La Jornada

Reporta la ONU récord de concentrac­ión de gases de efecto invernader­o en 2016

Por actividade­s humanas y fenómenos meteorológ­icos, alza en emisiones de CO2

- DPA GINEBRA.

La concentrac­ión de gases de efecto invernader­o en la atmósfera nunca ha aumentado tan rapidament­e como en 2016, informó ayer en Ginebra la Organizaci­ón Meteorológ­ica Mundial (OMM) de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU). Ese rápido incremento se debió a las actividade­s humanas y a fenómenos meteorológ­icos como El Niño, con la elevación de la temperatur­a en el océano, y las sequías en los trópicos. Por ello los océanos y, por ejemplo, los bosques, no pudieron absorber tanto dióxido de carbono (CO2) como en años anteriores.

El nuevo boletín de gases de efecto invernader­o de la OMM sirve de base para la conferenci­a climática que tendrá lugar en Bonn, Alemania, el 6 de noviembre, además del reporte, que se publica este martes, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) sobre los avances en la reducción de los gases perjudicia­les para el clima.

El Informe de la brecha de emisiones (Emissions Gap Report) del Pnuma señala lo que debe hacer la población para limitar el calentamie­nto global a dos grados hasta finales de este siglo, como señala el Acuerdo de París.

El secretario general de la OMM, Petteri Taalas, lanzó una advertenci­a: “Sin la rápida reducción de las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernader­o nos dirigimos hacia un peligroso aumento de las temperatur­as a finales del siglo, que están mucho más por encima de los objetivos del acuerdo climático de París. Las generacion­es futuras heredarán un planeta claramente inhóspito”. La concentrac­ión de CO2 en la atmósfera en 2016 fue de 403.3 partes por millón (ppm), frente a las 400 del año anterior, según la OMM. El anterior récord se reportó en 2013, con una subida mucho menor a las 2 ppm. En 1996, la concentrac­ión aún era de 362 ppm.

La Administra­ción Nacional Oceánica y Atmosféric­a estadunide­nse registró en agosto de 2016 una concentrac­ión de CO2 de 402.9 ppm; sin embargo, la OMM cuenta con los datos del doble de estaciones de medición, explicó la investigad­ora de la OMM Oksana Tarasova.

Hasta la revolución industrial, en torno al año 1750, la concentrac­ión estuvo al menos durante 800 mil años por debajo de las 280 ppm, indica el informe. Las muestras de hielo en las que se encuentran antiguas burbujas de aire permiten medir las concentrac­iones en épocas anteriores. Según los análisis de fósiles, los expertos calculan que hace entre 3 y 5 millones de años hubo una concentrac­ión de CO2 como la actual.

En ese tiempo la temperatur­a aumentó entre 2 y 3 grados y el hielo de Groenlandi­a y de la Antártida Occidental se derritió, lo que causó que el nivel del mar se elevara entre 10 y 20 metros. Si la concentrac­ión de CO2 sigue aumentando rápidament­e, se pueden desencaden­ar cambios climáticos sin precedente­s, con “trastornos ecológicos y económicos graves”, advierte la OMM.

Junto con el crecimient­o de la población, la agricultur­a intensiva y la deforestac­ión, la industrial­ización y el uso de combustibl­es fósiles contribuye­n al aumento de la concentrac­ión de gases de efecto invernader­o. El CO2 es el gas de este grupo más importante.

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Foto Afp Gaviotas planean en el aire contaminad­o de París, en una vista desde la torre Montparnas­se

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