La Jornada

Problemas en la infancia detonan trastornos alimentici­os en los adultos

Patricia de Gortari, premida por investigac­ión sobre el tema

- ARTURO SÁNCHEZ JIMÉNEZ

El espacio laboral es donde pasamos gran parte de nuestra vida, pero también es el lugar donde puede presentars­e estrés por sobrecarga de trabajo, jornadas prolongada­s, violencia laboral, e incluso, tener un empleo informal pueden ser factores detonantes del estrés.

Los padecimien­tos emocionale­s, dijo, pueden incluir depresión, que ocasiona pérdidas a su empleador estimadas en 25 días laborables; trastornos de la angustía, como ataques de pánico, que generan pérdidas por 20 días al año; y el estrés postraumát­ico, que puede tener un impacto económico que se traduce en más de 15 días laborales perdidos.

Por su parte, Jorge Mérida, director de Bienestar Emocional en el Trabajo de la Secretaría El estrés que se padece en la infancia puede generar cambios en el cerebro y llevar que quien lo sufrió presente trastornos alimentici­os.

Por una investigac­ión al respecto, la especialis­ta Patricia de Gortari recibió el Premio a la Investigac­ión Doctor Manuel Camelo 2017 –antes llamado Premio Nacional de Siquiatría–, que otorga el Instituto Nacional de Siquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.

La experta realizó estudios con animales para investigar que la respuesta al estrés se puede presentar en humanos.

Su modelo de investigac­ión consistió en generar estrés a crías de ratas. “En humanos se sabe que el maltrato o abuso infantil, o vivir situacione­s estresante­s o adversas, provocan que niños desarrolle­n sobrepeso y obesidad. Es algo que buscamos simular en esta investigac­ión”, de acuerdo con la científica, que ofreció una conferenci­a.

La especialis­ta analizó cambios en el cerebro de los animales, específica­mente en regiones llamadas hipotálamo y núcleo accumbens, que pueden explicar por qué evitan la comida o comen de más .

Explicó que “en cuanto nacen las crías son retiradas de su madre durante un lapso de tres horas diarias por 15 días, y, vemos si después desarrolla­n obesidad por estar sometidos a ese estrés continuo“, subrayó.

Se ha encontrado que ciertas células hipotalámi­cas y proteínas no son capaces de responder a señales de la sangre que informan al cerebro sobre la abundancia de las reservas de energía. Por lo tanto, pueden ser las que impidan controlar el consumo de alimentos a los individuos con obesidad.

“Hay señales a nivel periférico que le están indicando a los animales que tienen que comer más, aún cuando ya desapareci­ó la situación estresante. Los adultos ya no pueden regresar a un equilibrio adecuado en el funcionami­ento de un gen que responde al estrés, por lo que tiene una conducta de mayor consumo de alimentos y mayor peso”.

El gen en juego es distinto a los que se han identifica­do que tiene relación con el desarrollo de sobrepeso y obesidad en la población mexicana. De Gortari señaló el desarrollo de una epidemia de sobrepeso y obesidad en México podría estar relacionad­a con los cambios en este gen o con otros factores.

El premio Doctor Manuel Camelo que recibió la investigad­ora incluye una beca para desarrolla­r proyectos en el campo de siquiatría y salud mental.

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