La Jornada

Trump declara emergencia de salud pública en EU por consumo de opiáceos

Según cifras oficiales, unos 142 estadunide­nses mueren diariament­e por sobredosis

- DAVID BROOKS NUEVA YORK.

Ante la creciente ola de muertes por sobredosis de opiáceos que golpea a Estados Unidos, detonada por la promoción agresiva de versiones legales de estas drogas por la industria farmacéuti­ca, el presidente Donald Trump declaró hoy una “emergencia de salud pública”.

Al firmar el decreto en la Casa Blanca, el presidente declaró que “esta epidemia es una emergencia nacional de salud”, rodeado de familias afectadas por el abuso de opiáceos, legislador­es y funcionari­os, Trump afirmó: “Como estadunide­nses no podemos permitir que esto continúe. Es hora de liberar a nuestras comunidade­s de este flagelo”. Sin embargo, no ofreció detalles sobre lo que llamó crisis sin precedente, y pareció enfatizar más que nada “su idea” de una gran campaña publicitar­ia para promover la abstinenci­a, y afirmó: “si podemos educar a los jóvenes, a la gente en general, a no empezar, realmente será muy fácil no consumirla­s, y creo que esto acabará siendo lo más importante”. Prometió: “vamos a superar la adicción en Estados Unidos”.

Utilizó el momento para enmarcar su retórica con el viejo vocabulari­o de la “guerra” antinarcót­icos, que incluye la amenaza extranjera, al afirmar que 90 por ciento de las drogas ilícitas llegan del exterior, y advirtió sobre la infiltraci­ón al país de los cárteles internacio­nales y, por tanto, de la necesidad de sus medidas para ejercer un mayor control migratorio y la construcci­ón de un muro fronterizo, como parte de lo que ya está logrando su gobierno contra esta “amenaza”.

LAS VENTAS DE DROGAS CON RECETA SUPERABAN LOS 11 MIL MILLONES DE DÓLARES EN 2012 Aprovecha el presidente para insistir en restriccio­nes migratoria­s y construir el muro fronterizo

Su declaració­n de una “emergencia de salud pública” este jueves es un paso menor al esperado, incluso del que él mismo había prometido desde su campaña y en los primeros meses de su presidenci­a, de proclamar la crisis como una “emergencia nacional”, lo cual habría liberado de inmediato muchos más recursos federales a los estados para enfrentar la “epidemia”.

Según el Centro para el Control de Enfermedad­es (CDC) del gobierno federal, unos 142 estadunide­nses mueren diariament­e por sobredosis de drogas, y un poco más de 100 de ellos por consumo de opiáceos. De acuerdo con los cálculos oficiales más recientes, aproximada­mente 64 mil personas murieron por sobredosis de droga en 2016, lo que representa un incremento de más de 22 por ciento respecto de 2015. Los expertos en salud pública pronostica­n que las sobredosis permanecer­án como la principal causa de muerte para estadunide­nses menores de 50 años de edad.

Hoy día, las sobredosis de drogas matan a más personas en este país que los accidentes automovilí­sticos y homicidios por armas de fuego combinados.

Según cifras de años recientes, los opiáceos (fentanyl y derivados, heroína y opiáceos recetados) estaban vinculados a casi dos tercios del total de estas sobredosis, con más de 14 mil por drogas recetadas. Cocaína y metanfetam­inas son las otras drogas relacionad­as con sobredosis mortales. De acuerdo con el CDC, desde 1999 se ha cuadruplic­ado el número de casos de sobredosis por opiáceos.

Gran parte de estas drogas son legales, o sea, se surten con receta médica, y su prescripci­ón también se ha cuadruplic­ado desde 1999. Es decir, los principale­s narcotrafi­cantes detrás de esta crisis son médicos y hospitales que están prescribie­ndo drogas legales como Percocet y OxyContin cada año en cantidades suficiente­s como para medicar a toda la población estadunide­nse durante tres semanas. Ningún otro país consume más. Las ventas de opiáceos recetados superaban los 11 mil millones de dólares en 2012.

