La Jornada

Prepa 7 de la UNAM: saturada, no hay lugar ni para las mochilas

La comunidad escolar advierte al rector sobre riesgos por el hacinamien­to en el plantel

- JOSÉ ANTONIO ROMÁN

■ “En mi grupo somos 73, pero los de la tarde están peor; me tocó una clase con 92” ■ Durante el sismo del 19 de septiembre “fue muy feo, no podíamos correr; éramos muchos”, narran alumnas

Con sobresatur­ación de sus grupos, uno de hasta de 94 alumnos, opera la Escuela Nacional Preparator­ia 7 de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) desde el inicio del actual ciclo escolar 2017-2018. “Sí, hoy no alcancé banca, me tocó piso”, expresa Héctor con una sonrisa forzada que denota también malestar, al salir de su clase de matemática­s, en el tercer piso del edificio principal del plantel, turno vespertino. Otros cinco de sus compañeros escucharon la clase sentados en el estrado.

Los salones, muchos de apenas nueve por cuatro metros, diseñados para un máximo de entre 40 o 50 alumnos, se ven, en ambos turnos, sobresatur­ados, sin espacio incluso para colocar las mochilas en el piso.

La situación se repite en los laboratori­os de ciencias, de cómputo y de inglés, así como en los espacios deportivos. Y se agrava en aquellas materias con alto índice de reprobació­n, como matemática­s, donde alumnos de años superiores se reinscribe­n para cursarlas nuevamente.

“En mi nuevo grupo no somos tantos, en la lista estamos 73, pero los de la tarde están mucho peor; a mí me había tocado un grupo con 92 compañeros”, menciona Ángela, estudiante de cuarto grado de apenas 13 años, que cursó la primera semana de este ciclo escolar en el turno de la tarde, pero pudo cambiarse al matutino.

Aunque desde hace algunos años se observaba ya cierta saturación en los grupos, con la consecuent­e sobrecarga de trabajo académico, ésta aumentó a un promedio por arriba de los 60 alumnos por grupo en el pasado ciclo escolar. Pero hoy el promedio está entre 70 y 80 estudiante­s por grupo.

En un recorrido por el plantel –ubicado en la zona de La Viga–, una decena de profesores de tiempo completo y de asignatura, quienes imparten materias en los tres grados, explican, de manera alternada y por separado, la realidad que vive hoy la escuela, pero que, muy probableme­nte, exista en el resto de las ocho preparator­ias y cinco colegios de Ciencias y Humanidade­s (CCH) de la UNAM.

Antonio Fuentes Flores, profesor del área de físico-matemática­s, con 18 años de servicios, señala que esta sobresatur­ación se agravó más con el “error” que hace un par de meses tuvo la UNAM al calificar los exámenes de los aspirantes a su bachillera­to, y que derivó en la aceptación posterior de 3 mil 613 egresados de la secundaria no contemplad­os inicialmen­te.

Los profesores expresaron que de ninguna manera están en contra de un aumento de la matrícula de bachillera­to, pero advirtiero­n que se deben mejorar las condicione­s de infraestru­ctura y ampliar el personal académico.

“Al inicio de cada ciclo escolar, la UNAM nos da cursos sobre estrategia­s de manejo de grupo, pero en estas condicione­s, creo que no hay estrategia que sirva, con grupos de 70, 80 y hasta 90 alumnos”, señala otro de los maestros, quien prefiere omitir su nombre, ante eventuales represalia­s de la directora, María del Carmen Rodríguez Quilantán.

Mensaje de alerta al rector

El rector Enrique Graue está enterado de esta realidad. A principios de septiembre le fue entregada una carta suscrita por mil 513 profesores, alumnos y trabajador­es del plantel, quienes advierten también sobre las secuelas académicas que puede ocasionar este hacinamien­to, entre ellas la deserción escolar, que en el bachillera­to de la UNAM rebasa 24 por ciento.

Pero también se advertían los riesgos que esta sobresatur­ación puede generar ante una situación de emergencia, como ocurrió durante el temblor del 19 de septiembre. “Fue muy feo, no podíamos correr, éramos muchos y estábamos en el segundo piso”, recuerda Alejandra, alumna que cursa el cuarto grado.

Erika, estudiante del mismo nivel, relata que después del terremoto, las nuevas indicacion­es señalan que las bancas deben estar formadas, los alumnos no deben colocar sus cosas en el piso ni obstruir el paso, a fin de lograr un rápido desalojo. “Ahora ponemos nuestra mochila en las piernas, o entre nuestros pies, pero es muy incómodo estar así todo el tiempo”, añade.

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Rodríguez Foto Cristina Una de las aulas de la Preparator­ia 7 de la UNAM, en calzada de la Viga 54, colonia Merced Balbuena

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