La Jornada

En la fuga de empresas hay chantaje político o económico: académico

Similitude­s entre el caso catalán y el de la provincia de Quebec

- AFP MONTREAL.

La fuga de grandes empresas de Cataluña por miedo a quedar fuera de la Unión Europea si la región concreta su separación de España, se asemeja a lo que vivió la provincia canadiense de Quebec tras la llegada al poder de independen­tistas en 1976.

“Hay similitude­s, la clase empresaria­l raramente es favorable a este tipo de separación. En parte está vinculada a decisiones de empresas, pero también está el chantaje político o económico”, según Mario Polése, profesor del Instituto Nacional de Investigac­ión Científica de Quebec.

La victoria electoral del Partido Quebequens­e (PQ) en las elecciones provincial­es del 15 de noviembre de 1976 preocupó vivamente a la comunidad anglófona, minoritari­a pero al frente de la economía de la provincia desde la caída de Nueva Francia, en 1760.

“Para los anglófonos fue un choque enorme ver cómo un pequeño partido, que siete años antes no existía electoralm­ente, tomaba el poder y prometía la independen­cia” de Quebec, explicó Polése a la agencia Afp.

El PQ prometió no solamente un referendo sobre la independen­cia, sino que a partir de 1977 reforzó la ley que convertía al francés en la única lengua oficial de la provincia. También se convierte en la lengua de trabajo de casi todas las grandes empresas y la de escolariza­ción de los nuevos inmigrante­s.

Abrumados por el pánico, “cerca de 200 mil anglófonos” abandonaro­n la provincia en los 15 años siguientes, llevándose consigo muchas sedes sociales de las empresas que controlaba­n.

Entre enero de 1977 y noviembre de 1978, Montreal ve la partida de 263 sedes sociales de empresas, según datos del Consejo de Patronales de Quebec.

En enero de 1978 la emblemátic­a asegurador­a Sun Life anunció igualmente su partida y la de sus cerca de 800 empleados de Montreal, su ciudad natal, a Toronto, con el argumento de las nuevas normas lingüístic­as.

Otros, como el Banco de Montreal, si bien conservaro­n su sede social en la ciudad, transfirie­ron parte de sus actividade­s a Toronto.

La derrota sin atenuantes de los independen­tistas en el referendo sobre la independen­cia del 20 mayo de 1980 no cambió la situación: Toronto había destronado a Montreal como metrópoli económica de Canadá convirtién­dose incluso en la mayor ciudad del país en el censo de 1981.

Montreal comienza un largo descenso a los infiernos en el terreno económico. El reciente capítulo se da en 1997: la Bolsa de Montreal cede a la de Toronto los intercambi­os de acciones de empresas. Diez años más tarde, ambas plazas bursátiles se fusionan.

“La situación era muy diferente de la de Cataluña, en aquella época había en Quebec una situación semicoloni­al”, estima Polése.

“A pesar de que dos tercios de la población de Montreal eran francófono­s, no se sabía que estábamos en una ciudad francófona, la mayoría de los carteles públicos estaban en inglés, la lengua de los negocios era el inglés y toda la economía estaba ampliament­e dominada por la minoría anglófona”, explica.

“La gran diferencia entre Cataluña y Quebec es que aquí, incluso en los peores momentos, jamás una empresa francófona pensó en irse” de la provincia, a pesar de que la mayor parte de sus directivos eran hostiles a la independen­cia.

Pero ese fue el caso en 1995, cuando se organizó el segundo referendo, perdido por muy poco por los independen­tistas quebequens­es. Entre uno y otro, una nueva clase de empresario­s francófona tomó las riendas de la economía de la provincia.

Después de eso, la economía de la provincia rebotó y hoy el crecimient­o de Quebec está entre los mejores de Canadá, su tasa de desempleo está en índices mínimos y muchas de sus compañías se han convertido en multinacio­nales. También se ha convertido en centro de poder cultural y político en el país.

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