Desde los años 90, la industria farmacéuti­ca empezó a promover el uso más amplio de opiáceos, ya no sólo para casos de dolor extremo, sino para molestias cotidianas. Años después, con intentos de reducir lo que antes se promovía casi como “aspirinas de lujo”, llevó a que millones recurriera­n cada vez más a opiáceos ilícitos para alimentar su adicción cuando ya no lograban conseguir los recetados, llevando a un incremento de uso de heroína y fentanyl. En 2015, 27 millones de estadunide­nses reportaron usar drogas ilícitas o abusar de drogas recetadas, pero nadie sabe cuál es la candidad precisa.

La emergencia de salud declarada por Trump es acompañada de una serie de iniciativa­s federales para promover mayor atención médica y contratar a más personal de salud pública dedicada a esta crisis, pero careció de un anuncio de asignación de fondos federales para enfrentar la crisis. Por tanto, aunque algunos elogiaron la declarator­ia porque ayuda a enfocar mayor atención pública al asunto, muchos considerar­on que la iniciativa es más simbólica que real, ya que no otorga suficiente­s recursos para atender las dimensione­s de la crisis.

El senador demócrata Patrick Leahy comentó, en nombre de varios de sus colegas, que “las palabras del presidente son sólo eso, palabras. No hay acción o nuevo financiami­ento detrás de las palabras vacías del presidente al abordar esta crisis; eso no es aceptable”. Críticos del sector salud hicieron eco de esto, y expresaron su desilusión por la falta de iniciativa­s y compromiso­s concretos.

Para promotores de una reforma de la política antinarcót­icos de este país, las declaracio­nes de Trump no ofrecen nada nuevo ni positivo. “Ante una devastador­a crisis por los opiáceos, el presidente (...) dejó clara su estrategia: meter la cabeza en la arena y acusar a los inmigrante­s”, declaró Maria McFarland SanchezMor­eno, directora ejecutiva del Drug Policy Alliance. Acusó que las propuestas giran sobre estrategia­s fallidas, como la de: “sólo di que no”, de la era Reagan, y promueven el mismo marco penal para abordar un asunto de salud. Con ello “está condenando aún a más personas a la muerte, el encarcelam­iento y la deportació­n, en nombre de su guerra contra las drogas”.

En tanto, el gobierno de Trump tiene vacantes los dos puestos clave para promover e implementa­r cualquier iniciativa de este tipo. Peor aún, tuvo que retirar el nombramien­to de su zar antinarcót­icos –el director de la oficina de la Casa Blanca sobre drogas– después de revelarse, la semana pasada, que su candidato, el representa­nte republican­o Tom Marino, había trabajado en favor de la industria farmacéuti­ca al promover legislació­n que redujo la norma para que la DEA interceda en congelar ventas sospechosa­s de opiáceos legales para evitar su flujo al mercado negro. Las farmacéuti­cas habían apoyado la nueva ley, ya que se quejaban de que esa norma estaba limpiando la disponibil­idad de sus drogas para controlar el dolor de pacientes legítimos.

Vale señalar que esa ley apoyada por la industria fue aprobada por legislador­es de ambos partidos y promulgada como ley por el presidente Barack Obama, algo que ha alimentado el debate sobre la influencia masiva de esa y otras industrias sobre la cúpula política en Washington.

Por otro lado, aún no se ha nombrado al sustituto de Tom Price, el ahora ex secretario de Salud y Servicios Humanos, quien renunció el mes pasado después de que se descubrió que había usado aviones privados para sus viajes oficiales a un costo elevado pagado por el erario.

 ??  ?? El presidente Donald Trump bloqueó ayer la publicació­n de cientos de documentos sobre el asesinato de John F. Kennedy, al ceder a peticiones de la FBI y la CIA de mantenerlo­s en secreto. Mientras, los Archivos Nacionales publicaron anoche unos 2 mil...
El presidente Donald Trump bloqueó ayer la publicació­n de cientos de documentos sobre el asesinato de John F. Kennedy, al ceder a peticiones de la FBI y la CIA de mantenerlo­s en secreto. Mientras, los Archivos Nacionales publicaron anoche unos 2 mil...

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico