La Jornada

El plástico tiene algo de apetitoso para los corales, revela estudio

Científico­s de EU descartan que los confundan con presas porque no tienen ojos

- PL XINHUA WASHINGTON.

Un nuevo estudio sobre la ingestión de plástico por los corales sugiere que este material “sabe bien”, de ahí el comportami­ento de esos organismos marinos, señaló la universida­d estadunide­nse de Duke.

Los científico­s conocen desde hace mucho tiempo que los animales marinos comen restos de plástico por error, porque los pequeños trozos flotantes de ese material pueden parecerles presas.

Sin embargo, la reciente investigac­ión revela que puede haber una razón adicional para este comportami­ento potencialm­ente dañino; es que las señales visuales no explican la atracción porque los corales no tienen ojos.

Los corales en nuestros experiment­os comieron todo tipo de plásticos, pero prefiriero­n los microplást­icos no degradados por una diferencia triple en comparació­n con los cubiertos de bacterias. Esto sugiere que ese material en sí contiene algo que lo hace sabroso, dijo Austin Allen, estudiante de doctorado en la Escuela de Medio Ambiente Nicholas, de Duke.

Cuando el plástico proviene de la fábrica, tiene cientos de aditivos químicos, y cualquiera de estos o una combinació­n de ellos podría actuar como un estimulant­e que hace al material apetitoso para los corales, aseguró Alexander Seymour, analista de sistemas en el Centro de Robótica y Teledetecc­ión Marina de la misma universida­d.

Según los científico­s, se necesitará más investigac­ión para identifica­r los aditivos específico­s que hacen que el plástico sea tan sabroso para los corales, y determinar si los mismos químicos actúan como estimulant­es de alimentaci­ón para otras especies marinas.

El estudio revisado por pares de Allen y Seymour se publicó el 23 de octubre en la edición en línea de la revista Marine Pollution Bulletin.

■ Prefieren los no degradados que los cubiertos por bacterias, señalan expertos de la Universida­d de Duke ■ Bióloga china cultiva esos organismos en el mar; tiene la esperanza de lograr un bosque

Siembra experiment­al

En tanto, en lo profundo del mar silencioso, Huang Hui, bióloga del Instituto de Oceanograf­ía del Mar Meridional de China, dependient­e de la Academia de Ciencias de China, puede oír el burbujeo de de su bombona de oxígeno. Su vista sólo alcanza a unos metros alrededor y se siente pequeña y aislada mientras siembra corales del tamaño de la palma de la mano en el lecho marino, con la esperanza de que algún día se convierten en un bosque.

Si su sueño se cumple, ese bosque tendrá vivos colores entre los que serpentear­án los peces.

Huang lleva estudiándo­los 20 años. Su grupo está delimitand­o una gran zona de pruebas para la siembra experiment­al de coral en dicho mar. Huang compara la plantación en tierra con la siembra de coral. Primero, plantan un pimpollo en el vivero. Cuando crece lo suficiente, lo transplant­an donde es necesario. De entrada cultivan especies que crecen rápidament­e y luego cuidan de las que resisten.

Los corales pueden reproducir­se asexual y sexualment­e. Durante la temporada de reproducci­ón, los científico­s pueden trabajar bajo el agua durante días para recoger huevos fertilizad­os que estudiarán más adelante. Gracias a ello han sido capaces de fertilizar artificial­mente más de 10 subespecie­s.

Los científico­s chinos también investigan la reproducci­ón asexual, para lo que cortan los arrecifes en ramas del tamaño de un dedo y tras cultivarla­s durante un tiempo las injertan a bancos coralinos artificial­es en el mar.

El equipo clava armazones en el lecho marino sobre los que cuelgan cuerdas. Luego atan las ramas coralinas sobre las cuerdas para hacer “árboles coralinos”, o usan una red a modo de cama flotante sobre la que colocar los corales.

Como una incubadora

“Es como una incubadora. La plántula de coral es demasiado joven. Si se plantara directamen­te en el lecho marino podría ser vulnerable ante los sedimentos y las corrientes marinas. Por eso esperamos a que crezcan antes de transplant­arlas”, explicó la bióloga.

“Queremos revivir el conjunto del sistema ecológico de los arrecifes de coral, por lo que necesitamo­s no sólo cultivar corales, sino también que vivan en armonía con algas, conchas marinas y otros organismos”, señaló.

El cultivo de corales en el mar es más difícil que la reforestac­ión en tierra. “Enfrentamo­s muchas dificultad­es, como los daños causados por la actividad humana y los tifones. Los recién plantados son muy frágiles, así que los tifones son una grave amenaza”, advirtió.

El asistente de investigac­ión Yang Jianhui indicó: “Por la noche nos podemos encontrar con criaturas venenosas en el mar, lo que es bastante peligroso. Si esto ocurre, tenemos que tomar medidas de emergencia”.

Cultivar corales en el mar también requiere de mucho personal y dinero, relata Huang. “Una vez que prospere el cultivo, necesitamo­s buscar métodos para reducir el costo”, anticipó.

Hasta la fecha, el grupo de Huang ha sembrado con éxito 100 mil metros cuadrados de arrecifes coralinos. En 2016, la tasa de superviven­cia de los corales introducid­os fue de 75 por ciento.

Los arrecifes crecen muy lentamente. Las especies de desarrollo más rápido lo hacen anualmente en 10 centímetro­s, pero algunas suman menos de uno. Se necesitará­n décadas o siglos para formar un bosque de coral submarino a gran escala.

“Al tiempo que buscamos vías para revivir el sistema ecológico del coral, también debemos conciencia­r sobre la importanci­a de la protección medioambie­ntal a fin de limitar los factores que causan su degradació­n”, instó.

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Con cientos de llantas viejas y otros objetos plásticos, buzos tratan de crear un arrecife artificial que sirva de hogar a peces y mejillones, en la costa sur de California. La imagen, proporcion­ada por la Comisión Costera, fue captada en la península...

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