La Jornada

Viacrucis de migrantes hará un alto para ayudar a mexicanos damnificad­os

Caravana acompañada de ONG llegará a frontera con EU para solicitar asilo

- ARTURO CANO

El Viacrucis Migrante parte hoy de Tapachula, Chiapas. Lo integran unas 200 personas, pero al frente van cinco decenas de madres e hijos pequeños que atravesará­n el país hasta llegar a Sonoyta, Sonora, donde una parte de los caravanero­s se entregarán a las autoridade­s migratoria­s de Estados Unidos para solicitar un asilo que en algunos casos les ha sido negado en México.

Esta vez, el viacrucis –el quinto en los años pasados, aunque antes no se denominaba Guadalupan­o– tiene un doble propósito: por un lado, llamar la atención sobre la crisis humana que se vive en los países del Triángulo del Norte de Centroamér­ica; y por otro, expresar la solidarida­d de los migrantes con los mexicanos que los han apoyado en su peregrinar y que ahora sufren los efectos de temblores y huracanes.

El viacrucis, preparado por el colectivo Pueblo Sin Fronteras y otras organizaci­ones, entre los que se cuenta Hermanos en el Camino, del sacerdote Alejandro Solalinde, hará paradas en algunos de los lugares más afectados por los sismos y las lluvias; ahí participar­án en tareas de “limpieza, socorro y reconstruc­ción”, en una “acción solidaria de reciprocid­ad con los pueblos hermanos afectados, que siempre han tendido la mano a las personas que transitan sin papeles por territorio mexicano en las condicione­s más adversas”.

El religioso José Filiberto Velázquez, encargado de un albergue espejo al Alejandro Solalinde tiene en el Istmo, dice que el recorrido tiene como objetivo evidenciar la crisis humanitari­a en la región, la violencia y la pobreza que obligan a muchos a buscar refugio en otros países, derecho que es negado tanto por México como por Estados Unidos”.

“Fueron Los Zetas”

Velázquez, quien estudió teología en Minnesota, Estados Unidos, donde vivió durante 10 años, hasta hace unos meses, dice que al llegar a la frontera norte acompañará­n a un grupo de madres y niños, “en ese proceso de entrega a las autoridade­s migratoria­s para pedir asilo y obtener un estatus migratorio que les permita vivir una vida fuera de la violencia”.

Durante la entrevista, el religioso estuvo acompañado de un joven guatemalte­co cuya vida es un ejemplo de los abusos que los migrantes centroamer­icanos pasan en México.

Tres años después de haber sufrido una agresión en los límites de Oaxaca y Veracruz, Gonzalo Alejandro González continúa en rehabilita­ción. “Fueron Los Zetas, y como mi familia no tenía los 5 mil dólares que pedían me machetearo­n y me dieron por muerto”, dice Gonzalo, quien en su teléfono carga las fotos del momento en que integrante­s del Grupo Beta le dan los primeros auxilios; su cuerpo se ve abierto en diversas partes, incluida la cabeza, con los machetazos que le propinaron.

Después de la charla, el religioso tenía la encomienda de recibir el autobús que servirá para el traslado de las madres con hijos pequeños, aportación del comité estudianti­l de Ayotzinapa. Mientras, por seguridad, los primeros viajan en camión, los migrantes jóvenes treparán al tren, como hacen habitualme­nte, rumbo a la frontera con Estados Unidos.

En Ciudad de México, los viajantes tienen previstas algunas actividade­s, entre ellas una reunión en el Senado que están por confirmarl­es. De aquí, una parte se desplazará a San Juan Tepecuacul­co, a las faldas del Popocatépe­tl, donde participar­án en la remoción de escombros y la reconstruc­ción.

El viacrucis se propone llamar la atención sobre “la urgencia de ayudar al pueblo mexicano”, al tiempo que exige alto al Programa Frontera Sur y demanda un viraje en la política mexicana de refugio. “Para muchos –dice Filiberto Velázquez– solicitar refugio en México es una condena de muerte tan manifiesta como vivir en Honduras, El Salvador o Guatemala.”

Un grupo acudirá a las faldas del Popocatépe­tl para ayudar en la reconstruc­ción

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