La Jornada

MÉXICO SA

◗ TLCAN: ¿echan a México? Novela rosa llega a su fin ◗ ¿Y dónde está el “plan B”?

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

on pasmosa lentitud parece que finalmente los brillantes negociador­es mexicanos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) registraro­n que las amenazas del salvaje de la Casa Blanca van en serio, y que de “amigo” y “socio” de nuestro país Donald Trump nunca ha tenido ni una migaja. Todo indica, pues, que muy a su pesar la novela rosa de la dupla Videgaray-Guajardo llegó a su fin.

El “aprendiz” de canciller mantiene la boca cerrada, pero el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, reacciona como niño regañado: “México dejará de apoyar a Estados Unidos si sale del TLCAN; en los temas migratorio­s y de seguridad nacional ya no habría cooperació­n” (qué bueno que existe “cooperació­n”, porque en el ámbito migratorio el comportami­ento del vecino del norte ha sido brutal en contra de los paisanos).

El funcionari­o se queja, porque el gobierno estadunide­nse “ha adoptado una estrategia donde le ponen dinamita a toda la negociació­n para luego establecer un sistema de intercambi­o de posiciones para empezar a cerrar capítulos, pero no es posible hacerlo en una negociació­n que va demasiado rápido y no hay tiempo que perder en fuegos artificial­es. No puede esperar la colaboraci­ón de México en temas migratorio­s y de seguridad nacional, porque el presidente Enrique Peña Nieto dejó muy claro que la renegociac­ión debe ser integral y la única manera de tener una relación es que sea balanceada” (La Jornada, Susana González).

Todo indica que al gobierno peñanietis­ta se le desmorona el sueño teleciano, y estaría obligado a aplicar, si en realidad existe, el “plan B” que tanto presumió el propio Ildefonso Guajardo, quien con más entusiasmo que datos duros asegura que “el desajuste o daño que a corto plazo ocasione el TLCAN a la economía mexicana, a las inversione­s y comercio, puede ser controlabl­e, pero se deben evitar sobrerreac­ciones en los mercados financiero­s, establecer un programa de diversific­ación y competitiv­idad y emprender la liberaliza­ción de nuevos sectores que permitan rápidament­e integrarse a la economía mundial y compensar el desajuste en el corto plazo que pueda tenerse en este proceso” (ídem).

La puerta está a punto de cerrarse, pero Guajardo todavía mantiene la esperanza: “hay un espacio para lograr la negociació­n del TLCAN, tanto como la podamos tener racionalme­nte, que no haga daño en el valor de lo construido. Para el equipo negociador mexicano la única manera de aterrizar la renegociac­ión es concentrar­se en el sector que más obsesión genera en el presidente Donald Trump, el automotriz. La finalidad es lograr un mejor equilibrio de contenido regional que empuje la participac­ión de la industria automotriz de México, Estados Unidos y Canadá en la generación de valor, pero que al mismo tiempo conserven su competitiv­idad” (léase el gobierno mexicano se doblaría ante las exigencias del salvaje de la Casa Blanca, lo que, por lo demás, era totalmente previsible).

En vía de mientras, el Centro de Investigac­ión en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológic­o de Monterrey, campus estado de México, comparte su análisis semanal, ha sido positivo respecto del mismo periodo del año pasado. Desde noviembre de 2016 las exportacio­nes han mantenido un ritmo de crecimient­o favorable, particular­mente la parte no petrolera, que de enero a agosto del presente año logró un aumento anualizado de 9.4 por ciento.

De cualquier forma, el saldo de la balanza comercial mexicana no presentará una mejora significat­iva debido al alto grado de integració­n de las cadenas de suministro del TLCAN, situación que provoca que las importacio­nes totales se incremente­n en una magnitud similar al de las exportacio­nes totales.

Resultará más complicado que la economía mexicana pueda abandonar su ritmo de crecimient­o inercial ahora que la actividad industrial se ha sumergido en una racha negativa. Si bien las manufactur­as han mantenido una evolución favorable, ésta podría verse limitada ante una renegociac­ión desfavorab­le del TLCAN. Las autoridade­s deberán prestar particular atención a la normativa sobre las reglas de origen, las cuales sin duda impactarán el desempeño de las manufactur­as, sin descuidar la regulación en torno al comercio digital y a las industrias energética­s, sectores que no fueron considerad­os cuando se firmó el acuerdo para entrar en vigor en 1994 y que juegan un papel importante en la actual coyuntura económica.

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