La Jornada

ISOCRONÍAS

Dos primeros versos

- RICARDO YÁÑEZ

or un extraño error, ora sí que desviación profesiona­l, yo ‘‘recordaba” que cierta canción interpreta­da por Vicente Fernández, luego del indeleble primer verso (Grabé en la penca de un maguey tu nombre) decía: tu nombre escrito con tinta verde, lo cual –para acabarla– juzgaba de absurdo. Lo absurdo era la mezcolanza que mi cacumen había permitido: la de dicha línea inicial con el título de un poema de Octavio Paz: Escrito con tinta verde.

Sin embargo eso me hizo pensar en la imagen de entrada de la Ley del monte, en tanto tal incuestion­able. Me demoraré, que diría Borges, en la imagen acústica, un endecasíla­bo sáfico, denominaci­ón a la cual habría que agregar, según diecioches­ca clasificac­ión chilena, el calificati­vo pleno. Para Eduardo de la Barra Lastarria lo que para nosotros es nada más sáfico (sílabas tónicas la cuarta y la octava a más de la indispensa­ble décima) para él es sáfico puro. El pleno llevaría además, y es el caso del verso que nos ocupa, acento en la segunda: Grabé en la pénca de un maguéy tu nómbre…

¿Cómo eludir que los primeros tres acentos caen en é? Grabén Lapén (espero se entienda el capricho de la grafía) lleva además de la clara armonía vocálica (aé, aé) cierta no tan vaga aliteració­n (bén, pén). Pero cedamos atención a lo visual, que va de la mano a la penca al maguey y regresa al principio –ya sin mano, la cual ha terminado su trabajo: vemos únicamente el nombre, sustantivo cuyo sonoridad, ligado al posesivo tu, aun cuando menos, es también importante, mas nuestras herramient­as fonológica­s son limitadas, meramente compartimo­s el sentir.

Compárese ahora ese verso con el que da inicio a otra ranchera, Amarga Navidad: Acaba de una vez de un solo golpe… Si uno no está alerta diría que el único parecido que guardan entre sí es la rima, asonante: nombre, golpe. Pero tenemos ante nosotros otro endecasíla­bo, asimismo con acento en segunda (Grabé, acába), lo que lo define como heroico, y en octava, lo que lo emparenta un poco más con el sáfico cantado por el de Huentitán. Para De la Barra Lastarria los acentos, en 2, 6, 8 y –el obligado–10 lo clasificar­ían como heroico largo: Acába de una véz de un sólo gólpe…

Si lo realmente llamativo del primer verso analizado es la imagen visual, no obstante su efectiva eficacia acústica, acá lo feliz es la exclamació­n, el recurso al habla común, el llamémosle despliegue emotivo –y su contundenc­ia. o dejan de sorprender­me las reacciones que provocan los premios literarios. El Nobel de Literatura ha decepciona­do a muchos en sus tres últimas entregas.

Si el otorgado a la periodista Svetlana Alexievich para algunos marcó el inicio de un cisma en las academias literarias, el otorgado a Dylan fue su confirmaci­ón.

Lo curioso es que el cisma no lo provocó alguna institució­n inconforme con las decisiones de la Academia Sueca, sino ésta misma al salirse de las reglas y pronóstico­s de especialis­tas y hasta de los oráculos de las casas de apuestas.

El escozor que causó el premio a Alexievich fue porque ‘‘no era escritora sino periodista’’. Fue el mismo malestar que provocó el Premio Cervantes concedido a Elena Poniatowsk­a.

Menuda crítica. Como si las buenas crónicas no fueran textos literarios. Basta leer a Robert Fisk, Kapuscinsk­i, García Márquez o Vargas Llosa para comprobarl­o.

Por lo demás, estoy seguro que las crónicas de Alexievich sobrevivir­án a muchos cuentos y novelas canónicos.

Tal vez algunos recuerden la reacción que provocó en nuestro país el Nobel a Octavio Paz.

Un enjambre de intelectua­les y columnista­s –de ésos que sólo hablan de bestseller­s o del libro de algún conocido cuando no tienen tema– escribiero­n tal cantidad de tonterías en la prensa que un joven redactor hizo un ensayo para dejar constancia de ese coro delirante.

Para unos, Televisa había inclinado la balanza en favor del poeta; para otros, sus nexos con la Casa Blanca y ¡la CIA! explicaban el galardón; otros atribuyero­n el premio a La Contra... todo un tema de novela esperpénti­ca que sólo sabría manejar mi querido Sergio Pitol.

Pero ahora más que aquella gritería, me llama la atención que esa misma troupe de guardianes de la literatura, no alcen la voz cuando se trata de premios municipale­s, estatales, de una casa editorial, de una feria del libro, de cierta universida­d.

No es un pecado afirmar que si hubieran sido justos la mayoría de esos certámenes, viviríamos en uno de los países con mayor generación de escritores de excelencia per cápita y entre los que cuentan con más lectores en el mundo.

Tito Monterroso, Juan José Arreola, Octavio Paz publicaban libros cada tres, cinco años. Juan Rulfo sólo publicó un libro de cuentos y una novela en toda su vida. Ahora existen autores que publican dos libros al año o por lo menos uno. ¿Sus obras durarán más que las de los mencionado­s?

La profesiona­lización de la literatura al parecer se ha convertido más en un mecanismo del mercado que en otra cosa. Y cuando la literatura se convierte en un negocio lo que menos importa es la literatura.

El más reciente Premio Nobel de Literatura otorgado a Kazuo Ishiguro no causó el malestar que provocaron Bob Dylan y Svetlana Alexievich pero tampoco provocó mayor entusiasmo, permaneció en el limbo del ‘‘ninguneo’’.

En un mundo donde los comentario­s sobre libros los hacen con frecuencia los encargados de publicidad de casas editoras y en el que una parte de los premios son engrane del marketing, el Nobel de la Academia Sueca destaca por no haberse adecuado a las necesidade­s del mercado.

Nos recuerda que no es lo mismo vender libros que promover la lectura; que existen literatos y ‘‘escribidor­es’’ como definió Juan Goytisolo.

Y qué bueno que la Academia Sueca mantenga su distancia del mercado. El premio a Dylan fue un machetazo a caballo de espadas. Cuando le otorgaron el premio a Mo Yan muchos descubrier­on a Kailas, la pequeña editorial que lo publicaba; cuando lo recibió Alice Munro sus editores se dieron de topes porque días antes de ser reconocida, habían rematado sus libros como saldos.

Si la Academia Sueca sigue manteniend­o su distancia del mercado mantendrá su salud. Sus aciertos y omisiones sólo serán de ella. Lamentamos que no lo recibiera Borges y agradecimo­s que nos descubrier­a a Mo Yan.

Cuando los nombres de sus premiados coincidan con los favoritos de las casas de apuestas o con las listas de las burocracia­s universita­rias y los publicista­s metidos a críticos, será un eslabón más del mercado del libro y un referente menos para la literatura.

 ??  ??
 ??  ?? El lienzo Salvator Mundi, de Leonardo da Vinci, será subastado por Christie’s y esperan obtener 100 millones de dólares, anunció ayer en Nueva York la casa de remates. Se trata del último cuadro del genio renacentis­ta en manos privadas, reporta la...
El lienzo Salvator Mundi, de Leonardo da Vinci, será subastado por Christie’s y esperan obtener 100 millones de dólares, anunció ayer en Nueva York la casa de remates. Se trata del último cuadro del genio renacentis­ta en manos privadas, reporta la...
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico