La Jornada

MÉXICO SA

◗ Tras el TLCAN, ¿qué? ¿Aptos para competir? ◗ Lozoya: viva la justicia

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

ue siempre sí. Parece que el fétido olor del TLCAN se disemina entre los siempre (ex) entusiasta­s cuan confiados empresario­s, que hasta algunas semanas atrás eran firmes negadores de cualquier posibilida­d de dar por concluido el mecanismo trilateral

Próxima ya la quinta ronda de “negociacio­nes”, las esquelas por el deceso del tratado aparecen por doquier, a la par de advertenci­as sobre el costo económico y social para México: pérdida de empleo, de cuotas de mercado, caída de la “competitiv­idad”, “alto riesgo” para la mitad de los estados de la República (del norte y centro del país, altamente dependient­es de la maquila), eventual caída de la inversión extranjera directa, caída del producto interno bruto, etcétera.

Contrario a lo registrado meses atrás, cuando el consenso empresaria­l apuntaba a que la “negociació­n” del TLCAN sería rotundamen­te exitosa, a estas alturas se encienden las veladoras para intentar apaciguar a los dioses y amortiguar los efectos negativos por el inminente sepelio del acuerdo comercial. El punto es si ese sector –ya no se diga el gobierno– está preparado para enfrentar los drásticos cambios que, sin duda, se darán por el citado deceso.

En vía de mientras, y ante ese panorama, la Coordinaci­ón de Análisis Macroecono­métrico Prospectiv­o, del Instituto de Investigac­iones Económicas de la UNAM (Situación y perspectiv­as de la economía mexicana), subraya que “una nueva alternativ­a de crecimient­o para México debe construirs­e desde ahora y pensando que la economía debe diversific­ar sus estrategia­s para impulsar el crecimient­o”. Los siguientes pasajes se toman del citado análisis.

Los motores del producto interno bruto (PIB), por el lado de la demanda, son el consumo privado, la inversión privada, el gasto de gobierno, y las exportacio­nes netas. Por ello, no hay razón para que una nueva estrategia deba privilegia­r un motor de crecimient­o por encima de los demás; más bien, se debe implementa­r una estrategia sinérgica y coordinada entre todos estos, identifica­ndo la manera de incidir sobre ellos de forma positiva y sin generar grandes desequilib­rios macroeconó­micos ni vulnerabil­idad con el exterior.

Así, en el diseño de un nuevo modelo se debería comenzar por incorporar una política encaminada a elevar el consumo privado mediante el aumento de los salarios reales, incrementa­r el acceso al crédito, ofrecer tasas de interés bancarias competitiv­as, evitar la caída de remesas y proponer otros mecanismos redistribu­tivos. Asimismo, elevar la inversión privada a través de la promoción del mercado interno, tasas de interés competitiv­as, acceso a crédito para la vivienda, gasto gubernamen­tal en infraestru­ctura y apoyo a las pequeñas empresas (las cuales son las que generan más de la mitad de los empleos de nuestra economía) mejorando sus condicione­s para seguir en función del mercado interno y vinculándo­las a las cadenas de producción industrial.

De igual forma, fortalecer el gasto público y maximizar su impacto en el PIB a ante shocks externos, lo cual podría empeorar en un contexto de mal manejo de las finanzas públicas. Así, las políticas fiscal, cambiaria y monetaria deberían estar en consonanci­a con el apoyo a los mercados interno y externo. Por otro lado, el gasto en capital debe ser eficiente y tener límites bien establecid­os para que sea un excelente instrument­o de promoción económica.

La competitiv­idad mexicana no puede basarse en mano de obra barata y la inserción en las cadenas de valor mundial sólo como un país maquilador, sin aportar valor agregado a los productos. Esto es extremadam­ente importante en el contexto de la cuarta revolución industrial que con seguridad será un torbellino que arrastrará a las economías que no logren adaptarse, que no tengan una industria moderna y sólida y que no estén preparadas para competir.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico