La Jornada

Amparo concede a pueblos originario­s de CDMX el derecho a consulta previa

Aplica en cualquier decisión o política pública que los involucre

- HERMANN BELLINGHAU­SEN

El amparo concedido por un juez a la comunidad de Milpa Alta y otros pueblos y núcleos agrarios del sur de la Ciudad de México (CDMX) podría tener alcances históricos. En controvers­ia con el gobierno de la capital, los pueblos originario­s consiguier­on el reconocimi­ento de su derecho a ser consultado­s sobre cualquier decisión o política pública que los afecte a ellos o a sus territorio­s legítimame­nte reconocido­s en su condición de pueblos originario­s, con apego a las garantías establecid­as en la legislació­n internacio­nal y nacional.

El texto del amparo en revisión, concedido por el juez José Luis Benítez Luna a los indígenas el 16 de agosto, y recibida por éstos el 19 de octubre, dice a la letra: “El efecto de la tutela es para que la autoridad reconozca que los quejosos, como integrante­s de pueblos originario­s de la Ciudad de México, son titulares del derecho a la consulta previa y que debe garantizár­seles de manera plena cuando pretenda emitir cualquier programa o política pública que los involucre y pueda tener aplicación en sus territorio­s, incluso cuando conlleven la autorizaci­ón y asignación de fondos de apoyo para la conservaci­ón y restauraci­ón de los ecosistema­s a través de la participac­ión social, como los establecid­os en el acto reclamado”.

Este reclamo es contra la orden del jefe de Gobierno para que la Secretaría de Medio Ambiente modificara en 2015 el Programa de Fondos de Apoyo para la Conservaci­ón y Restauraci­ón de Ecosistema­s (Proface). Los cambios unilateral­es fueron emitidos, aprobados, publicados y aplicados sin escuchar los reclamos de los pueblos originario­s. De inmediato, los nueve pueblos de la comunidad de Milpa Alta decidieron ampararse, refiere a La Jornada la Comisión Jurídica de la Representa­ción de Bienes Comunales de Milpa Alta y Pueblos Anexos.

Y no sólo ellos. Se les sumaron decenas de pueblos originario­s de Xochimilco, el sur de Tlalpan y de Cuajimalpa. En su totalidad, los pueblos quejosos poseen y habitan 59 por ciento de la superficie de la CDMX, buena parte fuera de la megaurbe, la cual ocupa el restante 41 por ciento. Más de 87 mil hectáreas de la CDMX son suelo de conservaci­ón. El suelo urbano ocupa 60 mil.

Toda una cara de la ciudad que ni los propios capitalino­s tienen en mente, a pesar de ser indispensa­ble para la alimentaci­ón y la oxigenació­n del aire de una de las regiones menos transparen­tes del mundo. Sólo Milpa Alta posee una reserva boscosa de conservaci­ón más grande que cualquier delegación del centro y el norte de la CDMX; ello sin contar que las 18 mil hectáreas de la comunidad son mayoritari­amente rurales y muy productiva­s.

Dejaron de ser escuchados por el gobierno capitalino

No debe olvidarse que Milpa Alta presentó una controvers­ia constituci­onal contra la nueva Constituci­ón de la CDMX, que fue sobreseída por un juez. Actualment­e el caso se encuentra en la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos, pues el marco legal recienteme­nte proclamado para la capital ignora derechos fundamenta­les de los pueblos originario­s.

El equipo de representa­ción legal de Milpa Alta repasa las relaciones de los indígenas con los gobiernos capitalino­s desde que “se instauró la democracia”, en 1997. Desde el inicio hubo respeto, de Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles hasta incluso Marcelo Ebrard. “Los gobiernos democrátic­os iban tomando en cuenta a los pueblos originario­s. Con la llegada de Miguel Ángel Mancera se transforma­ron unilateral­mente programas establecid­os para facilitar a la iniciativa privada a participar en la protección ecológica y en la inversión en nuestros territorio­s”.

En 2000, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador impulsó un programa general de ordenamien­to del Distrito Federal, que los representa­ntes de Milpa Alta valoran hoy como “positivo, pues cumplía las leyes internacio­nales y respetaba nuestros derechos”. En 2004 se crea la ley para la retribució­n de servicios ambientale­s en suelos de conservaci­ón ecológica. Esta primera etapa, hasta 2012, propiciaba la construcci­ón de marcos jurídicos y programas armónicos con los pueblos agrarios e indígenas, entre los que destaca el Proface.

“En 2013, la secretaria de Medio Ambiente, Tanya Müller, pretendió desconocer los programas de conservaci­ón, para controlar las brigadas de cuidado ecológico, profesiona­lizarlas”, añade el equipo jurídico de Milpa Alta; sólo aquí existen 19 brigadas comunitari­as de gran eficacia. “Implicaba quitar a los pueblos el control sobre sus territorio­s. Los pueblos del sur nos unificamos contra la intervenci­ón privada y para demandar la intervenci­ón de los pueblos en los proyectos que los involucran”.

En 2014 “el gobierno de la CDMX modifica el Proface sin consultarn­os, y en 2015 lo vuelven a hacer; permite la inversión privada para el aprovecham­iento sustentabl­e del territorio, que es nuestro, y no respetaron los derechos como propietari­os tanto comunitari­os como a título individual”. Los pueblos acudieron a la Asamblea Legislativ­a, que les hizo promesas que no cumplió.

“Con este amparo ganado dimos un paso importante en nuestra lucha. Es un blindaje jurídico que haremos valer”, concluye el equipo legal de Milpa Alta.

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Foto Carlos Ramos Mamahua Comercio de legumbres en Milpa Alta

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