pero no se desanima: “Aunque sea lo último que haga, voy a ver mi bandera respetada”.

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Foto Afp

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