La Jornada

APUNTES POSTSOVIÉT­ICOS

Muros

- JUAN PABLO DUCH

trora parte de un solo país, la extinta Unión Soviética, y habitados por pueblos hermanos con un mismo origen eslavo, Rusia y Ucrania –desde hace tres años y medio en guerra que no se reconoce en el discurso oficial del Kremlin, pero suma ya más de 10 mil muertos por ambos bandos–, están empeñados en distanciar­se y, como símbolo, siguen levantando muros (de hecho, una suerte de rejas de más de dos metros y medio de altura coronadas con alambre de púas) en distintos segmentos de la frontera común.

Comenzaron los ucranios, con un proyecto publicitad­o como grandioso, bautizado por Kiev como La Pared, y que depende en realidad de un exiguo financiami­ento al grado que, hace un año, una manada de jabalíes logró perforarlo en una de sus rutas habituales de tránsito veraniego. Ahora, el Servicio Federal de Seguridad (FSB, por sus siglas en ruso) quiere construir, en los próximos dos meses, 50 kilómetros de muro en el linde terrestre con Crimea, para lo cual lanzó la convocator­ia para participar en la respectiva licitación.

Hay, sin embargo, otros muros que no existen físicament­e y separan aún más a estos dos países. El más importante es la certeza de que, en este momento, no existe otro acuerdo mejor para un arreglo político que lo pactado y rubricado en el acta de la reunión de Minsk-II, y la frustració­n de que, sin concesione­s recíprocas, no se puede cumplir.

Y éste seguirá siendo un insalvable muro invisible, mientras las partes firmantes no se pongan de acuerdo por dónde empezar: Ucrania insiste en que no puede hacer concesione­s políticas a los territorio­s que no se supeditan a ella, mientras no se cumplan las garantías de seguridad que exige, entre otras el retiro de todos los militares extranjero­s y el cierre de la frontera con Rusia.

El tercero en discordia, Moscú, revierte que no es problema suyo y que sólo se solidariza con los separatist­as del este de Ucrania. Kiev, a su vez, promueve un paquete de leyes sobre la “reintegrac­ión” de la zona rebelde y que, teniendo en cuenta a Rusia, habla por primera vez de “territorio­s ocupados por un país agresor”.

La propuesta de introducir cascos azules de la ONU en la región del conflicto, como era de esperar, se quedó a las puertas del Consejo de Seguridad, a la espera de que el borrador alternativ­o, que sustituyó al inicial presentado por Rusia y rechazado por Estados Unidos y Ucrania, pueda tener una mínima posibilida­d de hallar consenso.

Otro obstáculo que impide desbloquea­r la búsqueda de una solución pacífica es la negativa de admitir que Estados Unidos, el principal valedor de Ucrania, influye de forma determinan­te en el gobierno de Kiev.

Por eso, los representa­ntes especiales de Rusia, Viacheslav Surkov, y de EU, Kurt Volker, tienen que reunirse, casi de manera clandestin­a, en terceros países. Este lunes, en Serbia, tendrá lugar su siguiente encuentro, mas no se esperan entendimie­ntos que permitan derribar los muros imaginario­s. Los otros, caerán por sí solos cuando se logre un arreglo político justo.

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