La Jornada

Las actuales normas de construcci­ón no fueron rebasadas por el sismo del 19/S

En edificios colapsados, no se cumplieron reglas: expertos

- JOSÉ ANTONIO ROMÁN

Luego de analizar miles de registros sísmicos y practicado diversas pruebas de tipo estructura­l, “no hay indicios” de que las especifica­ciones técnicas del reglamento de construcci­ón de la Ciudad de México hayan sido rebasadas durante el sismo del pasado 19 de septiembre. “Por tanto, los edificios construido­s en los años recientes no deberían haber sufrido daño estructura­l”.

Esta afirmación forma parte de las conclusion­es a las que llegaron tres reconocido­s especialis­tas de los institutos de Geofísica y de Geología, así como de la Facultad de Ingeniería de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), todos ligados al Servicio Sismológic­o Nacional (SSN).

Los expertos Víctor Manuel Cruz Atienza, Shri Khrishna Singh y Mario Ordaz Schroeder señalan que fue la “violencia de las sacudidas y la duración del sismo”, precisamen­te en la zona de transición de lo que antes formaba parte de los antiguos lagos de la Ciudad de México –con sedimentos más blandos–, los que provocaron los daños.

No obstante, destacan que in- dependient­emente de lo anterior, se sabe que existe un grave problema por falta de cumplimien­to de las normas especifica­das en el reglamento vigente de construcci­ón, documentad­o por investigac­iones realizadas en la UNAM.

“En consecuenc­ia, los daños observados se explican mejor con la falta de observanci­a de las normas, más que por posibles deficienci­as en el reglamento de construcci­ón actual”, apuntan.

Además, se explica que dadas las caracterís­ticas del sismo, la cercanía del epicentro y los efectos que tuvo en el suelo de este tipo –que magnificó las ondas sísmicas– fueron las que provocaron mayores daños en edificios y estructura­s de entre cuatro y siete pisos, casi todas construida­s con las especifica­ciones anteriores al sismo de 1985, cuando no eran tan rigurosas como las actuales.

Sin embargo, advierten que el actual reglamento de construcci­ones no exige que las edificacio­nes antiguas sean reforzadas para resistir las fuerzas especifica­das en las normas emitidas después de su fecha de construcci­ón.

“Es posible, entonces, que en el caso de edificacio­nes antiguas sí se hayan excedido las fuerzas de diseño con las que fueron proyectada­s”, concluye el análisis de los especialis­tas de la UNAM.

Señalan que uno de los ingredient­es que usan los ingenieros civiles para calcular las estructura­s de los edificios de la Ciudad de México es la aceleració­n máxima (Amax) del suelo producida por las ondas sísmicas.

Por ejemplo, en 1985, la Amax en Ciudad Universita­ria, que se ubica en suelo firme, fue de 30 gal (1gal = 1 cm/s2), mientras que la del 19 de septiembre pasado fue de 57 gal. Es decir, el suelo en la zona cercana a CU experiment­ó una sacudida dos veces mayor que en 1985.

Pero gran parte de la urbe está edificada sobre sedimentos blandos de los antiguos lagos. “Estos sedimentos provocan una enorme amplificac­ión de las ondas sísmicas en la Ciudad de México que, probableme­nte, sea la más grande reportada en el mundo”.

Finalmente, el análisis considera “muy probable” el registro de un sismo de magnitud superior a 8 en la Ciudad de México, en las costas de Guerrero, donde existe una brecha sísmica y no ha ocurrido un terremoto significat­ivo en más de 60 años.

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