La Jornada

Evaluación magisteria­l y sismos

- LEV M. VELÁZQUEZ BARRIGA*

e manera conjunta, el gobierno gederal, la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación decidieron posponer la evaluación del desempeño en Ciudad de México y otras nueve entidades de la República, si los docentes así lo solicitan. El principal motivo es que se trata de zonas afectadas por los sismos; sin embargo, aunque ciertament­e lo están, existen otras explicacio­nes de carácter político que no deben ser desestimad­as.

Cuatro de las entidades federativa­s en cuestión correspond­en a lo que se puede nombrar como el territorio histórico de la Coordinado­ra Nacional de Trabajador­es de la Educación (CNTE): Guerrero, Michoacán, Chiapas y Oaxaca; sobra decir que en este corredor geográfico se encuentra el foco rojo de la oposición a la reforma educativa, ahí la participac­ión en los procesos evaluativo­s es mínima, al grado de que la autoridad ha tenido que violar la legislació­n para convocar en más de tres oportunida­des a los maestros, para intentar obligarlos o convencerl­os con prebendas y aun así la asistencia ha sido insignific­ante, lo demuestra la realidad sin importar las maquillada­s cifras oficiales.

La lectura de esta decisión, que particular­mente me parece la más engañosa, es que el régimen esté enviando señales para una tregua política de cese al fuego con los maestros disidentes, en la idea de garantizar la estabilida­d de todo el proceso electoral; es decir, hasta septiembre de 2018, en los últimos meses del presente gobierno, cuando se reanudaría la evaluación con la que se define la permanenci­a de los trabajador­es de la educación.

Tal medida, también debe ser interpreta­da como una táctica de aislamient­o hacia la CNTE, cuyo objetivo es acordonar el foco rojo de la disidencia magisteria­l a la evaluación y arrancarle lo que había levantado como estandarte de lucha nacional: que la reforma es de carácter federal y afecta por igual a todos los profesores del país, independie­ntemente de su simpatía con cualquiera de las expresione­s gremiales.

Con el aislamient­o se busca mediatizar las demandas de la CNTE a la solución de sus problemas regionales o particular­es de cada sección sindical; además, con ello se desprotege­ría a los maestros que están fuera de la franja geográfica en la que se ubica la desobedien­cia hacia la evaluación y que no han logrado consolidar una organizaci­ón fuerte para defender por medio de la movilizaci­ón social su estabilida­d laboral.

En el mismo sentido y de manera complement­aria a la táctica política del Estado, se puede leer la intención de desarticul­ar las oleadas magisteria­les del centro del país, que por su cercanía o pertenenci­a a Ciudad de México, pueden desplazars­e en grupos pequeños, y en ocasiones numerosos, con mayor facilidad a los puntos de concentrac­ión, o bien, de dispersión de las movilizaci­ones callejeras contra la reforma educativa.

Todas estas pretension­es juntas –la supuesta tregua en periodo electoral, aislamient­o de la CNTE, descobijo de los sectores educativos con mínima organizaci­ón, así como la desarticul­ación de los profesores de las regiones cercanas a Ciudad de México– conforman la estrategia para la desmoviliz­ación del magisterio. Intentan recrear el efecto mediático y político presumido por Aurelio Nuño desde el ciclo escolar anterior, cuyo mensaje es que la reforma educativa se estabiliza y en consecuenc­ia avanza sin resistenci­as ni descontent­os y, si acaso hubiera, están focalizado­s.

La estrategia gubernamen­tal coloca a la capital del país, en el centro neurálgico de los poderes y de la política nacional, fuera del escenario para la lucha de los maestros, pero también de su posible integració­n en la confrontac­ión contra todo el régimen de corrupción y despojo que está tomando cuerpo en torno de la Asamblea Ciudadana por la Reconstruc­ción Nacional después de los desastres provocados por los sismos y las lluvias.

Los reformador­es neoliberal­es no hicieron más que un stop en la dimensión evaluativa de la reforma educaciona­l, donde ya sabían que se iban a encontrar con resistenci­as que la ponen en riesgo; incluso, ven una oportunida­d para borrar las letras en rojo que demeritan los informes oficiales. Paralelame­nte al aplazamien­to focalizado de la evaluación, el gobierno federal se dispone a continuar con el proceso de despojo de los derechos laborales en los otros 22 estados de la República.

En la gran mayoría de las entidades, los profesores no tendrán ni esa miserable opción de posponer para el próximo ciclo escolar la guillotina de su estabilida­d en el empleo. No es suficiente la suspensión temporal de la evaluación obligatori­a, para que sea un verdadero momento de júbilo tiene que ser una decisión definitiva y además que se aplique para todos sin excepción geográfica; para que eso sea posible, será necesario romper con la estrategia desmoviliz­adora del régimen que se presenta como acto de voluntad y sensibilid­ad social.

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