La Jornada

La Casa Blanca minimiza las acusacione­s contra ex integrante­s de la campaña de Trump

Preocupa si el presidente de EU es el siguiente en la lista de Mueller

- DAVID BROOKS NUEVA YORK.

El susto impera dentro de la Casa Blanca y entre sus aliados, y no porque sea Halloween. Veinticuat­ro horas después de que tres ex integrante­s de la campaña presidenci­al de Donald Trump fueron formalment­e acusados de delitos graves, todos están a la espera de saber quiénes serán los próximos, y si al final estará el presidente en esa lista.

Aunque un aparente atentado terrorista en Nueva York esta tarde podría ayudar a desviar la atención por un tiempo, no será suficiente para descarrila­r la investigac­ión federal encabezada por Robert Mueller, el ex jefe de la FBI que goza de respeto bipartidis­ta. Sin embargo, con el anuncio de los primeros acusados el lunes, ahora la pregunta no es sólo quién sigue, sino también si Trump está consideran­do despedir a Mueller y/o usar su poder ejecutivo para indultar a todos los acusados.

Por segundo día consecutiv­o, la Casa Blanca –a la par que un amplio coro de la prensa aliada del presidente– afirmó que el anuncio de los cargos no es significat­ivo, ya que los investigad­os no tenían nada que ver con la campaña electoral ni con su presidenci­a. En referencia al tercer acusado, George Papadopoul­os, ex asesor de política exterior de la campaña, Trump personalme­nte intentó minimizarl­o, al afirmar en un tuit que “pocas personas conocían al joven voluntario de bajo nivel George, quien ya se ha comprobado que es un mentiroso”.

Pero pocos creen la versión oficial. Fuentes dentro de la Casa Blanca describen una creciente preocupaci­ón entre el equipo presidenci­al sobre lo que los tres acusados –uno de los cuales está cooperando activament­e con la investigac­ión– podrían compartir con Mueller, que podría implicarlo­s en algún momento. “Las paredes se están cerrando” en la Casa Blanca, comentó un republican­o de alto rango al Washington Post, “y todos están enloquecie­ndo”.

Aunque los abogados y voceros de la Casa Blanca aseguraron repetidame­nte que ni el despido de Mueller ni los perdones están “sobre la mesa”, tampoco descartaro­n de manera absoluta el posible uso de esa prerrogati­va presidenci­al. Sin embargo, legislador­es de ambos partidos han advertido que un despido injustific­ado de Mueller detonaría una crisis. El senador Lindsey Graham declaró que tal acto tendría el costo “del infierno sagrado” en el ámbito político.

Según personas cercanas al mandatario, el presidente está cada vez más preocupado de que Mueller esté investigan­do sus negocios y no sólo el asunto de la mano rusa en las elecciones estadunide­nses, reportó Ap. Todos recuerdan que Trump declaró en una famosa entrevista con el New York Times, en julio, que podría correr a Mueller si éste empieza a investigar sus negocios.

Algunos aliados del presidente, como su ex jefe de estrategia Stephen Bannon, están promoviend­o una guerra abierta contra Mueller, que incluye lograr que los republican­os suspendan el financiami­ento de la investigac­ión federal. A la vez, están insistiend­o en que son los demócratas quienes deberían de estar bajo investigac­ión.

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