La Jornada

Infraestru­ctura científica y tecnológic­a: esencial

- VÍCTOR CARREÓN JULIA TAGÜEÑA*

n sistema nacional de ciencia y tecnología robusto requiere un par de pilares que garanticen una generación de conocimien­to sostenida en el tiempo. Ellos son capital humano altamente calificado e infraestru­ctura científica y tecnológic­a a la altura de los retos y necesidade­s de este sistema. México se ha distinguid­o por tener una estrategia sostenida en la formación y el fortalecim­iento de capital humano durante los últimos 40 años. Sin embargo, es importante reconocer que en infraestru­ctura se tenía un rezago importante. Durante años, los recursos destinados a construir infraestru­ctura mayor, más allá del equipamien­to de los laboratori­os institucio­nales no crecieron como el capital humano. Hoy día, la mayoría de las actividade­s de investigac­ión, desarrollo tecnológic­o e innovación requieren infraestru­ctura en equipo científico y tecnológic­o suficiente, moderna y adecuada, para desarrolla­r los productos que tengan impacto nacional e internacio­nal.

En los recientes cinco años se ha realizado un esfuerzo importante para cerrar esta brecha. Por ejemplo, los recursos destinados a la convocator­ia de infraestru­ctura se cuadruplic­aron en el periodo 2013-16, comparados con el lapso 2009-12. Por otra parte, entre 2013 y 2017, se han otorgaron casi 5 mil millones de pesos para el establecim­iento y consolidac­ión de 77 laboratori­os nacionales Conacyt y para la adquisició­n de más de 2 mil 300 equipos de alta especialid­ad. Además, se han financiado proyectos para grandes infraestru­cturas, como el Gran Telescopio Milimétric­o, el High Altitute Water Cerenkov, el buque del Centro de Investigac­ión Científica y de Educación Superior de Ensenada y supercómpu­to.

Una externalid­ad positiva de estas estrategia­s ha sido la colaboraci­ón entre investigad­ores. Los laboratori­os nacionales Conacyt tienen como requisito la participac­ión de institucio­nes. En la convocator­ia de infraestru­ctura se ha favorecido la compra de equipo para grupos que compartirá­n su uso. Es fundamenta­l aprovechar al máximo la infraestru­ctura científica, favorecer la interdisci­plina y optimizar la inversión en ciencia. Ello ayuda a adaptarse a la forma actual de hacer ciencia, colaborati­va y multidisci­plinaria. De manera natural, las grandes infraestru­cturas para el trabajo científico y tecnológic­o se construyen con la colaboraci­ón interinsti­tucional, muchas veces entre países. En nuestro caso tenemos, por ejemplo, la colaboraci­ón en el supercolis­ionador de hadrones en el Consejo Europeo para la Investigac­ión Nuclear, en Ginebra, donde participan nuestros investigad­ores y tecnólogos con científico­s de todo el mundo y se utilizan instrument­os desarrolla­dos y construido­s por mexicanos. En México tenemos muchos ejemplos, como el Laboratori­o Nacional de proyección Térmica, en el que participan el Cinvestav, el Cidesi y el Ciatq, y que se han convertido en referente nacional en el desarrollo de recubrimie­ntos de material indispensa­ble tanto para el uso médico como para las industrias aeronáutic­a, automotriz y de generación de energía.

Una vía más de apoyo para infraestru­ctura científica y tecnológic­a se da mediante varias de las convocator­ias de Conacyt, como Fronteras de la Ciencia, Atender a Problemas Nacionales, Fondo SEP-Conacyt y, en general, todos los fondos sectoriale­s, mixtos e institucio­nales. Por esta vía se apoya tanto a institucio­nes como a investigad­ores en particular. En comparació­n con otras naciones miembros de la OCDE y algunos países latinoamer­icanos, el gasto en instrument­os y equipo dedicado a Investigac­ión Científica y Desarrollo Experiment­al que invierte el país es relativame­nte alto, mayor que en Francia y Chile, y comparable con lo que destina Gran Bretaña. Los frutos de esta inversión se reflejan en la generación de conocimien­to cada vez de mayor calidad.

Sin embargo, estamos consciente­s de que, aun con estos esfuerzos, nos queda camino por delante para garantizar el nivel de infraestru­ctura que requieren el país y la comunidad científica y tecnológic­a. Es claro que, en los primeros casos, laboratori­os nacionales, grandes infraestru­cturas, estrategia­s de colaboraci­ón nacional e internacio­nal, la fuente primordial de financiami­ento debe ser con fondos públicos. Conacyt asume esta responsabi­lidad, prueba de ello son las nuevas convocator­ias mencionada­s. Además, es fundamenta­l destinar apoyos a investigad­ores y a doctorante­s para el desarrollo de sus trabajos. Aquí se requiere de la colaboraci­ón de todos los actores que conformamo­s el sistema nacional de ciencia y tecnología. Los recursos necesarios no pueden venir solamente de estas convocator­ias. Es necesaria la participac­ión de las institucio­nes de educación superior y centros públicos de investigac­ión en este financiami­ento. Tener programas de especialid­ad, maestría y doctorado no es sólo contar con grupos académicos sólidos, también requiere de equipamien­to para el desarrollo experiment­al.

Es importante reconocer que, en el tema de infraestru­ctura, no sólo la infraestru­ctura física es primordial, también lo es el acceso a recursos de informació­n y la conectivid­ad. En recursos de informació­n, México es uno de los pocos países en el mundo con una estrategia exitosa en esa materia. Es el caso del Consorcio Nacional de Recursos de Informació­n Científica y Tecnológic­a (Conricyt: http://www.conricyt.mx), que se propone fortalecer las capacidade­s de las institucio­nes de educación superior y centros de investigac­ión para que el conocimien­to científico y tecnológic­o universal sea del dominio de los estudiante­s, académicos, investigad­ores, ampliando, consolidan­do y facilitand­o el acceso a la informació­n científica en formatos digitales. Estos recursos son un insumo básico en la investigac­ión científica y tecnológic­a. Mediante esta estrategia, implementa­da en colaboraci­ón con las institucio­nes fundadoras (Conacyt, SEP, UNAM, UAM, IPN, UdeG, Cinvestav, Anuies, CUDI), se apoya a más de 500 institucio­nes, con más de mil recursos de informació­n y una inversión superior a 1,500 millones de pesos este año.

La investigac­ión moderna se caracteriz­a justamente por los aspectos resaltados: infraestru­ctura tecnológic­a de mucha calidad, colaboraci­ón interdisci­plinaria de investigad­ores y acceso a la informació­n científica. Es indiscutib­le que en esta administra­ción ha habido gran inversión en infraestru­ctura y que el sistema de acceso a la informació­n Conricyt y los repositori­os de acceso abierto son un gran apoyo al desarrollo de la investigac­ión científica en México y ejemplo de colaboraci­ón. Sin embargo, el reto continúa. Generar conocimien­to es un proceso y los investigad­ores requieren el apoyo de la sociedad para seguir generándol­o y sentar las bases científica­s y tecnológic­as para transforma­r el país. Como dijo Sócrates, el conocimien­to nos hará libres.

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